En ocho días en la ciudad de Barcelona morían tres personas que vivían en la calle. Numerosos estudios argumentan que tener que vivir en la calle deteriora la salud física, mental y orgánica y acorta los años de vida. Y también mata.
La Fundació Arrels trabaja con las personas sin hogar y las acompaña para conseguir una vida lo más autónoma posible cubriendo las necesidades básicas, proporcionando atención social y sanitaria y garantizando alojamiento a aquellas personas que se encuentran en una situación más vulnerable. Ante esta situación ha declarado que las muertes de las personas que duermen al raso son “defunciones indecentes que se podrían evitar si todo el mundo tuviera un hogar”.
Tres muertos a consecuencia del frío después del temporal Filomena aún con la alerta de frío y hielo activa. La muerte de los dos primeros, de 32 y 38 años, fue causada por hipotermia y afecciones pulmonares y cardíacas, según lo determinó la autopsia posterior. La tercera, de un hombre entre 50 y 60 años, respondía a las mismas características.
Desde entonces las redes sociales y las entidades de base han quemado de indignación. De hecho, a raíz de la última muerte, los vecinos organizados en la Xarxa d’Habitatge de l’Esquerra de l’Eixample convocaron una concentración en homenaje y para exigir soluciones políticas e institucionales para abordar el sinhogarismo. En un manifiesto que leyeron durante la protesta describían su muerte como un “asesinato perpetrado por el modelo económico”.
Entender las causas para abordar el problema
En este diario hemos dado voz a los colectivos en lucha por una vivienda digna y para conseguir que no haya #nadiedurmiendoenlacalle, hemos hablado sobre las consecuencias del sinhogarismo en las personas que lo padecen y hemos analizado el sistema de exclusión existente que perpetúa desigualdades sociales.
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Cuando vivir sin hogar es incompatible con vivir en sociedad
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