“Nos quieren expulsar de aquí, todos fuera y ya está, sin ofrecer ninguna alternativa. Estuve viviendo en la calle mucho tiempo, no podía dormir y tenía miedo, me puse enfermo por problemas psíquicos, de los nervios”, explica Assin, joven inmigrante que vive en la Tancada.
Como Assin, unas cuarenta personas más sin papeles viven en la antigua Escola Massana de Barcelona, a la que llaman la Tancada. Son migrantes que llegaron a Barcelona por problemas económicos o políticos en sus lugares de origen. Conviven jóvenes marroquíes ex tutelados tras cumplir los 18 años, mujeres africanas que sufrieron abusos en el cultivo de la fresa andaluza, personas excluidas de la demanda de asilo por no proceder de países considerados “peligrosos”, o demandantes de protección internacional que no consiguen plaza en ningún albergue.

Algo tienen en común todas estas personas: ven cómo el racismo institucional les impide acceder a sus derechos, derechos humanos universales reconocidos por la comunidad internacional.
La estancia en su refugio y espacio de lucha política está en peligro. El 25 de junio recibieron la notificación del Ayuntamiento de Barcelona en la que se les comunicaba el inicio del proceso administrativo para su desalojo. El consistorio pretende reconvertir la antigua Escola Massana en un equipamiento cultural.

Ronney, que llegó de Camerún hace 7 meses dejando atrás a su mujer e hijos, fue acogido en la Tancada desde el mes de junio, y declara que atraviesa “un período difícil que me ha provocado insomnio, no sólo por los problemas para conseguir comida, sino especialmente por la reciente notificación del Ayuntamiento de que nos van a sacar de aquí. Esta situación nos hace vivir con mucha angustia y estrés. Si nos echan de aquí y volvemos a estar en la calle, será como destruirnos la vida”.
Reivindicaciones frente a la Ley de Extranjería
Con el lema “Luchemos por derechos”, en el año 2017 se formó la Plataforma Asamblea 2 abril. Era un primer intento de unir las fuerzas de colectivos sociales migrantes. De esta Plataforma, que aglutinaba diversos grupos en defensa de los derechos humanos de las personas migradas, nació en abril del año pasado la Tancada Migrant (Encierro Migrante).

El encierro se llevó a cabo en la antigua Escola Massana como espacio de resistencia y, a lo largo de los meses se ha convertido, además, en refugio de inmigrantes sin papeles. El objetivo era y es denunciar el racismo institucional que sufren las personas migrantes por la Ley de Extranjería y se presentaron once demandas entre las cuales reclaman: sanidad para todos, derechos para todas las migrantes y refugiadas, despenalización de la venta ambulante o el cierre de los CIES.
Emitieron un manifiesto con un fuerte apoyo de entidades sociales y eco en diversos medios. Sin embargo, se lamentan que por parte del gobierno central no han conseguido nada. Solo, y con mucha demora, el empadronamiento sin domicilio en la ciudad de Barcelona.

Ibrahim Oumouhou, marroquí y presidente de Cornellà Sense Fronteres, lleva apoyando la causa desde el inicio. Lucha por los derechos de los migrantes de forma voluntaria y denuncia los problemas de la ley de extranjería. Según él las fronteras no existen para todo al mundo.
Su crítica lo deja claro: “si venimos dos personas desde Marruecos, una pobre y otra rica, la primera tiene que venir en patera arriesgando la vida y saltando las vallas. Después necesita esperar un mínimo de tres años para regularizarse, siempre que consiga un contrato de trabajo de mínimo un año a jornada completa. Al marroquí rico, en cambio, le dan la bienvenida en el aeropuerto. Si llega con dinero y necesita la nacionalidad, al día siguiente ya la obtiene”.

La protección de las mujeres ha sido un tema prioritario desde el inicio de la Tancada, ya que en la calle son más vulnerables que los hombres. Por ello, la regla es que las mujeres que llegan y piden ayuda, entren directamente, mientras que las solicitudes de los hombres pasan por la asamblea, donde se estudia su caso, tras oír sus explicaciones. “Vivir en la calle es mucho peor para las mujeres, pues les puede pasar cualquier cosa, hasta violaciones u otros actos graves”, relata Ibrahim.
Sabe, por su experiencia, que la mujer africana que se convierte en víctima, no se atreve a denunciar, ya sea por su cultura, por vergüenza o porque se siente culpable. Por otra parte, al no tener papeles, si van a la comisaría a declarar y denunciar, se les puede abrir un expediente de expulsión. “Como consecuencia, aguantan cualquier agresión que les ocurra, tienen miedo y asumen que si son violadas no lo podrán denunciar, lo cual es muy grave”, añade con preocupación Ibrahim.

Ya se han dado casos en los que se ha abierto un expediente de expulsión a mujeres que han denunciado ser víctimas de violencia, a pesar de no estar legalmente permitido.
En la antigua Escola Massana viven varias mujeres, entre las que al menos cuatro llegaron con el sueño de encontrar una vida mejor en Barcelona y huyendo de la explotación que sufrían como temporeras en Huelva.

Espacio social y de apoyo humano
Los inmigrantes de la Tancada proceden de diversos países y culturas: Georgia, Pakistán, Camerún, Nigeria, Senegal, Mali, Marruecos, Venezuela, Colombia,… Comparten lo que hay y se organizan en turnos. Han formado una familia, a pesar de las dificultades de convivencia que plantean las diferencias étnicas. A todos les une una responsabilidad y obligación: enviar dinero a sus familias por la necesidad que tienen para sobrevivir.
No están solos. Varios activistas siguen apoyando a estas personas excluidas del sistema.

Un ejemplo son los miembros del Espacio del Inmigrante, que organizan actividades sociales, invitando a diferentes colectivos, en las que se vende comida preparada por los miembros de la Tancada y ofrecen formación gratuita, atención médica y asesoramiento jurídico. Incluso Rosa Sánchez, artista puertorriqueña y defensora de los derechos humanos, imparte talleres, como el de serigrafía, en los que aprenden a estampar camisetas para luego venderlas y generar, así, ingresos que autogestionan para subsistir.
Otras ganancias se generan por las mujeres del Magreb haciendo tatuajes de henna. Esto se diferencia de vivir en un albergue, pues se sienten útiles y están activos, creando día a día.

Podemos ver a mujeres de la Tancada cocinar alimentos para venderlos en actos públicos como conferencias, video-fórums y otras celebraciones: Souad se ha especializado en hacer pasteles, Hafida y Karima en preparar madalenas y té marroquí. La nigeriana Lili es artista y anima en las programaciones culturales. También el coordinador Miah, de Pakistán, colabora haciendo tortas típicas de su país, ayudado por Pedro, de Venezuela, uno de los miembros más antiguos de la Tancada, y Mamadou, de Senegal, preparando cuscús.
Esteban Yanischevsky es un veterano activista en los encierros de Barcelona. Forma parte de varios movimientos sociales, como el de Tras la Manta y el de “los yayoflautas”. Apoya diaria e incansablemente a los miembros de la Tancada fomentando la solidaridad y la convivencia entre las diferentes culturas y la adaptación a los cambios cuando entran personas nuevas.

Tamy y Eloísa también respaldan a estas personas desde fuera, junto con Esteban, en organizarse y realizar trámites, como el empadronamiento. A los tres los consideran su familia. “Son como mis padres; doy gracias a Dios por haber encontrado estas maravillosas personas que nos ayudan”, exclama Ronney con los ojos brillantes…
Iman y Aouatif, dos jóvenes hermanas marroquíes que llegaron a Barcelona hace 9 años, apoyan también a las personas de la Tancada. Los animan a participar en actividades del barrio del Raval y en las manifestaciones por los derechos humanos.

Además, utilizan el espacio para las reuniones de su organización, Ex-Mena, que pone en contacto a jóvenes menores y ex-tutelados de la calle con educadores y servicios sanitarios, por ejemplo. Reclaman que estos chicos puedan acceder al sistema, como que tengan más facilidad para conseguir permiso de trabajo.
Los miembros de la Tancada manifiestan interés por aprender catalán y castellano para su mejor integración, y cuando pueden acuden a las clases, impartidas por profesoras voluntarias. Assin expone la dificultad para concentrarse en la formación al estar mal nutridos: “Cuando te apuntas a un curso no tienes tiempo para buscar comida. Estás muerto de hambre y la cabeza no puede funcionar. Te levantas a las 6 de la mañana, quieres solo un café, por ejemplo, y una madalena. Eso para nosotros es muy difícil, porque no tenemos dinero ni trabajo. No somos ladrones y aguantas. Buscas comida que dejan por ahí, de tiendas, caducada…”

Víctimas del sistema
Tal como declara masquecifras.org, más de 68,5 millones de personas viven fuera de sus hogares por la guerra, la violencia y graves violaciones de sus derechos fundamentales. En 2018 se produjo un importante aumento de las peticiones de asilo. Sin embargo, España rechazó 3 de cada 4 solicitudes y se acumularon más de 78.000 pendientes de resolución.
Mientras, las ciudades y los municipios son los que intentan acoger e integrar a las personas refugiadas. A nivel regional, Barcelona se declaró Ciudad Refugio en octubre de 2015, lo cual produjo un efecto llamada y que se haya multiplicado por cinco la llegada de personas inmigrantes y solicitantes de asilo.

El esfuerzo para mejorar los servicios de acogida por medio del refuerzo del Servicio de Atención a Inmigrantes, Emigrantes y Refugiados (SAIER) y el impulso del programa Nausica ha sido significativo. Sin embargo, actualmente la acogida no llega a todos los recién llegados, agravado por las políticas europeas de la última década, marcadas por graves restricciones en la concesión del estatuto de refugiado/a: excluyen a los que huyen de falta de libertades o de explotación de los recursos en sus países de origen. La realidad actual es que muchas personas inmigrantes están sufriendo y ven vulnerados sus derechos.
Mahdi, de 22 años, llegó con 13 a Barcelona escondido durante tres días debajo de un remolque de camión que embarcó en Tánger. Manifiesta preocupado: “Si van cerrando puertas, van a pasar cosas muy graves aquí, porque si no abren una puerta, un día se va a caer el muro. ¿Por qué tantos cerramientos? Esto puede provocar que la gente para sobrevivir salga a robar. Puede causar problemas muy graves Si viene gente de otro país pienso que hay que ayudarles”. Mahdi es mecánico de coches, pintor, sabe idiomas, pero actualmente es un ex-tutelado, no recibe ninguna ayuda ni tiene permiso de trabajo. Su sueño es un día hacer una película sobre su historia.

Defensa del espacio: la esperanza continúa
Según Ibrahim, parece que han convertido los derechos en deberes: “eso es un problema, hay que denunciarlo y vamos a seguir luchando. Legislan leyes sin darse cuenta de la realidad de la gente”.
Esteban se lamenta de que en el inicio de la Tancada la alcaldesa Ada Colau y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, fuesen a visitarlos y a fotografiarse con los encerrados. Sin embargo, a esa visita siguió un largo periodo de inhibición hasta la rueda de prensa del cuatro de julio, cuando la problemática saltó a los medios. Entonces accedieron a reunirse, pero sin darles ninguna alternativa. “Es una barbaridad que por la ampliación del teatro La Perla dejen a 40 personas en la calle, la prioridad no puede ser esa.

Porque no hay ninguna posibilidad de vivienda para estas personas, y con una situación como la actual de colapso habitacional municipal, vemos que la puerta de la Tancada se ha convertido en un desfile diario de gente que quiere quedarse. Pero no pueden, no caben. Algunos se esconden y se quedan porque tienen miedo, la calle es muy brava. Llegan hasta familias con niños”, se indigna Esteban y añade que van a seguir resistiendo hasta que les ofrezcan alguna alternativa.
La negociación es la única opción, según Mahdi: “No queremos ir contra las leyes. Queremos ir por las buenas y dialogar, negociar. Si nos sacan a la fuerza va a haber mucho follón. No pedimos dinero ni comida, solo un espacio”.
“Piensen que si estamos aquí, es porque tenemos conflictos graves en nuestros países, como expolio de recursos por parte de multinacionales occidentales o como en mi caso, un país en guerra y atentados de Boko Haram. La Tancada es nuestro refugio, que nos dejen quedarnos en la tranquilidad, en la paz. Espero que mi mensaje encuentre un lugar en el corazón de aquellos que tienen el poder de decisión”, declara Ronney con cierta esperanza. Pide al gobierno y a la sociedad que reflexionen en las causas de la inmigración y sobre la situación en que se encuentra



4 comentaris
Muy buen artículo de conciencia social, que remueve conciencia y corazón
Estupendo trabajo. Ojalá consiga su objetivo
Excelente trabajo. Periodismo en serio
Felicidades por tan buen artículo, Mar, es una pena que esta situación esté ocurriendo tan cerca de nuestros hogares y hoy les afecte a estas personas. Y mañana? A nosotros? A nuestros hijos?