Desde el caso de Carmen Broto, una prostituta asesinada a finales de los 40 que dio lugar a rumores que implicaban a la jerarquía franquista y a la iglesia, hasta la secuestradora de menores Enriqueta Martí detenida en 1912 o, más recientemente, el Vaquilla en el último tercio de siglo, son muy variadas las historias de delincuentes que definen cómo cambian las formas de violencia.

J.C. Existe el mito de que la prensa no habla de crímenes en la posguerra. Sí que habla, lo que pasa es que cuando la prensa oficial habla de un crimen quiere emitir lecciones morales, y sí que están recogidos, pero son crímenes de necesidad. No es una violencia del tipo “te mato porque eres facha”, sino de “tengo hambre”.

G.J. No solo habla de crímenes, sino que promueve la creación de la prensa de sucesos. “El Caso” editada y dirigida por Eugenio Suárez. Yo había trabajado en su redacción en Madrid cuando hacía unas revistas que se llamaban “Autopista” y “Sábado gráfico”. En “Sábado Gráfico” trabajábamos con Moncho Alpuente, que en gloria esté. Entonces era normal que el director fuera con pistola a la redacción.

J.C. “El Caso” rompe la norma con los temas de crímenes de posguerra. Con el celebérrimo de Carmen Broto, el periodista de La Vanguardia Quique San Juan, hay un momento concreto donde notas, consultando la hemeroteca, que te lo cortan. Es aquello de “no hables tanto”. Tú tienes que informar, pero tienes que informar lo justo. Claro, tampoco es bueno que se sepan más detalles, y aquí nace la leyenda de Carmen Broto donde está metido incluso el obispo Modrego.

G.J. Y aquello de Carmen Broto como confidente, no lo era. No había pelotones en la CNT, eran muy poquitos, Facerías y Quico Sabaté, y algunos otros que iban más protegidos o que eran más clandestinos, Cipriano Damiano. Pero eran muy poquitos. Todo esto son fabulaciones de Marsé (el escritor se inspiró en este crimen en la novela “Si té dicen que caí”).

J.C. De Marsé e, incluso, con el tema de Carmen Broto, lo que a mí me alucina es que periodistas a los que admiro y de los cuales he aprendido mucho y que tú habrás conocido, como Huertas, aceptan la versión, y no la contrastan. Entonces, ¿qué pasa? Que se acaban perpetuando mentiras.

G.J. A Huertas y a Martí Gómez les seducen las historietas.

J.C. Y a mí me encantan. Esto es de barcelonés, nos encanta explicar chismes. Pero choca cuando se quiere reconstruir la historia y no se contrastan las fuentes. Lo que le pasa a Carmen Broto le pasa a Enriqueta Martí, que en este sentido son paralelas, se reinventa un mito y la gente lo acepta porque, como dicen los Manel, cualquier buena historia es mejor que una verdad.

G.J. Y no solo esto, sino que las historias dejan tanto impacto, que entran a formar parte del folclore. El folclore es esto. A mí la historia de Enriqueta Martí me la explicaba mi abuela como si acabara de pasar, y a mí me protegía mi abuela de que me raptara gente como Enriqueta Martí. Lo que le pasa a Marsé es que se da cuenta del poder de las historias, del folclore. Él entiende y encuentra la manera de conectar el folclore. A ver, los coros de Clavé, la posibilidad del nacimiento de una canción folk en Catalunya, se va a tomar por saco por la sencilla razón de que no saben conectar.

J.C. La clase obrera acaba generando una cultura propia que no podía imponer la burguesía. Ahora yo creo que a nivel de guerra cultural es muy complicado remontar esto.

G.J. Es muy complicado, yo me rompo la cabeza.

J.C. Pero en aquella época, sí. Lo que decías de los barrios, yo lo veo, por ejemplo, luchando por temas patrimoniales de Barcelona. Muchas asociaciones de vecinos ya no tienen la cultura de los años 70, porque las asociaciones de vecinos están untadas por el Ayuntamiento, y a veces te encuentras con que hay asociaciones de vecinos que defienden tirar elementos patrimoniales porque tienen que defender lo que dice el Ayuntamiento.

G.J. El problema de los trabajadores de toda la vida en Catalunya es que no han sabido hacer nunca, ni han entendido, el reformismo.

J.C. Y el intelectual y la clase trabajadora tienen que ir contra el poder y pedir mejoras para la sociedad.

Los comunicadores y escritores Gabriel Jaraba y Jordi Corominas | Pol Rius

EL DELINCUENTE BUENA PERSONA Y EL DELINCUENTE QUINQUI

Bajo la premisa de que se pueden entender las transformaciones de Barcelona a partir de como en cada década la violencia cambia, Jaraba y Corominas hablan de diferentes tipos de delincuentes y de cómo se ven a través de la novela negra, que a menudo ayuda a ficcionar una atmósfera que mezcla historias reales y mitos.

G.J. Hemos hablado de Carme Broto, pero, poco a poco, esta violencia delincuente se va convirtiendo en otra cosa. Por un lado, hay delincuentes profesionales que estaban reducidos a la zona del Paralelo, el Barrio Chino, muy carteristas, espadistas y chirleros. Entonces, se empieza a crear un tipo de cultura, que no la crean solo los periodistas de sucesos de la época, creando un tipo de entorno en el que intentan no explicar, pero sí definir de alguna manera, lo que es la delincuencia. Uno, el delincuente profesional y buena persona que tiene un punto de ternura y no te hará daño. González Ledesma promociona mucho este tipo de imagen con el inspector Méndez, que es mucho más definitorio que el Carvalho del Vázquez Montalbán. Carvalho es un personaje que no hay por donde cogerlo.

J.C. Yo me lo paso pipa con Carvalho.

G.J. Está muy bien, pero este personaje no es de una novela negra realista, es tan atractivo como los personajes de Simenon (escritor belga), que también es una mentira descomunal.

J.C. Es una ficción.

G.J. Una ficción de arriba abajo. Lo que decíamos, tenemos al delincuente buena persona, que no te hará daño, el delincuente que al final era un delincuente “soft”. Después, el delincuente friqui, excepcional, El Arropiero (asesino español de los 60), Cerveto (el asesino de Pedralbes a los 70) y alguno más, pero no se da el asesino en serie. No acaba de ser una violencia rotundamente neocapitalista.

J.C. Sobre el tema del asesino en serie, en mi generación estamos condicionados por toda la mercadotecnia audiovisual: American Psyco, el asesino de Milwaukee, el estrangulador de Boston…

G.J. Ya tienen detrás dos generaciones de industrialización, ya han dominado la producción.

J.C. Exacto, y el imperialismo de Estados Unidos también es cultural, evidentemente. La gente empieza a llevar tejanos porque lo ve en el cine. Hay un momento, a partir de los años 70, donde se produce un cambio de lenguaje en cuanto a los perfiles criminales. Hablabas del asesino de Pedralbes, y también pasa con el asesino de abuelas de Lesseps, ya los empiezan a ver como gente que tiene problemas mentales graves, y aquí está el perfil que podría hacer entrar al asesino en serie. Lo que pasa, y que no tenemos aquí, es que el asesino en serie tiene una parte de creación ficcional muy brutal.

G.J. No se han industrializado, no ha aprendido a industrializarse.

J.C. El asesino en serie es muy anglosajón.

G.J. Jack el Destripador.

J.C. Es el fundador, es como el Gamper de la crónica negra.

G.J. Gamper, como marginal, también es muy interesante. No se le entierra en tierra sagrada (fue enterrado en Montjuic en la zona no católica porque era protestante).

J.C. Con Gamper hay un tema, que es curiosísimo y que se me ha comentado, pero que, a nivel de archivo, nadie puede afirmar. Es el poder de esconder el rastro. Lo que fuera sexualmente Gamper, a mí no me importa, pero se suicidó, se disparó, y, curiosamente, el mismo día hay una necrológica de un empresario suizo de su edad al lado (Juan Frey, con quien tenía negocios, que también se suicidó).

G.J. Hay un elemento deformante, que se puede explicar por la fraternidad, por la masonería. Joan Gamper es miembro de la rama masónica anglosajona, que solo es masculina, y conocen amistades masculinas muy fuertes. Gamper tiene un amigo, Witty.

J.C. Que después será presidente del Barça.

G.J. Exacto, porque Gamper recibe una carta de la Gran Logia Unida de Inglaterra que dice que es campaña continental de esta logia hacer del fútbol un deporte popular, porque tenía beneficios para las clases trabajadoras, porque representaría la difusión de un espíritu europeísta. Y en aquel momento le dice, “monta un equipo de fútbol en Barcelona”, donde entonces hay ingenieros de las hidroeléctricas y otros sectores. Gamper está aislado, solo, no encuentra a nadie, hasta que Londres le pone de acuerdo con Witty. Tanto es así que los colores que eligen, azul y grana, son los del grado de la Royal Arch.

J.C. ¿¡Cómo hemos pasado de hablar de Jack el Destripador a Gamper!? La magia del periodismo. Lo que decías sobre los asesinos en serie, podría ser Enriqueta Martí, que, en realidad, no asesinó a nadie. Había un periodista, Luis Antón del Olmet, que publicó una lista con 10 nombres que esta señora supuestamente había matado y después los forenses demostraron que no había matado a nadie. El único asesino en serie lo tuvimos durante la pandemia, que era un hombre que mataba a sintechos, y fue una situación excepcional. No creo que quisiera ser un asesino en serie. En Barcelona, como en todas partes, todo el mundo mata por dinero y amor. Un asesino en serie tiene que ser alguien que esté muy desequilibrado.

G.J. Otra cosa que no se consolida es la violencia de bandas quillas. El Vaquilla sigue siendo una excepción, un marginal, un friqui singular. Tenemos mucho más la idea de la violencia quinqui por el cine que por la realidad.

J.C. La detención del Vaquilla se filma y sale en TV3. Después está la heroína en la prisión, que es lo más interesante, porque al fin y al cabo donde te conduce es al poder alternativo y al riesgo que pone este poder alternativo, el verdadero poder alternativo desde la prisión Modelo en los 70 y 80.

Jordi Corominas y Gabriel Jaraba, conversando por Barcelona | Pol Rius

SUCESOS QUE MARCAN ÉPOCAS

El cine, la televisión y los medios son grandes aliados de la historia social, desde la cobertura mediática del asalto al Banco Central de Barcelona el 23 de mayo del 1981, por ejemplo, los motivos del cual todavía no han sido aclarados, hasta cómo se aborda el suicidio, una nueva forma de violencia autoproducida que ya es la primera causa de muerte entre los jóvenes.

G.J. Yo hice la cobertura del asalto al Banco Central, me lo sé de memoria. Aquí sí que está a punto de haber un cambio cualitativo importante.

J.C. Estábamos en el año 81, que es un año de confluencia, tres meses después del 23F. Decían si era un 23F-2.

G.J. No, pero sí que aprovecha la energía del caso Scala. Joaquín Gambin (condenado por el incendio de la sala de fiestas), este sí que era confidente de la policía.

J.C. “Cambio 16”, respondiendo a diarios de derecha y de extrema derecha de la época, decía, “¿cómo se entiende que un anarquista”, porque se intentaba acusar a los anarquistas de lo del Banco Central, “cómo es que un anarquista profiere “Viva España” dentro del banco? Qué cosa más extraña”. Porque está grabado y se oye. ¿Por qué se intenta tapar de este modo? Es de una amnesia increíble, como el caso Scala.

G.J. En las jornadas libertarias del Park Güell (1977) se produce una ruptura. Luis Andrés Edo reformula la CNT. En aquel momento ya no es la organización sólida que era.

J.C. Y a partir de 1979-80, con la llegada del poder democrático, este poder democrático, todo aquello que esté demasiado a la izquierda de la izquierda se lo quiere cargar.

G.J. Y otra cosa, los servicios secretos internacionales. Después de la Segunda Guerra Mundial, no se mueve una pistola sin que se entere quien se tiene que enterar. El sueño de Epoca (Ejército Popular Catalán, de los años 70), los separatistas, sale de aquí. ¿Alguien cree que las pistolas salían caídas del cielo?

J.C. Justamente, la etapa de los años 70 creo que es la que más me gustaría para hacer otro libro. Son tantos los elementos que acaban configurando hacia donde vamos, aparte de que es una década que sentimos muy próxima.

G.J. ¿Quieres que te diga hacia dónde vamos? Hacia este gran cambio civilizacional. No será una violencia hacia fuera producida por lucha de clases, sino una violencia para adentro. El “hágalo usted mismo”. El suicidio como la autoproducción de la misma violencia. Verónica Forqué. La primera causa de mortalidad en plena juventud es el suicidio y la segunda tiene que ver con el motor, pero se están desenganchando. Hasta la modernidad, cada sociedad, a su manera, sacrifica una parte de su generación en el altar del Moloch (antigua divinidad asociada a los sacrificios de los niños). De la cruzada de los niños en la Edad Mediana, no volvió ninguno. Greta Thunberg, cuando la vi, me dije, ostras, ¿esto es Juana de Arco?

J.C. Con Greta Thunberg también entras en aspectos de mercadotecnia capitalista. En la radio, la tele y medios escritos he escuchado mil veces que nos tenemos que acercar a los jóvenes, pero es que no se trata solo de poner a jóvenes en los medios, si no cambias el discurso, los jóvenes no vendrán. Si los jóvenes no escuchan la radio, haz una radio diferente, es que quizás estás en unos modelos rígidos que no se cambian desde hace 50 años.

G.J. Y los modelos rígidos son los que dieron origen a José Antonio (Primo de Rivera) y Ramiro Ledesma, el verdadero líder nazi, el fundador de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional -Sindicalista), con un lenguaje que rechazaba el lenguaje con pompa de la burguesía del XIX, aquella a quien le hacía daño la España que había perdido Cuba y Puerto Rico, y crea un lenguaje belicista y de guerra cultural.

J.C. La exaltación de la juventud te acaba derivando en un fascismo.

G.J. Vuelvo al suicidio como forma de autoviolencia autoproducida…

J.C. Con Verónica Forqué sí que hemos dicho que es un suicidio, cuando hasta hace poco en prensa no se hablaba de suicidio, se decía “ha desaparecido”. ¿Cómo que ha desaparecido? ¿Se la han llevado en un saco?

G.J. Esto ya vendrá, está viniendo. En cambio, es curioso que no haya arraigado el Vaquilla y el delito quinqui, ni la violencia tipo “Naranja Mecánica”. Ni siquiera con los Latin Kings. Para mí, un caso muy significativo, aunque no es de Barcelona, es el de Maria Àngels Feliu (farmacéutica de Olot secuestrada entre 1992 y 1994). Hay todo un clima de “pasa esto, pero intentaremos que no se hable demasiado”. También pasa con el alcalde Viola (asesinado en 1978 en su casa) y con Bultó (empresario asesinado en 1977). Va en la misma reacción de ser olvidados y borrados.

J.C. El alcalde Viola creo que quedó borrado por su condición franquista y porque entre los implicados en este caso está Àlvar Valls, el poeta.

G.J. Ganador del premio de poesía Amadeu Oller.

J.C. Exacto. Ahora es un señor que determinados medios de comunicación consideran un héroe. Ser un héroe hace que este pasado delictivo se borre. El tema de la farmacéutica de Olot es muy fascinante. Entra dentro de la España del “Quién sabe dónde” (emitido por TVE entre 1992 y 1998). Cambia la concepción de la forma de enfocar y de explicar la crónica negra, con la farmacéutica de Olot, las niñas de Alcàsser…

G.J. Paco Lobatón tenía mucho conocimiento del folclore, era un tío muy activista, había sido dirigente de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria) en Barcelona.

J.C. Esto que dices del folclore es superinteresante por como la sociedad enfoca estas historias. Nos gusta la expresión catalana “fer safareig”, nos gusta mucho hacer folclore, pero después no entendemos que este folclore, para que nos pueda cambiar, lo tenemos que entender desde una óptica de historia social. La incidencia en nuestra vida más allá.

G.J. Esto siempre se ha producido, es decir, el cine franquista estricto, el del Sáenz de Heredia, no llega a ninguna parte, hasta que llega el de “No desearás al vecino del quinto” (Tito Fernández, 1970).

J.C. “Los Tarantos” (1963), de Rovira i Beleta, también se ve como folclore, pero la nominaron a Oscar a mejor película extranjera. Yo me imagino a unos americanos viendo a Carmen Amaya maravillados, pero, ¿y toda la miseria que muestra? El folclore tendría que ser una herramienta de denuncia.

G.J. Rovira i Beleta había sido un tío muy intelectual, muy inteligente, pero ¿quién hace la película del Vaquilla? El director (José Antonio de la Loma) había sido maestro de un colegio municipal en el Barrio Chino, detrás de las atracciones. Este tío sabía lo que hacía, y conecta con el folclore.

J.C. La Barcelona del Paralelo, que va muriendo despacio, también es un foco que vertebra.

Jordi Corominas y Gabriel Jaraba | Pol Rius | Pol Rius

DE EMOCIONES Y RACIONALIDAD

¿Es pronto para diseccionar cómo afectan a la historia colectiva el atentado de La Rambla o el procés catalán? ¿Qué consecuencias se pueden extraer? Las emociones, la pandemia del Covid y las nuevas tecnologías lo impregnan todo de tal manera que alteran los estados de ánimo y articulan hacia donde vamos.

J.C. El atentado de La Rambla el 2017 también nos conduce a un olvido. Bueno, el olvido siempre es selectivo. Creo que es el atentado que le ha tocado vivir a este país en el peor contexto posible. Con el procés, cuando quedaba un mes y medio para el referéndum y los políticos empiezan a mover las banderas. Es un atentado pervertido, y no pervertido por quien lo comete, sino porque, después, la clase política demuestra que no tiene ningún tipo de interés por la ciudadanía porque manipula todo el entramado.

G.J. La pluralidad catalana no es el “seny” y la “rauxa”, siempre ha sido el “seny” y la frivolidad, el componente frívolo de las personas.

J.C. También encadenas una serie de hechos que van muy rápido. Viene una pandemia, y hay un orden de prioridades brutal. Ya veremos a dónde nos llevarán todos estos cambios, sean vertiginosos o no, que más tarde o temprano vendrán. Que haya unos señores justamente manipulando y haciendo populismo de temas con los que no se tendría que hacer, casi es para que sean juzgados. Se tendría que juzgar a mucha gente por negligencia en sus funciones.

G.J. Ascenso y caída del mayor Trapero. Hay para hacer un libro. Convierte una manifestación popular espontánea contra el terrorismo en una queja contra el rey y el tráfico de armas. Esto no es solo un tema catalán, sino español, quiero decir, que hay un proceso de homogeneización de la sociedad catalana y española.

J.C. Está muy bien que lo digas, no somos tan especiales. En una encuesta, hace un año, sobre las preocupaciones de los catalanes y de los españoles, los resultados eran los mismos.

G.J. Hay reacciones exactamente iguales. Hay un aspecto, y esto puede ser malinterpretado sin contextualizar, Franco hace progresar a Catalunya y España de una manera extraordinaria (entre los años 1959 y 1974 hay un crecimiento económico conocido como el “milagro económico español”).

J.C. Con las ayudas del Fondo Monetario Internacional.

G.J. Y España acaba entrando a la ONU (1955). Con esto, qué quiero decir, que hay un proceso de homogeneización de la sociedad catalana y de la española.

J.C. En la parte final del libro hablo del procés como violencia mental. Ahora que con la pandemia parece que todo se ha deshinchado, se puede discutir de una manera más racional; incluso a veces se tendría que discutir el presente, pero ha llegado al mundo de las emociones durante la última década y estas emociones también generan la violencia. Es una paradoja porque supuestamente la emoción es positiva, pero la emocionalidad quita racionalidad.

G.J. La emocionalidad impregna terreno a la racionalidad, siempre lo había hecho, pero ahora adopta formas mucho más intensas, rápidamente cambiantes. Hay una emocionalidad prêt-à-porter. ¿Y qué diferencia hay entre lo que uno suelta por la boca en un bar y en Twitter? Que Twitter administra, suministra y formatea de una manera mucho más minuciosa y eficaz la emocionalidad y el tempo que esta emocionalidad te sirve a ti. Twitter tiene esta quintaesencia. ¿Qué pasa con los Beatles? ¿Por qué los Beatles representan lo que fueron y tuvieron aquel impacto? Porque había un elemento emocional que hacía falta para cambiar cualitativamente el estado de ánimo de todo un continente.

J.C. Incluso en América. Llegaron un mes y medio después del asesinato de Kennedy.

G.J. Con los Beatles, lo que pasa es lo siguiente. Londres. Posguerra, hambre y miseria. John Lennon nace en 1940, McCartney en 1942. Yo miro al McCartney de ahora y diría que piensa “ahora ya puedo mirar las cosas con perspectiva, y merece la pena vivir así” porque ya sabían lo que buscaban: salir de la miseria y, como mínimo, dejar la tristeza. Tenían la motivación perdida.

J.C. Eso de dejar la tristeza sale en alguna canción.

G.J. Mi padre, vencido pero no derrotado, vuelve a casa de la guerra, y la presencia de la violencia y la tristeza en nuestra familia está, y en todas. Nosotros entendimos perfectamente lo que dijeron los Beatles en 1962.

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