La sesión de constitución de los ayuntamientos y elección de los alcaldes, el pasado sábado, se celebró en algunas poblaciones en un ambiente de tensión elevada, con insultos, gritos y nervios a raudales. El escenario principal de este clima se vivió en la plaza de Sant Jaume de Barcelona entre partidarios y contrarios a la reelección de Ada Colau como alcaldesa. Pero también hubo disputas subidas de tono en poblaciones como Sant Cugat, Sabadell o Santa Coloma de Farners.
Horas antes en Sant Cugat, un pacto entre ERC-Més, PSC y la CUP ponía punto final a 32 años de gobierno de convergents y postconvergents. La Assemblea Nacional Catalana convocó a sus simpatizantes a protestar contra el acuerdo, ya que su apuesta era un pacto entre ERC-Més y Junts per Sant Cugat. “¡155!” y “Fora PSC”, gritaron unos. “3%” replicaron los otros.

De las redes a la calle
Era como si el escenario habitual de los insultos, burlas e improperios se hubiera trasladado por unas horas de Twitter a la calle y en los salones de plenos municipales. La juerga en la red social era inmensa, claro. Javier Cercas escribía el domingo en el diario El País un artículo titulado “La gran traición” en el que argumentaba que muchas personas que vinieron a vivir a Catalunya hace muchos años y se sentían integradas ahora se sienten estafadas. Inmediatamente Gerard Quintana, Xavier Sala i Martín, Toni Soler, Pilar Rahola o Màrius Serra se le echaron al cuello. “La gran tergiversación” era el título del artículo que, a las pocas horas, le dedicaba Màrius Serra en El Nacional.
Tica Font, ex directora del Institut Català Internacional per la Pau (ICIP), también cree que estas dos entidades deben hablar con su gente “para pedirles un comportamiento más adecuado”. Font cree, sin embargo, que son los partidos los que deberían dar el primer paso para romper la dinámica que ha llevado al estallido del sábado. A su entender, los últimos años se ha vivido en campaña electoral permanente y “se ha instalado un discurso de confrontación, de choque, de líneas rojas, de insultos personales, interrupciones en los debates en televisión” que ha influido a la población.

“Nervios a flor de piel”
“Los nervios están a flor de piel”, dice Arcadi Oliveres y “básicamente se debe al recorte total de libertades, los encarcelamientos que hemos sufrido, con las situaciones injustas personales y familiares consiguientes, y a un juicio en el que se ha actuado de forma negligente”. Dice también, sin embargo, que esta tensión ya hace años que se acumula. Está de acuerdo Tica Font que imputa parte del aumento de la crispación que se ha visto estos días a que “se ha hecho un discurso de mucha carga moral, según el cual todos los que no están en el bando moral bueno pasan a ser considerados inmorales”. Añade que “mucha gente ha sufrido la frustración de no alcanzar los objetivos buscados y la ha vertido en los demás, no en sus dirigentes”.
Sobre el hecho de que no haya habido actos de violencia explícita salvo el lanzamiento de objetos, habla Paul Rios, activista del movimiento Lokarri por la paz y los derechos humanos, en la revista digital del ICIP dedicada al Diálogo en sociedades polarizadas: “Me resulta sorprendente que, con todo lo que ha pasado en los últimos años, no se haya llegado a un grado de violencia”, dice. Considera que la explicación podría estar en que en “el ADN de la sociedad catalana haya un cierto rechazo a utilizar la violencia y un cierto convencimiento de que este no es el camino para solucionar lo que está pasando”.
El director del ICIP, Kristian Herbolzheimer, considera que “estamos en una fase de confrontación política donde los actores no se ponen de acuerdo ni en la naturaleza del conflicto ni en la forma de tratarlo. Necesitamos un cambio de paradigma: un gérmen crítico que pueda movilizar a una masa crítica que apueste por iniciativas creativas, de modo que lo que ahora parece impensable se convierta posible”, y sentencia:” Tenemos que aprender a vivir en el conflicto, sin hacernos daño”.
Twitter como campo de batalla
El peso de las redes en la difusión de la agresividad es evidente, según Tica Font, y pide que los líderes de los movimientos políticos y sociales soliciten a través de la misma red que se moderen las expresiones más insultantes. Por ello, Helena Puig, codirectora de la organización promotora del pacifismo Build Up, citada también en la revista del ICIP, considera que “el impacto negativo de las redes sociales en conflictos es muy superior a la influencia positiva”.
Preguntados sobre si espectáculos como los que se vivieron el pasado sábado se repetirán en el futuro y si el conflicto evolucionará hacia vías más dialogantes y respetuosas, Arcadi Oliveres se muestra más optimista que Tica Font. La ex-directora del ICIP no ve señales de cambio en JxCat y ERC, implicados como están en su contencioso para conseguir la hegemonía del independentismo. El veterano activista pacifista, que se define como ‘optimista por naturaleza’, dice que “esto acabará bien porque las cosas se han hecho bien. Quizás habrá que esperar algunos años. Yo quizás no lo veré, pero los jóvenes sí. A la larga acabará bien”.


