Pepa Bertran es médica de familia, vive en Corbera de Llobregat y trabaja en el Área Básica de Salud (ABS) del Baix Llobregat Nord, que incluye los municipios de Olesa de Montserrat, Abrera, Collbató y Esparreguera. Hace atención domiciliaria y a residencias, y fue en una visita a una mujer mayor con demencia que hacía diálisis en Esparreguera a principios de marzo cuando supuestamente se contagió de coronavirus. Entonces todavía se consideraba una epidemia, llegaban noticias de Italia y de China, y la doctora no llevaba protección porque no sabía que la señora, que parecía estar bien, tenía la Covid, de la que, finalmente, falleció.

“Al cabo de unas 48 horas empecé a toser mucho. Era fin de semana. El lunes llamé al trabajo porque tenía mucha tos, tenía toda la pinta de Covid, pero como entonces en la primaria no había PCR, me enviaron a casa a hacer teletrabajo. El sábado ingresé en el Clínic con neumonía bilateral grave. No fui a la UCI, pedí aguantar al máximo, que no contemplaran esa opción todavía. Necesité oxígeno, con una mascarilla que te permite respirar por tus propios pulmones. En cambio, si te intuban, un tubo te insufla el oxígeno y te hace mover los pulmones”, explica la médica.

Pepa pasó 10 días en el Clínic, a veces sola en una habitación y a veces con otra persona, y 8 días en el Hotel Plaza de la plaza España de Barcelona. “No cabía gente en los hospitales, muchos tuvimos que irnos con el oxígeno. Los síntomas que tenía todavía los tengo. Estoy mejor, porque las analíticas de sangre salen mejor, pero la Covid me afectó a los riñones, la piel, el hígado…. Todavía hoy me ahogo, estoy baja de oxígeno y tengo un cansancio que no me deja mover. Es cómo si mi cuerpo no fuera mío”.

La doctora contagió a su pareja, que sufrió neumonía bilateral y que ya está recuperada. Sus hijos están independizados y no viven con ella, pero el sufrimiento de llevar la enfermedad a casa no desaparece. “Hay miedo a contagiar a los demás, y una vez los contagias el sentimiento que tienes es… También está el sufrimiento de mis hijos hacia mí, porque es una enfermedad nueva. Tuve un día muy crítico en el que no podía respirar, y tenía todos los parámetros de las analíticas fuera de control”.

Sanitarios con Covid-19 persistente

Pepa Bertran forma parte de un grupo de reciente creación que se llama ‘Sanitarios con Covid19 persistente’ y que está formado por unas 30 personas entre médicos, enfermeros, auxiliares y trabajadores sociales, que continúan con síntomas múltiples meses después de sufrir la enfermedad. “Pedimos que se nos cuente. Queremos saber cuántos sanitarios nos contagiamos y cuál es nuestro estado de salud. Los hay que están muy afectados, por dolores de cabeza, o porque se les duermen los brazos, o que no han recuperado el gusto o el olfato. Como es una enfermedad nueva, no sabemos qué pasará. Sería bueno que lo hiciera el Colegio de Médicos y, después, que cada sociedad científica contara a los suyos. Tendría que haber categorías por especialidades porque estamos contagiados de muchas especialidades. Casi todos nos contagiamos al principio. Las primeras semanas de marzo fueron fatídicas”. Declarar la Covid como enfermedad profesional es un primer gran paso. La médica explica que tienen apoyo, entre otros, del Colegio de Médicos, de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFIC) y del Servicio de Emergencias Médicas (SEM).

La doctora Bertran volvió al trabajo el 25 de septiembre después de más de seis meses de baja, asignada al ambulatorio de Martorell, pero de momento hace tareas de despacho y documentación. “No me imagino mi vida profesional sin visitar a pacientes”, lamenta, a sus 61 años, después de ser médica desde los 23. Todavía se ahoga, le baja el oxígeno y tiene dolor muscular. Tiene anticuerpos que la protegen del contagio pero, como ella remarca, “no sabemos cuánto durarán ni la calidad de esos anticuerpos”.

“Los médicos que estamos enfermos de Covid persistente y que nos estamos organizando para defendernos como colectivo profesional ante nuestra empresa y la administración, tenemos un doble sufrimiento: a nivel personal, hacia nosotros y nuestras familias, y a nivel profesional. ¿Yo ahora no puedo trabajar de médico? ¿Y qué me ofrecen? Hay personas con 30 años que están como yo. Somos los que cuidamos de los pacientes; si nadie cuida de nosotros, nosotros no podemos cuidar a los pacientes”. Pepa lo tiene muy claro: “Yo no quiero estar en una habitación haciendo recetas. Con mi experiencia puedo ayudar en otras áreas de la medicina, y así lo he pedido a mi empresa. Queremos que nuestro futuro profesional no sea estar encerrado para hacer recetas, sino que se aproveche nuestra experiencia en otros campos”. Como ejemplo, destaca que pueden colaborar en la recogida de datos de sintomatología o ayudar a crear protocolos para pacientes leves con Covid cuando vuelven a casa y hacerles un buen seguimiento.

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