Son muchas las expectativas que se han formado alrededor de la manifestación de este 8 de marzo, un evento que desde hace ya algunos años congrega a millones de mujeres en el mundo exigiendo igualdad en sus sociedades. Después de la increíble acogida que tuvo el paro en 2018 en España, este año buscarán convertirse nuevamente en un referente en Europa.
A solo unos días, conversamos con tres mujeres diversas para conocer qué significa este día para ellas desde su experiencia viviendo en Barcelona. Para algunas, el muro de obstáculos que se impone ante las personas migrantes parece crecer un poco más siendo mujer. Para otra, trabajar como actriz es el menor de sus retos cuando se es una mujer negra.
Sus respuestas nos permiten conocer un poco más sobre los mensajes que las mujeres migrantes, refugiadas y racializadas desean poner sobre la mesa, concentrándose a partir de las 16 horas en Rocafort antes de ir a la manifestación general. Conoce cuáles fueron:

¿Quiénes y con quiénes marchamos este 8M?
Encontrar un momento para conversar con Paula Santos, una hondureña de 35 años, no ha sido sencillo. Llegó a Barcelona hace más de diez años, y durante los primeros cinco fue trabajadora del hogar y cuidados. Después de esta experiencia y junto a otras mujeres migrantes con vivencias similares, fundaron la Asociación Mujeres Migrantes Diversas y desde entonces, trabajan dedicadas para fortalecer y empoderar a las mujeres latinoamericanas. En suma, Paula tiene un gran compromiso reflejado en una agenda apretada.
Por años, la asociación se ha enfocado en reivindicar y dignificar los derechos de las mujeres que desarrollan esta actividad, que a veces puede ser más demandante y exigente que cualquier otra. En palabras de Santos: “te anulas tu misma para poder atender a una familia, ¿crees que para (tener) un trabajo, uno tiene que abandonarse totalmente y además por un sueldo tan precario?”. El cuerpo y la mente también lo resienten: muchas de ellas desarrollan lumbalgia, lesiones en la ciática, insomnio y depresión.
Este viernes, Paula marchará junto a sus compañeras buscando salir de lo que ella reconoce como “suelo pegajoso”, ese por el que camina cuando no solo existe una brecha salarial en oficinas corporativas, sino también en los sueldos y condiciones de vida precarios de las que tienen que vivir el 88.9% de mujeres de los 635.300 trabajadores del hogar que hay en España. “Creo que en este caso, apela a reivindicar a las mujeres que van a ir a la marcha y que tienen una trabajadora del hogar. No que “la lleven con ella”, sino que la dejen salir a la manifestación, que sea un día que puedan decir: “bueno compañeras, unámonos a la marcha””, reflexiona. Aunque -admite- algunas no puedan participar por el temor de ser “castigadas” siendo despedidas de su empleo.
Barcelona concentra el mayor número de hondureños en toda España en la actualidad. El trabajo en el hogar y cuidados es la ocupación en la que más se desarrollan las mujeres hondureñas y migrantes en general; en muchos casos como internas, sin contrato y sin acceso a derechos básicos labores.

¿Somos todas iguales en la marcha?
Tamara Ndong supo desde muy pequeña que quería ser actriz. En su natal Malabo, en Guinea Ecuatorial, solía jugar con sus amigas representando todo tipo de personajes y disfrutando ser una persona diferente en cada ocasión. Hoy, estar frente a otras personas haciendo teatro -dice, con una gran sonrisa- la hace realmente feliz. Pero reconoce que ser actriz negra en España es un desafío, un reto del que era parcialmente consciente: “no es hasta que estás metido dentro del meollo que no te das cuenta de lo mucho que queda todavía por trabajar”, señala.
Y es que con 24 años y con experiencia representando personajes en televisión y teatro, Tamara admite que la mayoría de los castings a los que asiste están basados en estereotipos sobre gente negra y que hace tiempo que eso la frustra. Más aún porque siente que los personajes a quienes da vida reflejan una realidad distorsionada del papel de las mujeres negras en la actualidad, quienes ya conquistan diversos espacios: “Ahora las mujeres negras estamos levantando nuestra voz; estamos orgullosas de ser negras, de tener el pelo rizado y nos sentimos iguales”.
La representación importa. Ya sea sobre una tarima o un podio, para la joven actriz, ver a una invitada negra en una charla hace que sienta que realmente se están escuchando todas las voces. Cuando no es así, considera que se está perdiendo la oportunidad de escuchar a una parte de la sociedad que aún no se siente integrada. “El día 8 es una lucha por los derechos de las mujeres y a mi me gusta ir con mis amigas, yo me siento igual que ellas, pero (quisiera) que la persona que tenga al lado también me vea como una igual. Muchas veces aún me pasa que no me siento como una igual aquí. Todavía hay microracismos, que nosotros los negros detectamos muchísimo. A lo mejor no te das cuenta, pero eso existe”, cuenta Tamara, quien vive en Barcelona desde los 6 años.

¿Quiénes hablan de feminismo?
Después de hablar con Florencia Brizuela, es posible terminar con más preguntas que respuestas. Vino de Argentina a Barcelona hace casi 12 años y aquí participa de forma activa en colectivos como La casa, Colectivo Feminista Antirracista, que trabaja combatiendo las distintas formas de violencia que viven las mujeres en procesos migratorios, y la Asamblea Antirracista, que surge poco después de la Tancada migrant. Desde su experiencia, Flor considera que la ciudad tiene mucha trayectoria valiosa de lucha feminista, empujado por las mujeres catalanas y migrantes.
Pero para la activista de 35 años, el desafío radica en que “existe la noción de que los problemas que enfrentan las mujeres son homogéneos”. Si bien reconoce que existen iniciativas que luchan por distintas temáticas, aún siente que el movimiento feminista no busca incluir en el debate público, político y social, las otras formas de violencia que enfrentan las diversas mujeres que viven en Barcelona y que -acota- no son las mismas para todas.
“Creo que es importante que se reconozcan y que se hablen a nivel social porque si nosotras queremos transformar la sociedad de una manera profunda, tenemos que generar nuevos discursos que tengan en cuenta todas las necesidades de las mujeres”, explica Flor, quien cree quizás que la pregunta más importante que debemos hacernos es “¿quiénes y qué discursos están liderando el movimiento en nuestras ciudades?”. Buscar la respuesta a este interrogante puede abrirnos nuevas ventanas para encontrar otras miradas que sumen a un mismo mensaje. Sin embargo, advierte que no es fácil; que es, incluso, doloroso. “También creo que dentro del feminismo blanco ha calado mucho el discurso que vivimos en una opresión. Decir que alguien vive en opresión por ser mujer en una sociedad determinada, pero que esa misma mujer también tiene privilegios por ser blanca, genera en cierta manera miedo o rechazo”, sostiene.
Es difícil predecir qué pasará después del 8M. Lo cierto es que desde que hablamos con más mujeres sobre estos desafíos, somos más conscientes de que así como el problema, la solución a la desigualdad de derechos también es transversal. Todo dependerá de qué tan capaces somos de contestar estas preguntas y empezar a cambiar nuestra mirada.