Jordina Arnau es miembro del colectivo Mandràgores que trabaja para contribuir a la educación sexoafectiva de mujeres y jóvenes desde una perspectiva feminista. Desde una voluntad clara de transformación personal y colectiva, esta asociación que nace en 2016, enlaza muy bien sus tareas con las reivindicaciones de la huelga feminista del pasado 8 de marzo.
Partiendo del poder emancipador y revolucionario de la educación como herramienta, Mandràgores intenta romper tabúes y mitos creados a raíz del aislamiento al que se ha sometido a las mujeres respecto ciertos espacios de debates y discursos empoderadores. Talleres de formación libres, naturales y vivenciales suponen la gran arma de este grupo para el empoderamiento individual y -de rebote- colectivo.
¿Por qué es importante el trabajo que hace Mandràgores?
Lo que pretendemos es fomentar la educación sexual y afectiva de niños y niñas, jóvenes y mujeres desde una perspectiva feminista y transformadora. Lo hacemos creando espacios de aprendizaje colectivo que nos permitan romper el aislamiento al que hemos sido sometidas las mujeres con respecto a nuestra sexualidad. Velamos para recuperar el conocimiento sobre nuestro cuerpo y nuestra salud, porque nos han desposeído de ello. Tenemos que volver a hacerlo nuestro, individualmente, para transformarnos, primero nosotros y luego lograr un empoderamiento que lleve a una transfornació colectiva.
Esta tarea, con niños, niñas y jóvenes, la hacemos buscando una revisión y acompañamiento tanto desde las aulas como fuera de ellas. Organizamos encuentros con ayuntamientos, centros recreativos, escuelas o esplais, también buscando la formación de las personas que educan.
Las formaciones se hacen a través de talleres, sobre todo, con aprendizajes compartidos. Una de las tareas más importantes que hacéis es desmontar los roles que se nos han impuesto a las mujeres dentro del sistema. Para ello, los talleres para jóvenes son mixtos, pero para mujeres adultas son no mixtos. ¿Por qué?
Nos encontramos que con niños y jóvenes hay una educación afectiva y emocional desde la necesidad del habla. Creemos en el espacio mixto desde pequeños porque tenemos que poder hablar de sexualidad, hay que conocer el cuerpo porque actualmente, por desgracia, todavía no está a la orden del día. Creemos firmemente que la educación es un pilar clave para evitar la violencia machista. Pero en cuanto a las mujeres adultas, trabajamos de manera no mixta porque necesitamos generar espacios para autoconocernos y transformarnos. Y porque el debate que se comparte entre mujeres es muy sano, enriquecedor y empdoerador.
Son talleres muy vivenciales, cada una de las personas se revisa y analiza cómo la ha influído el sistema heteropatriarcal en la construcción de su sexualidad. A partir de esta revisión construye y define cómo quiere vivir su sexualidad, liberándose de los mitos, los tabúes que nos condicionan y nos limitan y que se nos han inculcado a través de muchísimos espacios a lo largo de nuestra vida.

¿Cómo se alcanza este empoderamiento de la mujer?
Para estos talleres de mujeres nos basamos en la pedagogía feminista de la antropóloga Marcela Lagarde. Consideramos que estos espacios son de conciencia y reunión entre mujeres: cada una aporta sus conocimientos y saberes diversos. También nos han desposeído de esos momentos de encuentro, discusión y aprendizaje mutuo. Es por ello que creemos que gustan tanto los talleres, porque sienten que han hecho algo muy diferente y porque la energía generada entre mujeres te dota de la capacidad de afirmarte en tu fortaleza, en que nuestros cuerpos son un campo para disfrutarlo, pero siendo conscientes de cómo disfrutamos y por qué.
Es increíble ver el gran desconocimiento que tenemos de nuestros cuerpos: en una parte del taller enseñamos fotos de nuestros genitales internos y externos y no sabemos cómo son ni cómo funcionan. Esto nos condiciona a nivel físico.
¿Se podría ligar esta voluntad transformadora que comentas con la huelga feminista del pasado 8M?
Sí, Mandràgores como asociación desarrolla mucho trabajo ligado a la calle. Nuestras reivindicaciones son las mismas que las del movimiento. Trabajamos para facilitar espacios de empoderamiento. Cambiar la mirada sobre nuestras masturbaciones, liberarnos de las limitaciones, generar educación sexoafectiva… son reivindicaciones del movimiento feminista.
La del 8M, aparte de una huelga laboral, estudiantil y de consumo, es una huelga de cuidados y del trabajo reproductivo que recae en la mayoría de casos sobre las mujeres. Estas tareas tienen que ver con la parte emocional que, a su vez, tiene que ver con la sexualidad. ¿Los cuidados son parte esencial de los talleres de Mandràgores?
¡Por supuesto! De hecho, la autoestima es una de las partes que se trabajan y que también inculcamos a niños, niñas y jóvenes. Es importante, para una sociedad sana, que cualquiera de las personas que formamos parte nos empecemos a amar para poder aportar. Como mujer nos han educado tradicionalmente en el rol de ser siempre amables y estar al servicio de los demás. Desmontamos esto y trabajamos, ante todo, el amor propio, el respeto y la aceptación hacia una misma para poder aportar socialmente, siempre, hasta el punto que queramos y consideremos. Y esto es una cuestión básica en el empoderamiento sexual: debemos ser nosotras las que decidamos y actuemos como queramos y cuanto más nos satisfaga.
Para cambiar lo que se reivindica desde el 8M ¿es necesario que esto que enseñáis en los talleres estuviera normalizado e introducido en los programas educativos?
Creemos plenamente en el papel de la transformación social a través de la educación. Haría falta que dentro de los currículos se trabajara de forma transversal la educación sexoafectiva. Son necesarias medidas institucionales para que estos discursos no se queden en una convocatoria de huelga. No debe ser un trabajo que se haga sólo desde las asociaciones, sino que debe haber acciones reales a nivel legal que asuman la magnitud del reto y nos permitan avanzar.
Esta entrevista es fruto de la colaboración entre la Fundación Catalunya Plural y Radio Tierra, para un periodismo colaborativo y cooperativo
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Mi marido y yo siempre queríamos tener hijos …pero soy infertil . Una de las opciones que me ayudo tener hijos es maternidad subrogada. Muchas gracias a aquellas mujeres de los vientres de alquiler que se sacrifican por nosotros, los que queremos simplemente ser feliz es y tener hijos , pero por cuestión de la naturaleza , Dios lo sabe por que no lo podemos . Pudimos ser padres con el centro de reproducción asistida (https://maternidad-subrogada-centro.es) . Ya conocemos a varias parejas que se lograron su sueño ahí . Gracias a todos los médicos , el equipo del centro y por supuesto a nuestra gestante Svetlana.