Iris Garcia estaba pasando unos días libres en Cancún. “Allí no había llegado aún el coronavirus, o si había casos no era como aquí, y me llegaban noticias de que las calles estaban vacías, la gente confinada, que en los supermercados faltaban cosas… Para mí fue un choque, yo alucinaba. Es como que no te lo acabas de creer porque no lo estás viviendo”. Iris recuerda las fotos que le enviaban de calles de Barcelona habitualmente muy transitadas, y sopesó si era mejor quedarse o marcharse.

Estaba haciendo las prácticas Enfermería, a través de un programa de intercambio de estudiantes, en Puebla, un lugar tranquilo y estudiantil, lejos del bullicio. En abril, empezaron a conocerse los primeros casos de Covid-19 en México, e Iris cedió a la presión familiar que le pedía que volviera a Castellbisbal (Barcelona). Le anularon un vuelo, dos vuelos, y tanto ella como una compañera que estaba en la misma situación se pusieron en contacto con el Ministerio del Interior ante la posibilidad de ir en un avión del ejército que estaba repatriando a ciudadanos españoles, algo que todavía hoy le parece de ciencia ficción. En casa le decían que si no regresaba ahora, no sabían cuando podría hacerlo, y una prima suya que es enfermera le alertó de la gravedad de la pandemia. Finalmente, recibieron un email de Aeroméxico que les informaba de que iba a operar un vuelo con destino Madrid y volaron en un avión comercial.

Estuvo las doce horas del vuelo con guantes y con doble mascarilla, algo que todavía no era obligatorio en México y que vivió con cierta angustia e incomodidad. Al llegar al aeropuerto de Barajas la sensación no desapareció: “Era muy raro todo. Estaba todo vacío. Cambié la tarjeta SIM y recibí tropecientas llamadas de diferentes centros sanitarios, hoteles Covid, espacios como las ferias que habían habilitado…” Rechazó la primera oferta de incorporación inmediata a un hotel Covid porque prefirió hacer una semana de aislamiento preventivo al haber realizado un viaje tan largo y haber estado en contacto con tantas personas de diferentes países.

Graduada en julio

A finales de abril la llamaron del Institut Català de la Salut (ICS) para trabajar en Urgencias del Hospital de Viladecans durante seis meses. Lo tenía relativamente cerca de casa, en Castellbisbal, y empezó a trabajar en cuanto acabó la cuarentena voluntaria. Todavía no estaba graduada porque aún no había presentado el Trabajo de Final de Carrera (TFC), pero era cuestión de meses.

“Siempre estuve acompañada de un enfermero con más experiencia, nunca me dejaron sola. No firmaba medicación y, si había un paciente un poco más delicado, entraba alguien conmigo. Sí que hacía de enfermera, pero siempre con un acompañamiento porque realmente no tenía el título”. El mes de julio, Iris ya estaba oficialmente titulada.

“Fue una oportunidad para espabilarte”

La gran mayoría de los pacientes que llegaban a Urgencias del Hospital de Viladecans eran personas con síntomas de Covid. “Fue una oportunidad para espabilarte sí o sí, pero es que tampoco te quedaba mucha opción”.

A nivel emocional, lo que más le afectó fue ver a los pacientes solos en la habitación. “Me quedaba con ellos, sobre todo si eran personas mayores que sabías que quizás no iban a salir de allí y estaban conscientes, sabían perfectamente donde estaban. Yo entraba, les ponía el pijama, la vía y, si les veía un poquito mal les daba la mano, les preguntaba cómo se sentían, intentaba calmarlos un poquito si estaban nerviosos.”

“Esto es quizás lo que más me ha marcado. Nosotras estamos acostumbradas a la muerte, a ver a la gente morir, pero sí que es verdad que tan masivamente… Y a gente de a lo mejor 50 o 60 años… Creo que hay que hacer mucho hincapié en el acompañamiento emocional, en que el paciente sienta que te preocupas por él, y eso en enfermería aquí sí se tiene muy en cuenta”.

“El sueño de mi vida era estar en Bellvitge”

Una vez finalizado el contrato en Viladecans, en octubre de 2020 empezó a trabajar en Urgencias del Hospital de Bellvitge en horario nocturno, donde ya se habían puesto en contacto con ella unos meses antes. Iris había hecho allí las prácticas en 2019 y había quedado muy satisfecha de la experiencia. “Me encantaron. Sabía que quería acabar allí, tarde o temprano. Yo estaba muy bien en Viladecans, es un hospital muy familiar y la gente te acoge muy bien. Estoy muy agradecida a la oportunidad laboral que me dieron, pero el sueño de mi vida era estar en Bellvitge”.

Iris se incorporó en Bellvitge durante la segunda ola, que no fue tan trágica como la primera en este hospital: “Por lo que me han contado, fue muy duro. Yo no me lo imagino, no lo he vivido, a lo mejor por eso no me ha quedado un trauma muy fuerte. Disfruto mucho con mi trabajo, no lo vivo como un trabajo. Hoy por ejemplo tengo que ir a trabajar, pues ya tengo ganas de ir”. Durante los años que estudió Enfermería, trabajó como administrativa, un empleo que le permitió pagarse la carrera, pero que no le satisfacía. Ahora, con 28 años, se ha independizado, vive en Viladecans, cerca del hospital, y disfruta del ambiente laboral: “Es como una miniciudad, a mí me encanta”.

“Soy una chica normal y corriente que es enfermera”

Iris no tiene la sensación de ser una trabajadora esencial, sino que cree que forma parte de un colectivo de profesionales que hacen lo que deben. Tampoco se siente reflejada con las comparaciones de los superhéroes de bata blanca. “Yo no me siento una heroína, soy una chica normal y corriente que es enfermera, igual que han sido enfermeros mucha gente muchos años, pero sí tenía ganas de formar parte de esto”.

Su reto actual en Urgencias es “aprender a priorizar”. “Me estoy enfocando más en saber identificar situaciones; es decir, cuando viene un paciente, qué es lo que tienes que hacer primero. Cuesta mucho tener el ojo clínico de una persona experta, pero poco a poco lo estoy aprendiendo”.

El contrato actual finaliza en diciembre, y no deja de formarse. El año pasado cursó un Máster presencial en Urgencias Intrahospitalarias y en septiembre empieza otro sobre Urgencias Extrahospitalarias: “A mí lo que me mueve ahora mismo es la motivación laboral”.

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