La anticoncepción siempre centrada y obligada a ser asumida por parte de las mujeres. El tratamiento de los abortos, naturales o no, la violencia obstétrica, las visitas rutinarias incómodas al ginecólogo. Las repetidas pruebas y los cribajes que rodean la posibilidad de sufrir cáncer de mama. La duda sobre por qué ciertas enfermedades o ciertas situaciones provocan más síntomas entre las mujeres que entre los hombres. La a menudo repetida acusación de hipocondrismo. Situación que puede venir dada por la fuerte carga que muchas mujeres sufren. Tranquilizantes y ansiolítics son las pastillas que más se receta y que más toman las mujeres.

El estado de salud de las mujeres, observado tanto desde la autopercepción cómo desde los indicadores de salud mental, está en una peor situación que la de la ciudadanía en general. Así lo defiende también la Federación de Asociaciones de Vecinos y Vecinas de Barcelona (FAVB) que después de comparar con la encuesta sobre la población de Barcelona de la Agencia de Salud Pública del 2016, ha visto que la autopercepción del estado de salud ha empeorado entre el 15,5% y el 30% en los hombres y entre el 22,6% y el 54,8% en las mujeres. En salud mental, el empeoramiento pasa del 16,5% en hombres y el 20,3% en mujeres al 70% y el 82,3% respectivamente.

Desde la FAVB atribuyen estos incrementos en parte al hecho que “demostrada la importancia y la gravedad del incremento de la pobreza y de las desigualdades”, se puede ver “su impacto en la salud -y en especial en la mala salud- de las mujeres”. Lo basan en un informe elaborado por el Observatorio DESC donde se demuestra el riesgo para la salud que sufren las personas afectadas por la carència de vivienda y la pobreza energética, especialmente las mujeres.

Así, en términos generales, en España, el consumo de ansiolítics e hipnóticos aumentó un 57,4% entre los años 2000 y 2012 según advirtió la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Estos datos no tuvieron en cuenta el sexo como indicador y no ayudan a discernir el consumo. Pero a través de la Encuesta Nacional de Salud sabemos que las mujeres reciben casi el doble de tratamientos con piscofármacos. El sufrimiento psicológico de las mujeres, en gran parte relacionado con las desigualdades laborales, económicas y de tareas de cuidados en el entorno familiar, así como directamente con la violencia de género, es interpretado por la medicina como un trastorno patológico y tratado con fármacos. Esto también pasa con ciertas enfermedades puntuales.

Es el caso por ejemplo de la fibromialgia o la fatiga crónica. Cómo publicábamos en este diario, según el especialista en Síndromes de Sensibilización Central (SCC) Joaquim Fernández Solà, “el 80% de las personas afectadas de fatiga crónica (45.000 personas) y fibromialgia (200.000) son mujeres”. Era él mismo quién valora que “el hecho que estas enfermedades sean preponderantemente de género explica que tanto el ámbito médico como el social manifiesten poco interés al respeto”.

En el campo de la investigación, la ciencia ha considerado el sexo masculino como patrón neutro y los resultados de los ensayos clínicos se han considerado válidos para toda la población, hecho que provoca diferencias en la efectividad de los tratamientos. Ahora se empieza a romper con este molde pero a menudo se ha acusado al sistema sanitario de ser androcéntrico y patriarcal y, por lo tanto, no ser sensible a las diferencias existentes. Entidades, plataformas y sindicatos denuncian que el hecho que no haya perspectiva de género en el sistema sanitario provoca que en vez de buscar la causa de las enfermedades de las mujeres, estas se traten con analgésicos o psicofármacos, que lo que hacen es “enmascarar la patología y producir efectos secundarios innecesarios”.

En este sentido, sobre la perspectiva que le da el sistema sanitario a los tratamientos, un trabajo publicado en la revista Nature humanbe haviour concluye que es más probable que una investigación tenga en cuenta sexo y género si hay alguna mujer entre sus autores. Y es que se sabe que hombres y mujeres no son iguales en cuanto a la incidencia de enfermedades, la eficacia de los tratamientos y los efectos secundarios pero factores como el sexo son olvidados por los ensayos biomédicos, donde los sujetos de estudio acostumbran a ser masculinos, tanto si se trata de animales de laboratorio como con pacientes humanos.

Cada 28 de mayo, coincidiendo con el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres la sociedad se moviliza y reivindica que se trabaje por la salud de las mujeres. Lo hace a partir de la evidencia científica que demuestra que existen diferencias en cuanto a la salud, y que hay que hacer estudios teniendo en cuenta esta variable para garantizar la prevención, la mayor precisión en el diagnóstico y el derecho de las mujeres a ser atendidas y tratadas eficientemente.

Las mujeres sufren más enfermedades relacionadas con el dolor, según el ESCA 2017

Según la Encuesta de Salud de Cataluña, los principales trastornos crónicos de las mujeres son la artrosi y el mal de espaldas mientras que los de los hombres son la presión alta y el colesterol elevado. Además, la prevalencia de sufrir una enfermedad o problema de salud crónico o de larga duración es más elevada entre las mujeres que entre los hombres (40,6% frente al 34,6%). Esta prevalencia crece a medida que los grupos son de más edad y supera el 65% en personas de 65 años y más. También es superior en las personas de clase social menos favorecida y en las que tienen estudios primarios o no tienen.

Los principales trastornos crónicos de salud que sufren mujeres y hombres no son los mismos. Los de las mujeres están relacionados, en primer lugar, con enfermedades del aparato locomotor como la artrosi y la artritis; enfermedades del aparato circulatorio (presión alta), migrañas o dolores de cabeza frecuentes, depresión y anemia.

La misma Encuesta muestra que las mujeres hacen un seguimiento más adecuado que los hombres de la dieta mediterránea (65,3% respecto al 56,6%). También que la mitad de la población de 18 a 74 años tiene exceso de peso y que este afecta menos a las mujeres (26,5%) que los hombres (42,3%) y aumenta con la edad. Por otro lado, el nivel de actividad física saludable es inferior en mujeres (78,5%) que en hombres (82,8%). A pesar de estos datos, y saber que las mujeres tienen más esperanza de vida que los hombres, también se sabe que la calidad de esta es inferior a la de los hombres. Cómo valoran las médicas Francesca Zapater y Maria José Fernández, “los determinantes de la salud de las mujeres tienen que ver con los condicionantes sociales que hacen del género un eje de desigualdad”.

Los orígenes del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres

La jornada se fijó en 1987 en Costa Rica por parte de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y caribeñas después de participar en una reunión de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos. Desde entonces, cada 28 de mayo es una jornada de movilización y reivindicación para garantizar la prevención, la mayor precisión en el diagnóstico y el derecho de las mujeres a ser atendidas y tratadas eficientemente.

Esta fecha es importante por todas partes. Aquí en Catalunya, en 1997 en el marco de los encuentros para la celebración del 28 de mayo, nació la Xarxa de Dones per la Salut; una red de mujeres feministas motivadas por la salud de las mujeres y del conjunto de la población organizadas en diferentes colectivos y ámbitos: de usuarias, de ayuda mutua, de profesionales, de activistas por la salud… Lo hacen bajo la premisa que las mujeres tienen que ser sujetos activos en el proceso de salud y buscando una mejor calidad, equidad y calidez en la atención sanitaria y políticas potenciadores de salud con perspectiva de género.

Año tras año, los manifiestos que se dan a conocer en todo el mundo apuntan hacia “afrontar los nuevos retos sociales, políticos, económicos y culturales del nuevo escenario mundial, y visibilizar el impacto para la salud integral de las mujeres”. En este sentido, todavía las originarias de este Día de Acción, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y Caribeñas (RSMLAC), lanzan un mensaje destinado a repolititzar la acción y, retomando una vez más el paradigma de la salud sexual y reproductiva y los derechos correlativos afirmados en la Conferencia del Caribe, exigen que “las mujeres no sigan pagando con su vida y salud el ejercicio de su sexualidad y reproducción, mientras los gobiernos y los grupos de poder internacionales siguen negándose a entender que la inversión en las mujeres es mucho más productiva que invertir en las armas”.

Desde 1988 hasta 1996 el eje temático de actuación en el ámbito de la salud de las mujeres fue la prevención de la morbimortalitatmaterna, puesto que constituía un drama cotidiano en la mayoría de países en desarrollo, traduciéndose en la muerte de al menos medio millón de mujeres cada año por causas relativas al embarazo, parto, aborto inseguro…

El año 1996, después de ocho años de campaña, las redes coordinadoras se propusieron evaluar y redefinir su enfoque para mostrar las nuevas realidades mundiales y locales. En el ámbito de Latinoamérica y el Caribe, la RSMLAC ha coordinado la Campaña por el Ejercicio de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos. La finalidad ha sido defender el ejercicio de estos derechos como derechos humanos y exigir su incorporación en los programas y en las políticas públicas de los estados y pedir legislaciones que garanticen estos derechos para todas las personas, sin ningún tipo de discriminación.

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1 comentari

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