“La educación en Barcelona es una de las fuerzas poderosas que la definen y la construyen. No podemos entender ni la historia reciente ni el hoy de la ciudad sin hacer mención a su dimensión educativa”. Así empieza Miquel Àngel Essomba su libro ‘Educació, la revolució silenciosa. Barcelona, 2015-2023’, presentado en la Escuela Ramon Llull. Y añade: “Todo proyecto educativo es una propuesta inacabada”.
Con este espíritu transformador y consciente de los cambios continuos, Essomba ha destacado que el proyecto educativo de la capital catalana tiene como objetivo “construir una ciudad mejor”, bajo la premisa de que todas las personas tendrían que tener “oportunidades educativas para sentirse realizadas y para hacer realidad su proyecto de vida”. Y es que la educación en mayúsculas, señala, va más allá de las paredes de la escuela y se adentra en la vida comunitaria del barrio.
El autor, que es profesor de pedagogía y director de la cátedra de educación comunitaria de la UAB, destaca que uno de los pilares de la “ciudad educadora” es ser consciente de que se tiene que construir un espacio más humano y más digno, teniendo en cuenta el diseño urbanístico y la participación de la ciudadanía. Así, la escuela pasa a ser “patrimonio de todo el mundo”.
Sobre su visión de futuro, Essomba sostiene que “si no hay autocrítica, no se avanza en el proceso pedagógico”, y afirma que la coeducación con la ciudadanía exige continuar dialogando, escuchando y cediendo espacios. A menudo, argumenta, “se tiene que dejar hacer” y “no poner palos en las ruedas” a las iniciativas ciudadanas bien argumentadas.
Seis ejemplos
El libro hace un repaso de los últimos ocho años de políticas educativas en la ciudad y pretende transmitir, en palabras del autor, “el amor a la educación de la ciudad”. Con este objetivo, seis mujeres han protagonizado la mesa redonda ‘Voces de la transformación educativa en Barcelona’, para valorar el trabajo realizado y afrontar los retos que vendrán.

María Ferrer es bailarina y da clases en la escuela Santiago Rusiñol en el distrito de Nou Barris en el marco del programa ‘Caixa d’eines’ (‘Caja de herramientas’), que quiere combatir situaciones de desigualdad entre menores en cuanto al acceso a la cultura. Para Ferrer, la expresión a través del movimiento y el tacto, como es su caso, da lugar a una mirada y un horizonte diferentes. Así, el centro educativo se convierte no solo en un lugar en el que estar sentadas en clase, sino que facilita el derecho a la práctica cultural y artística.
Domi Viñas es la directora del instituto escuela El Til·ler, un centro de alta complejidad situado en el barrio del Bon Pastor. Considera que en la lucha contra el abandono escolar es importante mejorar la calidad educativa y establecer sinergias con el barrio y las familias. Una vez conseguido esto, el reto se centra en dar continuidad a esta innovación. Viñas asegura que la diversidad es un valor y tiene que ser una realidad en las aulas. Su deseo es “que se deje de hablar de segregación y se hable de acoger a todos los niños”, para lo cual reclama recursos suficientes.
Por su parte, Maria Juan es educadora social en el instituto escuela Trinitat Nova y, según su experiencia, incorporar esta figura en los centros educativos ha sido clave para acompañar al alumnado NESE (Necesidades Específicas de Apoyo Educativo), sobre todo en NESE B, que hace referencia a dificultades socioeconómicas y socioculturales. Así, desde la educación social se trabaja con el equipo docente y con el resto del centro, así como con las familias y el alumnado. “Era importante que el sistema educativo y el sistema de los servicios sociales se pudieran casar. Ahora están todos juntos en el día a día”, resume.
Para explicar el proceso del programa ‘Transformem els patis‘ (‘Transformemos los patios’), Tànit Pons, madre de la escuela Turó del Cargol, de Gràcia, ha puesto énfasis en cómo el diseño, la arquitectura y la participación de la comunidad educativa, incluyendo a personal docente, no docente, familias y alumnado, ayudan a humanizar los espacios. De esta manera, los patios no son solo el lugar donde jugar y comer el bocadillo entre clases, sino que pueden tener múltiples usos.
Carme Bernet ha aportado su visión como directora de la guardería municipal Germanetes, en el Eixample, y ha defendido la adaptación de los horarios a las necesidades de las familias y del entorno, para que la guardería no sea solo un espacio municipal abierto de 8 a 17 horas, sino también un lugar de referencia para el resto del barrio. De este modo, se aborda la equidad y la mirada inclusiva desde la etapa de los 0 a los 3 años.

Por parte del Consorci d’Educació de Barcelona, la directora de Educación y Territorio, Eulàlia Esclapés, ha puesto en valor la importancia de establecer prioridades y criterios teniendo en cuenta la educabilidad de los alumnos y las necesidades de los centros educativos. Saber qué les preocupa y tener una visión global es esencial: “Para decidir bien, se necesita conocer bien los datos”.
La mirada institucional
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, presente en esta jornada, ha reivindicado la transformación educativa de la ciudad en los últimos dos mandatos, invirtiendo no solo en la mejora de las instalaciones sino en crear entornos que generen comunidad. En este sentido, ha abogado por “cambiar radicalmente la mirada de las instituciones” para poner las escuelas en el centro de las políticas públicas.
El concejal de Educación, Pau Gonzàlez, ha agradecido la evaluación de “las protagonistas de este cambio a pie de barrio” y ha considerado que es el momento “no solo de hacer cosas, impulsar e innovar, que es imprescindible, sino de levantar la mirada” y comprobar cómo la transformación física de los espacios con un sentido pedagógico puede acompañar el trabajo de las escuelas y garantizar el derecho real a la educación.