Antes 515. Ahora 295. El cambio de numeración del carrer Industria tuvo consecuencias y saber ese antaño nos ayuda a reconstruirlo mejor. Nos situamos en el cruce de la calle protagonista de la serie con otra más bien desconocida, la del Guinardó, denominación sólo adquirida en julio de 1929, cuando se desestimó su falsa continuidad con Escornalbou, justo arriba de passeig Maragall.

Ahora mismo la única referencia para comprender qué fue esa construcción de altura modesta y ventanales simétricos en un austero frontispicio como guiño a las fábricas de finales del siglo XIX es un rótulo: Alchemika.

Ese era el nombre de una industria de plásticos ubicada en ese espacio entre, más o menos, 1955 y 1980, cuando el cambio económico propició la paulatina desaparición de todos esos ingenios, este célebre al facturar la fregona Mik. En el Plan General Metropolitano de 1976 estaba previsto transformar esa manzana en equipamientos, algo logrado hoy en día entre la biblioteca, una escuela, un centro de mayores y uno de barrio, consiguiéndose así la culminación de tantos años de demandas vecinales con el añadido de conservar las fachadas originales del edificio, carismático y muy simbólico para el Camp de l’Arpa.

La fàbrica Costa i Font | Jordi Corominas

Esta isla, más o menos uniforme, se ve completada por otra, si bien antes de hablar de esa unión, según algunos habitantes del entorno completada por un túnel subterráneo, conviene situarnos desde el contexto histórico previo a su construcción. En 1930 el rectángulo imperfecto se ocupaba en esencia por el campo de fútbol del Martinenc, y cuando lo vi en el mapa casi salto de la silla porque el hallazgo era como una madalena proustiana hacia mis recuerdos de infancia.

Desde mi memoria, estrechamente vinculada con el Guinardó, el campo del Martinenc siempre se situó en el carrer Telègraf, o en su entrada por la ronda del Guinardó. Cuando era pequeño el estadio oficial daba acceso a un terreno más reducido, aunque cuantioso, donde los fines de semana nos juntábamos muchos chicos del barrio para darle al balón en la arena, mientras de lunes a viernes preferíamos Els Quinze en passeig Maragall, de cemento y desaparecido como ese magnífico subalterno, engullido por la piscina y demás instalaciones contemporáneas.

El traslado a esas alturas debió producirse después de la Guerra y tiene fácil explicación. La Unión Deportiva San Martín, súbita metamorfosis exigida por el Franquismo, se desplazó a las antiguas instalaciones del Canódromo del Guinardó, de corta e intensa vida entre 1934 y 1936. En este caso el hueco dejado por esa iniciativa fue colmado sin dificultad, y así fue como, durante la década de los 40, el cruce de Guinardó con Industria volvió a quedar huérfano, y para más inri existían otros factores de calado.

Fábrica Alchemika, de Francesc Mitjans | Jordi Corominas

Uno de ellos, fundamental, surgía por las complicaciones derivadas de un mundo independiente a Barcelona y muy condicionado por la antigua carretera de Horta, aquí en su continuación por Freser, siempre expedita mientras las vías planificadas por el Eixample sólo podían avanzar a base de expropiaciones. En los mapas puede apreciarse. Industria, Pare Claret y Castilla, primer tramo de Trinxant, están cortadas por elementos establecidos con anterioridad a lo largo, si bien esto no supuso impedimento alguno para el empresario textil Costa Font, quien en 1946 encargó a Francesc Mitjans un complejo edilicio para su negocio.

Mitjans, excepcional incluso en sus aportaciones más antiestéticas, acababa de sentar cátedra con sus viviendas del carrer de Ferran Agulló, modelo hasta cierto punto inaugural de la nueva escuela barcelonesa de arquitectura. Aquí, alejado de ese Turó Park de los vencedores, tenía otros retos, entre ellos como conjugar las dos manzanas y sus respectivas formas, pues si la primera, antes descrita, no ofrecía tanta problemática estructural, la segunda, como puede apreciarse desde el aire, es un triángulo isósceles muy a su manera, con su ángulo imprescindible algo redondeado y la vista entonces fijada, el dato no es en absoluto superfluo, a Concepcion Arenal, proseguimiento de Freser, y el torrent de la Guineu.

Mapa de la zona l’any 1931

En el rectángulo comprendido entre Industria, Capella, Guinardó y Trinxant hay mayor solidez, rebajada desde la ligereza del aspecto para el paseante, quien con toda probabilidad apreciaba una unidad más rocosa y podía relacionar sin problemas ambos cuerpos. El de Freser, Trinxant, Pare Claret y Navas de Tolosa, aún por emerger desde otra dificultad a explicar en la siguiente entrega, se resolvió con un estilismo menos tosco y muy armónico, bello desde la simplicidad de unas líneas minimalistas como homenaje a toda una tradición catalana.

Pasadas más de siete décadas su concepción sigue admirándome, igualada en altura con su socia de Alchemika para no discriminar y respetar los orígenes rurales del barrio, algo poco mencionado y muy relevante al conjuntar Mitjans su obra con el ambiente.

Este segundo sector, precioso, tiene la integridad de su forma, no así de sus elementos al no poder intervenirse el tramo correspondiente a Pare Claret. Por eso a veces produce una impresión deslavazada. Muchas personas, al observar ese legado imprescindible, lo asocian con los estertores del Ochocientos, y ahí el mérito es exclusivo de su creador, tan inteligente como para tener la vanidad sólo en ese juego, diálogo entre épocas.

Fábrica Alchemika, de Francesc Mitjans | Jordi Corominas

La pluralidad colectiva de la vieja Alchemika tiene su reverso en el núcleo duro de la Costa i Font, en la actualidad un inmenso aparcamiento. Tras el declive del vehículo motorizado debería cambiar su función y destinarse a la ciudadanía, con especial atención a niños y adolescentes, quienes desde hace demasiado no tienen lugares para jugar como dios manda a fútbol o a cualquier otra diversión propia de su edad. Hace años unos cachondos escribieron aquello de No podem jugar a pilota? Doncs ens droguem.

Puede parecer simple, pero la usurpación de lo inherente a la ciudadanía conlleva tragedias demasiado poco comentadas. Ahora podemos enmendarlas, eso sí, con políticas consecuentes, no meras promesas de redes sociales y fotos con sonrisas de mentirijilla. Actuar no es disfrazarse, sino trabajar para reforzar los barrios desde el rigor democrático, y si el poder no lo hace el vecino tiene derecho a reclamar lo justo hasta conseguirlo, contra viento y marea.

Share.
Leave A Reply