“Tuve una infancia buena y crecí con una familia que tenía de todo”. Théogene Murwanashyaka recuerda su niñez en Ruanda sin preocupaciones y rodeado de sus hermanos, muchos años antes de que empezara la guerra entre hutus y tutsis. Theo cursó los estudios de primaria y secundaria, y a los 18 años combatió del lado de los tutsis, la etnia a la que pertenece.

En octubre de 1990, los rebeldes tutsis agrupados en el Frente Patriótico Ruandés (FPR) se enfrentaron contra las fuerzas gubernamentales del presidente hutu Juvénal Habyarimana. En agosto de 1993, con la firma de los Acuerdos de Arusha, se detuvieron los enfrentamientos durante unos meses mientras se definía un nuevo gobierno, pero la violencia seguía latente y aún quedaban meses para que llegaran las peores masacres.

Theo vivió la guerra con la noticia diaria de la muerte de alguno de sus compañeros y aprendió a continuar con el miedo a ser el siguiente. “Una guerra civil es una barbaridad, es lo peor de todo. La guerra no la ganó nadie, causó mucho sufrimiento. Visto lo visto, en esta guerra todas las partes han perdido”.

Conoció de cerca a Paul Kagame, actual presidente de Ruanda y fundador del FPR. Lo que empezó como una causa en la que creía, acabó en una gran decepción. “Durante dos años he podido verlo y analizar sus acciones, he visto cómo se comporta con su gente. Es un dictador como los que ha habido antes”.

El 6 de abril de 1994, el avión del presidente ruandés Juvénal Habyarimana fue derribado por dos misiles lanzados desde tierra, causando la muerte del general hutu, así como del presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira, de gran parte de sus equipos y de la tripulación. Theo coincide con la teoría de que fue Kagame el responsable de ese ataque que supuso el detonante del genocidio en Ruanda. “Kagame tomó la decisión de derribar el avión. No lo digo yo, sino personas de su propio equipo, de la élite, exjefes de seguridad. Kagame provocó el genocidio”.

“La guerra no la ganó nadie, causó mucho sufrimiento. Visto lo visto, en esta guerra todas las partes han perdido” | Pol Rius

“He perdido a madre, padre, hermanos, abuelos, tíos, tías primos…”

El 7 de abril comenzó el genocidio de Ruanda. “Los hutus mataron a casi un millón de tutsis, y después se refugiaron en el Congo. La guerra fue un desastre. Yo he perdido a madre, padre, hermanos, abuelos, tíos, tías, primos… He contado a más de 50 familiares muertos en Ruanda por parte de madre y padre. El recuerdo que tengo de después de la guerra es el del miedo a perder la vida en cualquier momento”.

El genocidio significó el asesinato de aproximadamente el 70% de los tutsis, que antes de la guerra ya estaban en minoría y suponían un 15% de la población ruandesa. Los tutsis reiniciaron la ofensiva y, el 15 de julio, el FPR de Kagame se apoderó de la capital, Kigali, obligando al gobierno hutu a huir del país, seguido de al menos dos millones de hutus que se establecieron en la actual República Democrática del Congo ante el temor a las represalias del nuevo ejecutivo.

Una vez acabada la guerra, Theo hizo carrera en la Academia Militar, a la vez que se consolidaba como futbolista semiprofesional. Como miembro de las fuerzas armadas, desempeñó diferentes cargos de responsabilidad, entre ellos el de guarda personal de Kagame. Se le conocía por su vertiente futbolística y porque era un cargo público. De hecho, el deporte y la política siguen siendo dos de sus grandes pasiones.

“El recuerdo que tengo de después de la guerra es el del miedo a perder la vida en cualquier momento” | Pol Rius

Refugiado en Uganda

Tenía un buen empleo con un sueldo más que aceptable y vivía de forma acomodada en su casa, pero la decepción en un sistema que no consideraba justo para el conjunto de la población porque veía como reinaba la desigualdad y las sospechas de altos niveles de corrupción, le llevaron a un camino de no retorno. En 2001, decidió abandonar el país y romper con todo lo que representaba Kagame, a quien culpaba de provocar el genocidio de su propia etnia.
“No me gustaba lo que había. Yo no podía formar parte de eso. Creo que tiene que ver con la educación que recibí desde pequeño. Me ha ayudado a ser una persona que no puede aceptar la aniquilación, la manipulación de dinero. Yo no puedo estar en un sistema así”.

Sabía que engrosaría las listas de desertores y lo que ello conllevaba: ser perseguido y tener problemas de seguridad constantes. “Tenía pasaporte, pero había mucha gente que me conocía y que yo no conocía, y tenía que buscar el camino más seguro”. Huyó a pie por las montañas hasta llegar a Burundi y, desde allí, viajó en avión a Uganda, donde permaneció como refugiado.

“En aquella época, muchos militares y políticos se refugiaron en Uganda. No estábamos en el mismo sitio mucho tiempo, sino que estábamos un mes aquí, dos meses allá, cuatro meses en otro lugar, porque había mucho miedo, algunos perdieron la vida”. De sus años en Uganda, guarda pocos buenos recuerdos, pero lo mejor fue que allí conoció a su mujer y allí nació su primera hija.

“Tenía pasaporte, pero había mucha gente que me conocía y que yo no conocía, y tenía que buscar el camino más seguro” | Pol Rius

La adaptación en España

Con 35 años, Theo decidió viajar a España como solicitante de asilo. Primero llegó él y, después, su mujer y su hija. Permaneció un mes en Madrid por temas burocráticos y se estableció en Barcelona. El proceso de adaptación no fue fácil. “No sabía ni decir ‘hola’, pero empecé a aprender, primero con vergüenza, y poco a poco, con el tiempo, me he ido defendiendo. A mi mujer le costó menos, y la niña, que vino con un año, se acostumbró rápido”.

Theo colaboró con la Policía Nacional como intérprete, ya que habla ocho idiomas: las tres lenguas oficiales ruandesas (inglés, francés y kiñaruanda), suajili, que es el idioma común en la zona de los Grandes Lagos, tres lenguas de Uganda y español. También ha realizado traducciones en documentales periodísticos y, en la actualidad, trabaja en un centro sociosanitario que atiende a personas con problemas de discapacidad intelectual.

Lo que más valora este excombatiente tutsi de su vida actual es la tranquilidad. “Hasta ahora no he tenido problemas aquí. Voy con cuidado, porque no soy una persona confiada que enseguida vaya con alguien a quien no conozca, pero no he tenido molestias”.

“Hasta ahora no he tenido problemas aquí. Voy con cuidado, porque no soy una persona confiada que enseguida vaya con alguien a quien no conozca” | Pol Rius

En sus años en España, apenas ha conocido a personas ruandesas porque la mayoría de sus amigos y conocidos que decidieron irse de Ruanda se marcharon a Países Bajos, Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. “Cuando viajo a Bélgica, donde hay un montón de ciudadanos ruandeses, o a Francia, hay sitios a los que yo no puedo ir, porque hay ciudadanos ruandeses a favor del gobierno, y hay otros grupos en contra, y hay que ir con cuidado”.

En este sentido, remarca que más allá de la frontera ruandesa, personas críticas con el gobierno de su país han muerto en extrañas circunstancias. Pone como ejemplo el asesinato en enero de 2014 del antiguo jefe de los servicios de inteligencia de Ruanda Patrick Karegeya en la habitación de un hotel en Johannesburgo (Sudáfrica). Karegeya había trabajado diez años junto al general Kagame, pero tras ser destituido y forzado al exilio, reveló a la prensa que tenía pruebas que implicaban a Kagame en el asesinato de Habyarimana.

También en Sudáfrica, en febrero de 2021, falleció Seif Bamporiki, uno de los dirigentes de la oposición ruandesa en el exilio, tras un supuesto robo. Para el Congreso Nacional de Ruanda (CNR), un partido fundado en el exilio por antiguos miembros de la cúpula cercana a Kagame, la muerte de Bamporiki recuerda el modus operandi de asesinatos anteriores dirigidos por el líder tutsi.

Por episodios de este tipo, Theo no ve grandes diferencias entre la Ruanda que dejó y la actual. “Antes, en Uganda, tenía miedo de que me mataran. Ahora, eso les pasa a personas que están en Sudáfrica, y por eso creo que sigue igual”.

Théogene Murwanashyaka y Ana Basanta | Pol Rius

“El pan del exilio es siempre amargo”

Theo no prevé regresar a Ruanda a corto o medio plazo, pero le gusta imaginar que, quizás, en otras circunstancias, el retorno sea posible: “Ruanda es mi país. Yo vivo en España. Hay un dicho francés que dice: ‘el pan del exilio es siempre amargo’. Me gustaría volver a mi país, pero en paz, sin persecuciones. De lo contrario, es mejor vivir donde estés bien, donde no tengas miedo de que vengan a matarte”. Por eso, a pesar de la nostalgia, está convencido de que esta es la mejor época de su vida: “Aquí puedo ir tranquilo por la calle”.

Con 47 años y tras años de pesadillas por todo lo vivido en la guerra de Ruanda y en el exilio ugandés, Theo tiene muy claro su objetivo: “Yo necesito tranquilidad, no una vida de miedo. He visto morir a muchos amigos. Cuando hablo con mis compañeros y hablamos del pasado, nos emocionamos muchísimo”.

“Yo necesito tranquilidad, no una vida de miedo. He visto morir a muchos amigos” | Pol Rius

Theo está satisfecho con la vida que lleva con su mujer y sus dos hijas, de catorce y cuatro años. “Quiero estar donde mis hijas puedan estudiar y vivir tranquilamente, por eso me veo en España durante mucho tiempo, porque aquí es donde he tenido la oportunidad de vivir con mi familia. Mi vida ha sido como un partido de futbol, con momentos intensos y de tranquilidad. Ahora, mi vida transcurre entre la cultura africana y la europea. Para mí, la definición de cultura es mezclar lo que tienes y lo que has aprendido, intentar combinarlo. Me quedo con lo que me gusta de lo europeo y de lo africano, y lo que no me gusta, intento apartarlo”.

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