Carlos Medina Gallego acompañó la mesa de víctimas en el proceso de paz colombiano en La Habana entre 2012 y 2016. El historiador de la Universidad Nacional de Colombia ha estudiado durante 40 años el conflicto armado del país y ha estado notablemente implicado en distintos ámbitos del proceso de paz. Define la experiencia como “fascinante, enriquecedora y cargada de muchos aprendizajes”. Pero los resultados le han provocado también inquietudes. “Dolores que tocan la fibra intelectual y humana que me acompaña”, afirma. Medina ha decidido tomar distancia del proceso para adquirir perspectiva y poder volver a implicarse. Aun así, ni su mente ni su cuerpo se alejan de Colombia. Ha viajado a Barcelona para realizar una estancia de investigación en la Universitat Autònoma de Barcelona durante la cual ha preparado un libro sobre la crónica del proceso de paz. En su estancia en Barcelona ha realizado decenas de conferencias sobre del proceso de paz y, por las noches, recorre las calles de la ciudad mientras reflexiona sobre su país.
¿Cuál es la salud actual del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC?
Precaria. Muchos sectores del estado se han opuesto de manera sistemática a que el acuerdo entre el Gobierno colombiano y las FARC pueda implementarse. Lo ven como una rendición a la insurgencia.
Su próximo libro es la crónica de este proceso de paz…
Es un análisis de los esfuerzos que hacen las Farc como organización para consolidarse como partido político frente a otras fuerzas políticas del país y poder realizar en el escenario democrático los reclamos que antes habían hecho con las armas.
¿Qué le falta a las FARC para conseguir su consolidación política?
Poder cohesionarse internamente, resolver sus contradicciones, superar los matices, construir coaliciones políticas con nuevas fuerzas e insertarse con la mayor legalidad posible a la vida política nacional presentando agendas reivindicativas.
¿Existen precedentes?
La experiencia de Colombia es preocupante. Casi todas las fuerzas u organizaciones que lo persiguieron, la transición de grupo armado a grupo político, desaparecieron.

¿Cómo ve el futuro de las FARC?
Incierto.Todo depende de la manera como ellas construyan su organización y sus relaciones con distintos sectores de la población y los movimientos sociales y políticos con los que se están involucrando.
Varios de los que alentaron el proceso de paz se notan cansados y desanimados, ¿tienen razón para estarlo?
Desde luego, pero la perseverancia es indispensable. Está de por medio el cumpliento del artículo 22 de la constitución política de Colombia que dice que la paz es un derecho de obligatorio cumplimiento.
¿Cuál es la posición del gobierno Duque?
Han estado reacios a la implementación del acuerdo y quieren hacerle modificaciones a lo pactado en La Habana. El acuerdo tiene muchos incumplimientos.
¿Quiénes son los que más han perdido con el incumplimiento del acuerdo?
Los excombatientes. Las políticas para su reincorporación socioeconómica no se están desarrollando y se sienten traicionados. Aunque han entregado las armas, su economía de guerra, el Estado no les ha garantizado el cubrimiento de sus necesidades primarias y se ven obligados a recurrir a la informalidad laboral.
¿Tienen alguna opción?
Miembros de las FARC y sus familias se encuentran en una situación crítica. Algunos de los espacios territoriales de reincorporación y capacitación se han convertido en refugios de pobres.

¿Ha vuelto Colombia a ser peligrosa para la organización social?
Nunca ha dejado de serlo. Particularmente, para los líderes de los movimientos sociales. Más de 400 líderes sociales han sido asesinados en Colombia en los últimos dos años. El crecimiento del fenómeno paramilitar en los territorios dejados por las FARC y la presencia de otros grupos armados como el ELN o el EPL genera una situación de incertidumbre.
¿Por qué es tan difícil la reconciliación social en Colombia?
Por la polarización. Hay muchos sentimientos de odio y de resentimiento que son los que alimentan los imaginarios del comportamiento social y político. Desde esa perspectiva, es muy difícil avanzar.
¿Existe una “verdad” del conflicto?
La verdad del conflicto armado es polifónica. Se lee desde la sensibilidad particular de cada actor. Hay muchos obstáculos para construir una verdad histórica que posibilite la reconciliación nacional entre actores y víctimas.
¿Cuántos crímenes se han cometido?
Tenemos una estela de 8.5 millones de víctimas. 6.5 millones de desplazados forzados, 800.000 muertos más o menos, 110.000 desaparecidos y 17 tipos de victimización que es necesario reparar. Ese es el camino de la reconciliación.
¿Es posible perdonar?
Quienes gobiernan tienen un sentimiento de odio, rencor y venganza que se expande en la sociedad colombiana a través de los medios de comunicación. Es un proceso que genera mayor polarización. Lo más paradójico, en Colombia, es que quienes ahora tienen mayor capacidad de perdón son las víctimas.



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Un discurso sin consecuencias, un involucrarse sin arriesgar nada ” ni el empleo” parodiando a Eduardo Galeano. El lenguaje que impone el sistema utilizado sin crítica hace mella en la conciencia de la gente: Polarización es la palabra de moda que oculta la explotación y opresión del capital. Quién Polariza ? El que exige, reclama,protesta. Polarizar es un concepto que,desde el pensamiento único, desarma la conciencia crítica, que es la puerta de entrada a la acción transformadora de la realidad.
Las víctimas de la violencia de derecha somos todos los colombianos, que alcanza su culmen en el Genocidio la masacre,la tortura,la desaparición forzada todos asesinatos de Estado, pues los criminales de derecha operan en defensa del Estado y si fuerzas que se reclaman subversivas violan las normas de la guerra insurreccional deben ser castigados por el pueblo que dicen representar.
Reconciliación es otro de los nuevos lenguajes que se convierten en inane, cuando de desvirtuar los justos reclamos de los pobres: obreros y campesinos, pueblos indígenas y negros, mujeres y comunidades. Quienes se reconcilian? Solo lo hermanos de clase, los que comparten ideales, proyectos de sociedad distinta la oligarquía permanece unida, hermanada, ellos no necesitan reconciliarse. El pueblo requiere unidad y solidaridad, unificarse y aliarse en un proyecto político de sociedad justa y de verdad democrática popular.
Re-conciliar, es dos o más veces eludir las contradicciones, las desigualdad, la injusticia. Reconciliarse es dejar “las cosas”
como eran en su origen, que cambien las apariencias y las causas de esas ” cosas” retomarán su rumbo.
La profunda miseria de millones de colombianos la fascistizacion del Estado, la división de la sociedad en clases sociales donde una oligarquía detenta el poder desde los orígenes de la Republica no está en el “imaginario” de las clases oprimidas, está en la realidad concreta.El 1% de una población de 50 millones es dueña del más del 90% de la tierra cultivable..De 20 millones de trabajadores solo 1 millones está organizado en sindicatos. El salario mínimo que los patronos permiten poner a los asalariados por debajo de la línea de pobreza monetaria. Miles de desplazados internos y una dispara que sobrepasa 7 millones de colombianos. Miles de desaparecidos y asesinados por el Estado y Miles de nadies,padres y hermanos que los lloran. Esto no está en el imaginario.
Que viva el lenguaje estúpido, grita al unísono la máquina de propaganda del Estado.