Este reportaje forma parte de una serie de artículos sobre la situación de las personas refugiadas palestinas en el Líbano y la falta de derechos en aspectos como la vivienda, la salud, la educación, el trabajo o la infancia.

 

“En los campos de personas refugiadas palestinas, hay chicas de 14 o 15 años que son víctimas de matrimonio precoz. La chica en esta edad es una niña, una niña sin derechos que está privada del derecho a jugar y a vivir. En esta edad, la chica, que es considerada una niña, no tiene derecho a tomar decisiones. El matrimonio precoz es violencia sexual”. Así se expresa lo Amal Ghozlan, coordinadora de derechos de las mujeres y las niñas de la asociación Najdeh, una entidad laica y feminista que trabaja desde 1976 mayoritariamente con mujeres y niñas refugiadas palestinas y con otros grupos en situación de marginación de la sociedad palestina y otras nacionalidades que viven en campamentos en el Líbano. “No tenemos estadísticas, pero muchas niñas son víctimas de matrimonio precoz en los campos. Para algunas personas, casarse con 14 o 15 años no se considera demasiado pronto. Hay gente que cree que se está protegiendo su honor y que así lo dicen las costumbres y las tradiciones”.

Amal Ghozlan trabaja desde hace 10 años a Najdeh, que cuenta con 29 centros repartidos por todo el Líbano, la mayoría de ellos en los campos de refugiadas. La asociación defiende el derecho de la sociedad palestina a disfrutar de un acceso total a todos los derechos nacionales y humanos donde prevalezca la justicia social y la plena igualdad entre hombres y mujeres, pero en su tarea diaria lo que ve es que a las víctimas les cuesta hablar de su situación. Por eso, se han creado grupos de concienciación de jóvenes en los que tratan varios temas que interesan a las adolescentes y, poco a poco y de forma natural, son ellas las que se abren a explicar sus preocupaciones. “Con las adolescentes, hablamos de relaciones, de sentimientos, de objetivos personales, de autoprotección de agresiones sexuales… En estas sesiones a menudo ellas hablan del sufrimiento del matrimonio prematuro y de otros temas”.

El matrimonio precoz es violencia sexual

En caso de que se detecte un posible caso de matrimonio infantil, desde la entidad procuran dar protección psicológica y económica, siempre teniendo en cuenta las dificultades y características de cada persona y familia. En una de las sesiones con un grupo de madres, por ejemplo, fue una mujer quien se acercó y dijo que quería impedir que su hija se casara con un hombre mayor con quien le estaban concertando una boda. La madre no tenía ningún otro lugar al que acudir para intentar impedirlo.

El equipo de Amal Ghozlan debe hacer frente a muchas ideas preestablecidas en algunos sectores tradicionales. “Hay razones sociales y económicas. Muchas personas tienen miedo de que las chicas no se casen y se queden solteras, o consideran que si la chica se casa y se va será una carga menos para la familia y supondrá menos gastos. No es que pase sólo con las palestinas, también con las libanesas. Hay muchísima gente en contra de estos matrimonios. La mayoría de la gente dice que está en contra, pero la realidad es que sucede”.

Hablar de agresiones sexuales se considera un tabú y, en el caso de las niñas, a menudo se intenta esconder, pero gracias a las sesiones de concienciación y a que los prejuicios se van rompiendo, se han conocido casos de chicas que tienen miedo de ir a la escuela porque por el camino las han asediado sexualmente. Algunos padres y madres han alertado de esta situación y, a veces, la respuesta es el aislamiento de las niñas en casa y que dejen de ir a la escuela. “Depende de la familia. Hay personas muy conservadoras que no permiten a las chicas salir, pero no pasa solo en los campos, también en Beirut”.

Amal Ghozlan en las oficinas de la asociación Najdeh en Beirut | A.B.

Farah Nehme es una psicóloga libanesa que trabaja en Beirut en atención a la infancia en uno de los centros de la ONG local BAS. Reconoce que hay matrimonios concertados por familias y que, a menudo, las entidades no pueden intervenir porque no hay ninguna ley en el Líbano que diga que la edad mínima para casarse sea a los 18 años, cuando la persona es considerada mayor de edad. En el país, conviven 18 religiones oficiales que se rigen según 15 estatus personales, puesto que algunas confesiones comparten estatuto. Algunas de estas normas comunitarias establecen que la edad mínima para casarse es de 14 años.

“Pasa en los campos y en otros lugares del Líbano, no sólo en la comunidad palestina. Hay libaneses que continúan casando a sus hijas e hijos. Hay matrimonios civiles en los que sólo firmando un documento, ya están casados. Es fácil casarse. Divorciarse creo que es más duro. Si el hombre no quiere divorciarse rápidamente, pueden pasar muchos años. Lo que pasa es que no tenemos un estatuto que lo regule”, explica la psicóloga.

Para Farah Nehme, una de las características comunes de las niñas que se casan a edades tempranas es que normalmente no se oponen porque están acostumbradas a obedecer sin protestar: “Ellas no tienen suficiente información sobre cómo es estar con un chico y qué es casarse. Cuando se encuentran en esta situación, sonríen, no quieren quedar mal, y son muy educadas. Tiene que ver con la religión y con los roles sociales”.

Las diferencias de género vienen desde pequeñas. “Ellas tienen un horario de volver a casa, ellos normalmente pueden salir más; ellas tienen que vestir de una manera, ellos son más inconscientes. Ellas reciben mucha presión sobre estar en público y quedar bien”, remarca la psicóloga.

Procuramos concienciar a las personas jóvenes, a las madres, a todo el mundo, de que el cuerpo de la chica no está preparado

Hanan Marhi es trabajadora social en Burj al Shemali, donde dirige un programa de salud reproductiva para informar a niños, adolescentes, madres y padres sobre cuestiones sexuales y de género que son consideradas delicadas y que, generalmente, no se tratan abiertamente en la comunidad árabe tradicional. A pesar del reto del proyecto, iniciado en 2006, el éxito del programa ha sido el interés de las asistentes y que reivindiquen el derecho a escoger.

“Hay chicas que se casan a los 18, a los 19 o a los 20 años, y pensamos que es temprano. Les explicamos que tienen otras oportunidades y que pueden estudiar. Hay casos de matrimonios precoces y en nuestras sesiones procuramos concienciar a las personas jóvenes, a las madres, a todo el mundo, de que el cuerpo de la chica no está preparado. A veces, conseguimos convencerlas”, resume Hanan Marhi.

“El otro día vino una chica de 16 años con un hijo y le pregunté: ‘Cuando te casaste?’. ‘No me acuerdo’, me contestó. ¿Cómo puede ser? ¡Hacía tanto de tiempo que ni se recordaba! No todas las familias lo hacen, y las que lo hacen, lo hacen por tradición, por la cultura. Lo que vemos es que a menudo las chicas tampoco se quejan, no protestan. Es lo que les han enseñado, y lo hacen. Ahora, cada vez tienen más información y tenemos que continuar insistiendo para que cuiden de ellas mismas, para que vayan al ginecólogo y hablen de todos los temas”.

Sesiones sobre salud reproductiva con Hanan Marhi | A.B.

Un informe de la UNRWA de 2022 señala que hay niñas comprometidas a los 16 años y que muchas familias las animan a casarse a causa de la pobreza del hogar, que se ha vuelto más común y más grave desde el inicio de la crisis económica más reciente. El estudio ‘Adolescentes en desplazamiento prolongado: explorando los riesgos de la violencia basada en la edad y el género entre los refugiados palestinos en Jordania, el Líbano y el estado de Palestina’ sostiene que en el Líbano hay familias que “animan a sus hijas a casarse de niñas por la violencia desenfrenada dentro de los campos, creyendo que los maridos servirán como protectores”.

El documento añade que el impacto de la Covid-19 y de la crisis económica se ha traducido, por un lado, en que “hay jóvenes que no se pueden permitir el lujo de casarse” y, por otro, en que “existe el riesgo de concertar matrimonios con hombres que viven en otros países, puesto que las familias (y las niñas) están desesperadas por escapar del Líbano y la confluencia de la crisis y la pandemia”.

Por otro lado, una encuesta sobre matrimonio infantil elaborada por UNICEF entre 2015 y 2016 alertaba de que un 12% de las refugiadas palestinas en el Líbano se había casado antes de los 18 años, así como un 25% de las refugiadas palestinas de Siria residentes en el Líbano y un 40% de las refugiadas sirias.

Otro estudio de la UNRWA, ‘Resumen de la protección en el contexto del Líbano’, de 2020, denuncia que existen otros riesgos para la infancia, como la violencia al hogar. Las condiciones de hacinamiento, los medios de vida insuficientes, las pocas oportunidades de trabajo y los índices de pobreza son algunos de los factores que intensifican la exposición de menores a diferentes formas de violencia. El uso de la violencia física y psicológica se considera como “un método generalmente aceptado y comúnmente aplicado”. Se calcula que más del 70% de los niños y las niñas han sufrido agresión psicológica y más del 50% han sido sometidas a algún tipo de castigo físico.

También se advierte del aumento de consumo de drogas y de actos violentos relacionados con estas sustancias. Si bien no hay datos cerrados, se constata que “hay un creciente aumento de adolescentes, jóvenes e incluso niños que recurren a la distribución o el transporte de drogas”. La situación social, política y económica en el Líbano, todavía más deteriorada desde 2020, ha venido incrementada, en el caso de las menores, de mendicidad, recogida de basura, abuso y violencia.

Otro peligro es la exposición a la violencia armada dentro de los campos de refugiadas, que tiene como consecuencia el reclutamiento y uso de niños por parte de actores armados, lo que les aleja de ir a la escuela y de ejercer su derecho al acceso a la educación.

El análisis de la UNRWA de 2020 concluye que una gran parte de niños y jóvenes “está perdiendo una cantidad considerable de tiempo en las calles, en una situación de vulnerabilidad a todo tipo de explotación”, como demuestra el hecho que se contabilizaron unos 4.500 menores dedicados a varias formas de trabajo infantil.

 

Texto extraído del informe ‘Sobreviure als camps de refugiades. La població palestina al Líban pateix una manca crònica de drets‘ editado por la Associació Catalana per la Pau, l’Associació Catalunya-Líban y la Fundació ACSAR.

Share.
Leave A Reply