En Barcelona, sólo el 80% del alumnado acaba 4.º de ESO a los 15 años, que sería la tasa idónea, pero buena parte de la juventud no acaba la educación obligatoria en la edad que correspondería: un 18% ha repetido algún curso o ha cumplido 16 años y ha dejado de estudiar antes de finalizarla.

Así lo indica el informe ‘¿Que hemos hecho para mejorar el abandono escolar prematuro?’ del Consorci d’Educació de Barcelona (CEB). El estudio se basa en las personas nacidas en 2001, un total de 12.937, e indica que el 92% se graduó en ESO, siete puntos más que hace 10 años.

Según los mismos datos, un 72% continúan su formación en enseñanzas postobligatorias: un 65% cursa bachillerato y el 7% hace ciclos formativos de grado mediano (CFGM), pero en el paso del primero al segundo curso de postobligatoria, tanto en bachillerato como en los CFGM, se “pierde” a un 9% de los estudiantes.

A los 18 años, el 55% acaba la etapa de educación secundaria postobligatoria con éxito. Este porcentaje cae hasta el 19% cuando se trata de jóvenes que se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica, y que el CEB contabiliza en 1.544 jóvenes.

Acciones preventivas en ESO

Para revertir la situación, el Consorcio ha valorado algunas de las respuestas que ofrece. En ESO existen tres programas preventivos desplegados hace más de una década: Enginy, programas de diversificación curricular (PDC) y unidades de escolarización compartida (UEC), que según el CEB han sido “claves” para evitar casos de abandono escolar.

Bajo la premisa de que la educación tiene que ser inclusiva, se diferencian tres tipos de actuaciones en los centros escolares: las destinadas a todo el mundo, que tendrían que representar un mínimo del 80% del conjunto de iniciativas; las de apoyo adicional, dirigidas a jóvenes en situación de riesgo académico, que tendrían que significar un máximo del 15%; y las medidas intensivas para el alumnado con más necesidad, que no tendría que suponer más del 5%.

La puesta en marcha de los programas Enginy, PDC y UEC “tuvo claros efectos transformadores, favoreciendo la innovación metodológica”, asegura el informe. Enginy se basa en la oferta de proyectos y talleres del ámbito tecnológico, artístico, ocupacional, humanístico y deportivo, entre otros, para orientar al alumnado a través del descubrimiento de oficios de la ciudad.

Los PDC proponen estancias en empresas y se orientan al alumnado que ha presentado dificultades generalizadas de aprendizaje durante los primeros cursos de la secundaria. El alumnado cursa el 60% del currículum en el centro y un 40% en entidades y empresas.

Las UEC son un recurso dirigido al alumnado que por cuestiones principalmente conductuales ve comprometidas sus posibilidades de éxito. Se trata de personas que a menudo presentan problemas de absentismo, rechazo escolar o comportamientos disruptivos. Este alumnado está matriculado en el instituto ordinario, pero cursa la totalidad de su escolarización en un centro especializado en el que hay grupos más reducidos y una atención más personalizada.

A estos tres programas se suman los profesionales externos de los equipos de asesoramiento psicopedagógico (EAP) y del servicio orientación plan joven (SOPJ), para orientar al alumnado a la toma de decisiones y la busca y selección de información.

Desafección en los estudios postobligatorios

Por otro lado, existe un programa que se llama Projecta’t y que apoya al alumnado que llega a la educación postobligatoria (bachillerato o ciclos de grado mediano) sin haber adquirido las competencias básicas y que tienen dificultades para seguir con éxito los CFGM o el bachillerato. Se trata de ofrecer apoyo académico en horario extraescolar dos tardes a la semana y de ayudar en la organización del trabajo, para disminuir un posible abandono escolar.

Otra situación que se da en el primer curso de la postobligatoria es que hay estudiantes que cursan estudios que no les satisfacen, sea porque no era su primera opción o porque no corresponde con lo que se imaginaban. La baja satisfacción puede conducir a una desafección y a un abandono de los estudios. Por eso, la detección temprana es importante para ofrecer un cambio de enseñanza a corto plazo y dar una respuesta ágil.

Más atención a las necesidades especiales

El informe afirma que la atención al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (NESE) es “un aspecto claramente mejorable a la educación postobligatoria”. En Barcelona, el curso 2020-2021 había 7.140 alumnos identificados como NESE A (personas con discapacidad o trastorno mental) de enseñanzas obligatorias y postobligatorios, de los cuales 6.359 estaban cursando estudios obligatorios y 781, estudios postobligatorios.

“La baja presencia de este colectivo en las enseñanzas postobligatorias pone de manifiesto una disfunción importante en el sistema de detección y acompañamiento de este alumnado en el cambio de etapa”, remarca el Consorcio.

Un largo camino por recorrer

El estudio indica que, si bien “se ha avanzado” en las actuaciones para reducir el abandono prematuro escolar en Barcelona y se han consolidado actuaciones preventivas en ESO, todavía “queda un buen camino por recorrer”, sobre todo en la etapa postobligatoria.

El reto para los próximos años es “concentrar los esfuerzos y los recursos para lograr la plena continuidad de los estudios postobligatorios” para que “todos los jóvenes, independientemente de su contexto sociocultural o económico, obtengan la acreditación que les capacitará para hacer el salto a los estudios superiores o al mercado de trabajo con una formación básica”.

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