Aunque Glovo prometía un sueldo de hasta dos mil euros, Raúl García Agudo comprobó que era falso. Detrás del trabajo moderno de ensueño,  la realidad es que “en doce horas hay trabajadores que consiguen menos de quinientos euros”, asegura.  El delegado sindical se infiltró en una entrevista para exponer las condiciones laborales en que la empresa delivery obligaba a trabajar a los empleados y que relata en El sindicalista infiltrado (Editorial Apostroph, 2022). En el libro también muestra la movilizaciones que culminaron con la ley rider y cómo han reaccionado las empresas delivery a la legislación: “ante la reiteración por incumplir la ley se ha tenido que modificar el código penal para imponer penas de cárcel”, afirma García Agudo. 

¿Cómo es hacer una entrevista para conseguir un trabajo como rider?

Cuando te interesas para trabajar en Glovo se te agenda rápidamente una cita. La respuesta fue muy rápida directamente con la empresa, sin intermediarios. Aunque ya era consciente me sorprendió el perfil de los otros candidatos. Casi todos eran sudamericanos y, o muy mayores o muy jóvenes, yo era el único con una edad intermedia. Además, la chica de Glovo encargada de dar la información no hacía más que mentir para acercar a los candidatos a su modelo de negocio, que por desgracia sigue vigente. 

¿Qué mentiras decían?

La modalidad que proponían era cómo autónomo, que yo puse en entredicho, ya que había sentencias que decían que debía ser como trabajador asalariado. También te embaucaban diciéndote que debías darte de alta como autónomo, que la cuota era muy baja y que ellos te lo gestionaban todo. De modo que para empezar a trabajar tenías que pagar la cuota de autónomos, cuando en realidad no deberías; la mochila, que eran sesenta euros; un seguro de responsabilidad, por si tenías cualquier accidente; tenías que disponer de un vehículo y móvil de última generación, estar localizado y pagar una gestoría para los papeles. En definitiva, tenías que pagar para empezar a trabajar. Eso sí, te aseguraban que podías llegar a cobrar hasta 1.500 o 2.000 euros, una situación que era insostenible. 

¿Y por qué decidiste infiltrarte?

Desde CCOO llevábamos muchas campañas de lucha contra la precariedad. Desde finales de 2018 hasta verano de 2019 la ciudad de Valladolid, se fue llenando de riders. Era algo nuevo que no habíamos visto. El sector servicios del sindicato provincial de Valladolid tenía puesto el foco en los riders y entendimos que debíamos hacer algo más que hablar con ellos. A mi me sorprendía que hubiera tantos y quería saber cómo conseguían embaucarlos. Coincidió que al lado del sindicato estaba la oficina de Glovo, busqué ofertas de trabajo y me presenté.

Desde CCOO también participasteis en una quema de mochilas de Glovo como reivindicación. ¿Cómo se gestó y cuál fue el impacto real de ese acto?

Después de infiltrarme lo publiqué en redes sociales y se viralizó, con un gran impacto en los medios de comunicación. Entendimos que eso tenía que servir para visibilizar las malas condiciones de trabajo de los riders. Desde el sindicato llevábamos trabajando con ellos desde 2018. Aprovechamos ese tirón mediático, para organizar algo e hicimos una pirámide con las mochilas de Glovo en una analogía a las pirámides egipcias, donde nosotros como portadores de las mochilas simulábamos la situación laboral que existía en el antiguo Egipto. Algo similar a lo que viven hoy en día los riders. Ellos participaron en el acto, aunque con miedo, porque el hecho de que te pusieras en contra de la empresa podía suponer una desconexión de la app, es decir, un despido sin indemnización, ni protección social. Las movilizaciones se han normalizado, con procesos electorales en algunos centros, pero al inicio era difícil posicionarse porque eso te situaba en el punto de mira de la empresa. 

Concentración de riders |Cedida

En el libro hablas de que el algoritmo de Glovo obliga a los riders a estar pendientes de la app y aceptar todos los pedidos para estar bien posicionados. Además se fomenta la competitividad entre ellos. ¿Es por eso que hablas de “el trabajo en la nueva esclavitud”? 

Hay una competencia entre los riders fomentada por la empresa. Se ha llegado a hacer subastas a la baja del precio por pedido. Hay una individualización completa sin compañerismo. Si hacías cálculos, antes de la entrada en vigor de la ley rider tenías que trabajar unas doce horas para llegar al salario mínimo interprofesional. Ahora es incluso peor porque Glovo ha habilitado la subcontratación o el alquiler de las cuentas. En doce horas hay trabajadores que consiguen menos de quinientos euros. La posibilidad de conseguir más ingresos es lo que hacen que estén a uñas entre ellos. 

Cuando te infiltraste, la ley rider aún no se había aplicado. Con ella ya en vigor, ¿se mejoran las condiciones de los trabajadores más vulnerables? Aquellos que no tienen papeles o se ven obligados a subarrendar cuentas. 

La ley rider mejora mucho las condiciones de todos los trabajadores en el momento que fija el modelo de asalariado, con un sueldo, protección social, equipo de protección, medios para llevar a cabo tu trabajo, poder coger bajas, tener un subsidio por desempleo, etc. Lo que está haciendo Glovo es seguir vulnerando la ley y aprovecharse del máximo número de trabajadores. No son autónomos, son trabajadores por cuenta ajena. 

Lo que hace Glovo es aprovecharse de la vulnerabilidad de las personas y en muchos casos mantenerlos en el mercado negro, es ser auténticos ruines.

 

En el sector existe un debate sobre si debe de funcionar bajo la figura de autónomos o asalariados. ¿Crees que es legítimo ese debate? 

Es un falso debate auspiciado por las mismas empresas. Se han embolsado mucho dinero a costa de los riders. A nivel europeo se ha copiado el modelo español. En el sector del delivery existe una relación laboral entre el trabajador y la empresa, y así lo establece la ley. Hay empresas que cumplen la normativa, como son Just Eat o Telepizza y Burguer King, que también tienen repartidores. Aunque no es el mejor trabajo, es un trabajo digno con el que se puede conseguir un sueldo decente. Lo que hace Glovo es aprovecharse de la vulnerabilidad de las personas y en muchos casos mantenerlos en el mercado negro, es ser auténticos ruines. 

¿Cuál ha sido la adaptación de los sindicatos a la aparición de las plataformas digitales? 

En muchas ocasiones la tecnología va por delante de la legislación y la justicia va muy lenta. La ley rider hasta ahora solo ampara a los trabajadores del sector delivery, pero debe de ser más amplia. Tiene que contemplar a todas las plataformas digitales: las de cuidados, informática, delivery, etc. Detrás de estas empresas, hay gente que se aprovecha de que la tecnología va por delante de la regulación. Vender esos trabajos como un trabajo moderno es lo que hace que la sociedad lo acepte y blanquee, sin primar a las que cumplen la ley. 

Con la aprobación de la ley rider, ha habido elecciones en distintos centros y en Just Eat se negocia el primer convenio. ¿Cómo ha sido la adaptación sindical a un sector nuevo?

Just Eat fue pionera, la primera que cumplió la ley y empezó a negociar el convenio de empresa mejorando las categorías y los salarios. El resto de empresas como Glovo o Uber Eats no están cumpliendo la ley. Se tiene que empezar a luchar desde dentro para conseguir mejoras para los riders. Ante la reiteración por incumplir la ley se ha tenido que modificar el código penal para imponer penas de cárcel. Hasta ahora sólo tenías que pagar multas y eso era competencia desleal con las que sí que cumplen la legislación. 

Entonces, ¿se modifica el código penal que impondrá cárcel a las empresas que no cumplan la normativa?

Sí, se ha modificado el artículo 311 del Código Penal que establece penas de cárcel de entre seis meses y seis años para aquellos que vulneren la legislación laboral. 

Glovo acumula multas de 148 millones de euros y continúa sin aplicar la ley. ¿Le sale a cuenta no cumplirla? 

Ha sido una lucha ideológica. Glovo ha llegado a tener multas elevadas que muchas empresas no se podrían permitir. Se le ha denunciado por obstrucción a la justicia. Los responsables de Glovo son auténticos delincuentes y deben ir a la cárcel. 

Debemos saber que hay detrás del rider que te trae un pedido a casa, la carga y casi esclavitud que sufre esa persona.

En el libro también se habla de la responsabilidad de la ciudadanía en las condiciones de los riders. Existen modelos como el de Just Eat que ha aplicado la ley y negocia el primer convenio, en cambio Glovo hace caso omiso a la ley y es la principal empresa del sector. 

Hasta ahora priman los intereses económicos. Existe un aval de los lobbies de la forma de funcionar de Glovo aún y tener esas multas. Hay que sensibilizar a la ciudadanía para que sepa que hay empresas que cumplen y otras que no. Debemos saber que hay detrás del rider que te trae un pedido a casa, la carga y casi esclavitud que sufre esa persona.

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2 comentaris

  1. Antonio Jefferson on

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  2. Francisco José on

    Llevo 4 años trabajando con Glovo. Lo que no expresa este artículo (y probablemente el libro), es que la precariedad de que se habla es producto del elevadísimo nivel de cuentas alquiladas que hay en Glovo y que a mi juicio puede estar a nivel de un 80% de las cuentas. El punto es que existen desalmados que a cuento de ayudar y dar oportunidad a los sin papeles alquilan cuentas por las que retribuyen unas pagas miserables. Son lo que yo llamo “pequeños emprendedores samaritanos” que abren cuentas a nombre de sus padres, hermanos, amigos, etc con la única intención de alquilarlas y explotar a los más necesitados. No entiendo el empeño de culpar a Glovo por la precariedad de una gran mayoría de riders. Glovo no es una ONG. Es una empresa privada, y como tal busca su beneficio. Yo miro a mis compañeros riders con motos del año, buena ropa, buenos móviles, cascos de diseño que valen una pasta, pero a la vez se hacen las víctimas. Una banda de llorones, quejicas y desalmados que explotan a personas necesitadas, las esclavizan por una paga miserable. Nadie obliga a nadie a trabajar con Glovo. Glovo te ofrece unas condiciones y tú eras libre de aceptarlas. Si te parecen injustas, pues busca otro empleo dónde te sientas valorado y retribuido.