Hace días que no había recomendado ninguna película, que no había escrito cuatro líneas para contagiarle una pasión: la pasión por el cine.

Hoy me decido y me encuentro que me cuesta elegir. Os haré una lista de buenas películas, algunas excelentes, ninguna regular ni mala, y elegiré una.

Empiezo: “Almas en pena de Inisherin”, “Argentina 1985”, “As bestas”, “Babylon”, “Ellas hablan”, “El triángulo de la tristeza”, “La ballena”, “Llaman a la puerta”, “ Los Fabelmam”, “Corcho”, “Tár”, “The quiet girl”, “Aftersun”, “Living”, “Sin novedad en el frente”, “Cinco lobitos”, “Close”, “EO”, “La maternal” , “En los márgenes”, “Mantícora”, “Pacifiction” y “Alcarrás”.

Me decanto por una de las más novedosas: “The Quiet Girl”. Situada en una zona rural irlandesa -hablada en gaélico, qué suerte poder escuchar los sonidos de esta lengua- en 1981, nos muestra una familia numerosa que no puede o no sabe cuidar de sus hijas. Pocos cuidados y miseria y un padre que no sabe hacer de padre. Deciden enviar a una de sus hijas, la que tiene nueve años,  unos días cuyos parientes acomodados tienen un secreto que la niña acabará descubriendo.

Una película breve, que no contiene ninguna escena más de lo que necesita

Pocas películas son tan tristes como ésta, una tristeza luminosa, si es que podemos expresarlo de esta forma. Conmueve profundamente la mezcla de ternura, de soledad y de necesidad de ser amado, de ser reconocido por poder amar. Una película breve, que no contiene ninguna escena más de lo que necesita para hacernos llegar toda la dimensión emocional de lo que contemplamos. Detalles de una precisión tan bien elaborada que reclaman verla un par o tres veces para ir captando todo lo que te muestra.

Una película redonda, dirigida por Colm Bairéad, que hace que aún quiera más el séptimo arte y quiera contagiarme mi vicio.

 

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