Ivana Gallardo estaba haciendo las últimas prácticas de Enfermería de cuarto de carrera en la UCI del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona cuando se declaró el estado de alarma por el Covid a mediados de marzo. “Me quedaban tres semanas para acabarlas y, de un día para otro, nos dijeron: ‘Mañana no vengáis; de momento, quedaos a casa’. Pensábamos que serían solo dos semanas, pero después fue más serio”.

Assumpta Ruiz hacía dos años que se había jubilado y había sido enfermera en Can Ruti, como se conoce popularmente el hospital, desde su inauguración en 1983. “Cuando empezó la pandemia estábamos en casa. Estábamos siguiendo las normas que marcaban y estábamos un poco expectantes. Tenía contacto con el hospital y tenía la sensación de que quería hacer algo porque me sentía mal por estar en casa mientras veía lo que estaban haciendo mis compañeras. Todo el mundo tenía miedo, todo era muy desconocido”.

Los hospitales se quedaban sin camas disponibles para atender a la avalancha de enfermos por coronavirus y los efectivos sanitarios eran insuficientes, a lo que hay que añadir las bajas de personal por contagio del virus. Cuando algún enfermo mejoraba y tenía que hacer cuarentena, muchas veces no se le podía enviar a casa, pero tampoco había espacio en el centro porque llegaban personas que estaban peor, y así se creó la solución temporal de los hoteles salud, que ponían sus habitaciones y sus instalaciones a modo de hospital. Allá derivaban a personas tanto de los centros sanitarios como del propio domicilio cuando no había posibilidad de aislamiento.

Ivana Gallardo y Assumpta Ruiz fueron llamadas para ir al hotel salud Rafaelhoteles, que se acondicionó para aliviar la situación en el hospital. Ivana empezó, con supervisión de profesionales titulados, cuando todavía no se había graduado, y Assumpta, que estaba acostumbrada a abrir muchos nuevos servicios durante su etapa laboral, se encargó de dirigir la logística de material sanitario y de material de apoyo, como cocina, limpieza y lavandería.

Assumpta Ruiz, enfermera jubilada / Cedida

“No había acabado la carrera y me sentía insegura”

Ivana Gallardo reconoce que, a pesar de que aceptó la propuesta de trabajo con ganas, para ella fue un “shock”. “Nadie sabía cómo reaccionaría el virus, había poca información, no había acabado la carrera y me sentía insegura. Empecé a trabajar el sábado 28 de marzo, con turnos de 12 horas, de 8 a 20 horas, día sí y día no”.

Los enfermos estaban, dentro de la situación, estables y autónomos, pero los inicios fueron intensos. “El primer día fue un caos, era cuando tenían que entrar todos los pacientes. Se tenía que organizar la medicación, nos teníamos que organizar nosotros, pero en poco tiempo ya lo llevábamos por la mano, nos conocimos los compañeros e hicimos piña”. Después del susto inicial, Ivana trabajó con cierta “facilidad”, siempre con el asesoramiento y acompañamiento de enfermeras veteranas y de auxiliares.

Como las personas ingresadas estaban contagiadas y/o tenían que hacer cuarentena, el personal de enfermería entraba en la habitación lo mínimo indispensable, sobre todo para repartir comidas y enseres para la ducha, y se convertía en el contacto humano con el exterior. “Aprovechabas y hablabas con los pacientes, porque además estaban solos y no podían recibir visitas”.

A pesar de que los ingresos no eran largos y atendían a muchas personas, hay casos que se le quedaron más en la memoria. “Había una señora de 50 o 60 años que era muy simpática y muy agradecida. No sé por qué, pero al final te quedas con este tipo de personas. También había una chica que tenía algún tipo de problema de desarrollo y siempre nos hacía dibujos y daba mucha alegría. En situaciones como esta, hay gente muy resiliente y esta actitud le ayuda a recuperarse”.

El mes de mayo la incidencia de la Covid disminuyó y el hospital ya estaba más descongestionado, así que Ivana volvió al Germans Trias, primero en la UCI y después a varias plantas, siempre relacionadas con el virus. A finales de junio, ya tenía el título oficial de enfermera.

“He crecido mucho y muy rápido”

La entrada de Ivana en el mundo laboral fue “por la puerta grande”, con un rodaje que no se había imaginado. “No me he sentido angustiada. Cuando ves a gente que muere, sí que da pena, pero he tenido buenas compañeras, que sabían más que yo y que eran muy accesibles. Fue una evolución rápida”.

Ella misma se sorprendió en positivo de su reacción. “Yo siempre he pensado que empezar a ser enfermera me generaría mucha ansiedad, que tendría miedo a equivocarme con los enfermos. Si me comparo con la enfermera que empezó, he crecido mucho y muy rápido profesionalmente y me organizo mejor. A mí me fue bien empezar suave y subir el nivel”. Su contrato finaliza en diciembre y, si tuviera que escoger, se quedaría en el área de neumología, si bien está abierta a rotar por más servicios.

“No quedaba prácticamente una enfermera libre”

Por su parte, Assumpta Ruiz tenía un largo recorrido en multitud de disciplinas y, cuando le propusieron reincorporarse temporalmente a su tarea de enfermera, no se lo pensó dos veces. “He abierto muchos servicios y me gusta hacer cosas. No quedaba prácticamente una enfermera libre, la situación era muy complicada, y el reto del hotel me pareció una tarea bonita”.

“Me llamaron en marzo. Todo fue muy rápido. El hospital estaba organizando la puesta en marcha del hotel salud y no tenían personal para gestionarlo. En una semana ya estaba todo en marcha y el hotel abrió a finales de marzo. Hubo un momento en que parecía que aquellos dos años de jubilación no habían existido”.

En el caso de Assumpta Ruiz, no tuvo contacto con los pacientes enfermos de Covid, puesto que era persona de riesgo por cuestión de edad. Las dos primeras semanas fueron complicadas porque, entre otros cosas, los protocolos cambiaban constantemente. “Los primeros días no tenías tiempo de pensar en nada. Llegabas a casa y te metías en la cama. Fue una vorágine, tuvo su momento complicado hacer los equipos asistenciales y formar a la gente. Los primeros 15 días fueron un poco difíciles, la tensión asistencial era muy grande, pero se crearon unos equipos supermajos. Una de las cosas bonitas que recuerdo es la implicación de todo el mundo”.

Esta enfermera veterana recuerda la respuesta de las empresas a la hora de facilitar el material, y como desde el hospital se formaban los equipos. “Lo más bonito fue la gestión de personal. Había seniors y estudiantes, y trabajaron supercompenetrados. Era agradable ver como todo el mundo trabajaba a una”.

Assumpta define la situación como “muy dura” y “muy intensa” hasta medios de abril desde el punto de vista de facultativos, celadores, administrativos y de todos los sectores, pero el resultado final fue enriquecedor. “Nosotros decíamos que el hotel era una familia. No había conflictos, se hacía lo que se tenía que hacer. A nivel de enfermería, la atención al enfermo era compleja porque solo entraban en la habitación uno o dos veces al día, y los enfermos estaban solos, aislados. Los pacientes explican que ver los ojos de los profesionales vestidos con los EPIs creaba una relación muy curiosa”.

El Rafaelhoteles funcionó como hospital más de dos meses, hasta que se cerró como hotel salud y se preparó para su actividad habitual. Assumpta no tiene ninguna duda de que, si hiciera falta, preferiría repetir la experiencia antes que quedarse a casa: “Si me necesitaran, volvería a hacerlo”.

Haciendo balance cerca de un año y medio después, las imágenes que le vienen a la cabeza son las caras de miedo del principio, no por la organización, sino por la seguridad del personal ante un virus desconocido. Las escenas más emotivas son las de las personas que salían entre aplausos del hotel, una vez curadas, hacia su casa. “La cara de la gente cuando salía y se encontraba con un familiar, es de las cosas más entrañables”.

“Todos salían por la puerta curados”

Dentro de todo, Assumpta cree que estuvo en un entorno privilegiado porque “todos salían por la puerta curados”. Solo si alguna persona tenía alguna otra patología diferente del Covid y empeoraba, volvía al hospital Hermanos Trias.

Desde su punto de vista, la experiencia del Covid tendría que servir para dignificar el sector de la enfermería. “Todo el personal estaba cansadísimo, porque la situación no era fácil, pero la respuesta del equipo fue fantástica. Me gustaría que se reforzara el papel de la enfermería, desde las ratios entre profesional y enfermo, hasta las condiciones laborales. Tenemos un buen sistema sanitario y buenos profesionales, pero la pandemia ha puesto en evidencia que hay que mejorar las condiciones de enfermería”.

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