La entrada al CAP Doctor Lluís Sayé (Raval Nord) sigue siendo la misma que en los últimos meses y que los últimos 27 años. Una pequeña sala con poco más de 10 sillas en fila y un mostrador con dos trabajadoras del centro. La puerta demasiado pequeña. Tanto que apenas pasa un cochecito, no hablaremos ya de camillas. El edificio cuenta con tres plantas funcionales y una cuarta cerrada con una pequeña cadena. No es seguro subir por el estado de las ventanas, el yeso de las paredes que las deshace y la inestabilidad de las barandillas de la terraza con la que cuentan.
En la sala de espera, un hombre se tiene que apartar cada vez que alguien quiere entrar y ya se acumulan tres cochecitos. Entra una mujer y toma número de una máquina que recuerda a las de las charcuterías. En las plantas de arriba, los pasillos ya estan bien llenos. Son las 10.30h del día siguiente a la celebración de la Comisión de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Barcelona que dijo que no de nuevo. Los profesionales sanitarios que han hecho una pequeña pausa para el desayuno se cruzan con los usuarios del centro antes de entrar a atenderlos. Les preguntan cómo se encuentran. Aunque ellos responden que bien, que hoy vienen por la boca y no por ningún resfriado, la mirada pregunta a la inversa: ‘¿qué nos pasará ahora?’
Es evidente que esta situación no se puede alargar más en un centro de atención primaria que da cobertura a la mitad de la población que vive en el Raval. Y aunque los grupos municipales presentes en el Ayuntamiento de Barcelona dicen estar de acuerdo con esta idea, sus votaciones han ido en contra de solucionar el conflicto del espacio. Y las trabajadoras del centro ya no pueden más. Lo resumen en una necesidad tan básica como tener derechos: “salud para los vecinos y poder desarrollar la actividad asistencial en condiciones dignas para los trabajadores”.
Estos derechos desde el CAP entienden que no se pueden posponer más: “hace años que se evalúan espacios y si sólo se ha dado por bueno la Capilla de la Misericordia en un informe será por algo”. Ante la opción que ponía ayer sobre la mesa ERC de ubicar el nuevo CAP en el solar de la Universidad de Barcelona, además de la oposición de la misma universidad, los trabajadores ven que es inviable. Si se aprobara, opinan, aparte de cambiar los usos y sacar la función didáctica que cumple para la UB, el espacio sería cero práctico para las ambulancias y también le quitaría espacio verde a los vecinos. Antonia Raya, enfermera del centro, encuentra injusto que tengan que ser ellos los que estén pendientes: “es una emergencia del barrio que debe resolverse fuera del debate político y electoralista que se está generando”. Además cuando, en su opinión, “el MACBA es evident que acabará encontrando un espacio” y que lo que tendría que hacer ahora es ceder y “quedaria bien con todos los vecinos”.

Vecinos que como los profesionales de Raval Nord también sienten “decepción y mucho malestar”. Iñaki García, vecino del Raval que forma parte de la Plataforma por un CAP Raval Nord Digne, cree que “la opinión pública tiene claro que la salud es prioritaria” y, por tanto, “construir el nuevo CAP o ampliar el MACBA, que funciona con normalidad, no es comparable “.
Antonia Raya sufre el mismo estado de ánimo de los vecinos: “nos sentimos tristes, enfadados y maltratados y esto es un síntoma del cansancio”. Aún así, no se detendrán porque entienden que es “un tema de dignidad y de justicia social”. Y en este sentido, una de las cosas buenas que han derivado de esta lucha ha sido la unión que se ha creado en el barrio. Una ganancia social que se ha visto reforzada por el trabajo conjunto entre entidades del barrio.
Uno de los usuarios que Raya ha atendido justamente hoy, al día siguiente de la negación de una solución para el CAP, sufrirá un desahucio en menos de un mes. En el CAP, como en la mayoría de los centros de Atención Primaria, el tiempo no es un bien muy común. Ante situaciones como ésta, donde usuarios te piden ayuda porque “no quieren tener que volver al psiquiátrico” por sufrir violencia socioeconómica, Raya apunta que “la red con la gente de la PAH ayuda mucho a mantener a estas personas con menos malestar”. Así, las alianzas sociales que se han creado ayudan a dar respuesta a problemas que la Atención Primaria no ampara por seguir un modelo más biomédico.
Los trabajadores sólo piden salud para los vecinos y condiciones para ellos. “La mayoría somos fijos y si quisiéramos nos iríamos pero no queremos; no podemos dejarlo porque no podemos dejar esta gente sin un centro de salud”, declara Raya. Saben que las condiciones de trabajo no son amables, dicen que tampoco existen las condiciones necesarias de seguridad pero que aún así, hace tanto tiempo que esto se alarga, que ya lo han normalizado. Del mismo modo que entienden que, dado que el Raval es un barrio donde sus habitantes son “mayoritariamente pobres y/o inmigrantes y donde, según informes, es donde menos se vota, esto hace que su población no importe a los partidos políticos”. Raya aún se atreve a añadir que se está siguiendo una lógica clara: “si esta gente se va, no habrá un centro de salud”. En el mismo sentido, esta lógica lleva a afirmar que “no es un debate de necesidades básicas, es un debate de clases sociales”.

Algunos de los miembros de los grupos municipales han defendido en debates y charlas organizadas por la Plataforma CAP Raval Nord Digne que buscan lo mejor por el barrio porque ellos también forman parte. Raya, así como sus compañeros de trabajo, encuentran ofensivo que ahora los políticos “saquen los 8 apellidos vascos“. “¿Les gustaría estar en el potro ginecológico y que les cayera el techo encima? O ahora, como la consellera, ¿acabar de tener un hijo y estar de pie con el cochecito y tu recién nacido en un pasillo, porque no tenemos ni sala de espera, con 20 niños con mocos y cagalera? Pueden haber nacido o vivido en el Raval pero no son nosotros. Dicen ‘nosotros somos vosotros’, pero es mentira. No son nosotros “.
Y ese nosotros es una población que quizás no es la que más importa en la ciudad pero una población muy resiliente que ha aprendido a convivir con todo tipo de adversidades, indica Raya. De este modo, “los pacientes no se quejan, no valoran la situación material sino el trato y el servicio que reciben”. De nuevo pues la responsabilidad del espacio, como en muchos de los casos dentro del sistema sanitario, recae sobre sus profesionales. Trabajadores que ahora ya hace unos meses que se han fijado en dejar claro que “no puede haber ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda”. Que “por mucho que esto suceda, no puede ser así en los servicios básicos como el de la salud”.
Como Plataforma, Iñaki explica que la ciudadanía no dará por cerrada la reivindicación y que, hasta el próximo pleno que se celebrará el próximo viernes, se realizarán diversas acciones tanto en el sector salud como a nivel de barrio. Un barrio que a pesar de esperar las reacciones de PP y Ciutadans por los antecedentes, no esperaban que ERC, entendiendo que desde Conselleria se defiende la Misericordia, haya hecho este cambio de actitud. Así, la Plataforma pide a ERC que lo reconsidere y Iñaki apunta que “si esto queda así, el MACBA tendrá una responsabilidad muy grande contra el barrio”. “Ahora la prioridad es el CAP, luego ya vendrá el resto”.