¿Los derechos humanos (DDHH) son asunto de abogados?
¡No, para nada! Es cosa de todos. El abogado, cuando llega, es porque se está incumpliendo o vulnerando alguno de los derechos. Ésta, de hecho, es la tarea de los abogados en general, intervenir ante la justicia para reclamar que algún derecho ha sido violado o no se cumple. El abogado puede ayudar a recuperar, conseguir o preparar material para demostrar que tienes dicho derecho. “Si en una sociedad no se cumplen los derechos humanos, ésta se convierte en tiranía y las personas tienen derecho incluso a la rebelión”. Lo dice la Declaración Universal de 1948.
¿Estos derechos pueden considerarse derechos naturales?
No creo en el derecho natural como algo que te ha caído del cielo. Creo en el derecho como algo que sale de la evolución humana en sus relaciones; después de años de civilización se llega a la conclusión de que unos determinados derechos son fundamentales para que la organización social funcione. Por eso, la Declaración Universal de 1948, tres años después del final de la II Guerra Mundial, establece un listado de derechos básicos para que la sociedad funcione.
¿Las declaraciones corren el riesgo de quedarse en palabras?
Claro, esto puede ocurrir con todo. Pero destaco, sin embargo, un párrafo en el preámbulo de esta declaración que plantea hasta dónde se puede llegar en la defensa de los derechos. Dice: “Considerando que es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho para que las personas no se vean forzadas, como último recurso, a la rebelión contra la tiranía y la opresión”. O sea, si en una sociedad no se cumplen los derechos humanos, ésta se convierte en tiranía y las personas tienen derecho incluso a la rebelión.
Así, ¡todas las sociedades son tiranías!
Cuando se valora el respeto y cumplimiento de los derechos se realiza, normalmente, en la perspectiva de su realización y considerando la vocación de cumplirlos. Los DDHH debemos conseguirlos todos. Pero en todos los países existen disfunciones. En algunos, vulneración sistemática. Otra cosa es que haya disfunciones, pero también recursos y vías por reclamar.
¿Todos los países deben cumplirlos?
Los estados, en principio, deben cumplirlos.
¿No existen diferencias culturales?
No. En su momento se realizaron dos tratados distintos, uno de derechos civiles y políticos y otro de derechos económicos y sociales. Respondía a las tensiones de los bloques de la guerra fría. No todos los estados los firmaban, o si lo hacían, algunos lo hacían con reservas. Sin embargo, en 1993, una conferencia internacional de la ONU, en Viena, establece que los DDHH están interrelacionados. Es decir, si no tienes garantizada la educación, ¿cómo podrás ejercer con todas las garantías el derecho al voto? No digamos si pasas hambre o frío, ¿de qué te sirve tener la propiedad?
¿Qué dificultades encuentra?
La realidad es que existe un cuestionamiento constante de los contenidos de los derechos. Pienso, por ejemplo, en los llamados delitos de odio. La condena de estos delitos estaba pensada para la protección de colectivos más vulnerables, como mujeres y personas racializadas. Ahora vemos casos contrarios, por lo que se hace aparecer a las víctimas como si fueran las agresoras. El otro día, el propio Tamames decía que debido al feminismo hay violaciones, ¡te quedas atónito!
¿Es esto creíble?
Como ocurre con todos los derechos humanos, cuando se llega a una cierta igualdad, aparece la reacción y se intenta darle la vuelta. Falta muchísimo para la igualdad de la mujer, pero ya hacen el discurso… Necesitamos reforzar el discurso y la acción en defensa de los derechos.
¿Existen nuevos derechos? ¿Cómo es esto?
El sistema de los DDHH evoluciona con la sociedad, con los tratados específicos y en lo que respecta al reconocimiento y la interpretación por parte de las diferentes organizaciones y entidades sociales. Defiendo, en general, que en los DDHH es primero el interés general, la solidaridad entre todas, que significa, en muchas situaciones, tratar de manera desigual y protectora a la gente que quizás no tiene la suerte que tienen otros, ya sea económica, física, psíquica. ¡En el ejercicio de los DDHH debe de haber mucha solidaridad!
¿La solidaridad remite a cuidados y feminismo?
¡Claro que sí! Cuando nos llegan las entidades que se postulan en el premio Solidaridad te hacen pensar que hay entidades que ayudan que saben que las que están todo el día trabajando son las mujeres. De una u otra forma, sí, muchas veces la solidaridad es feminismo.
¿La comunicación y la información son derechos humanos?
Sin lugar a dudas. Una sociedad democrática sólo puede serlo con todo, y buscando la objetividad, con datos contrastados. Pienso en los tiempos que corren, donde mucha gente hace más caso de un tuit o un post en las redes sociales, publicado sin autor o control, no ofrece ningún tipo de confianza. Estamos en un punto peligroso.
Y, muy importante, el derecho a la información no es sólo lo que nos dicen, lo que leemos o lo que escuchamos, también el hecho de generarla y difundirla, de alguna manera, que todo el mundo pueda ser periodista.
Referente a este tema, ¿la libertad de opinión tiene algún límite?
Por supuesto que sí. Los límites son los derechos humanos. El odio, los discursos por vejar, agredir, violentar… estas no son opiniones, son agresiones directas.
¿Quién garantiza los derechos?
El garante de los DDHH debe ser todo el mundo. En una sociedad democrática, obviamente, el estado y las administraciones, que tienen la potestad de garantizar el ejercicio y el respeto de los mismos.
¿Qué es el Instituto de DDHH?
El Instituto nació en 1983, al inicio de la democracia, en un contexto en el que no existía una tradición de DDHH, de teoría, ni en el sistema académico ni en las administraciones públicas. El IDHC empezó a realizar cursos de formación con vocación de cubrir esta carencia, así como para difundir la información de los derechos en general, a informar y divulgar con rigor, contribuyendo a su cumplimiento y a la creación de mecanismo para este cumplimiento.
¿Cómo se realiza esta tarea?
Además de los cursos, realizamos estudios de derecho comparado con otros países con tradiciones mucho más arraigadas, y publicamos materiales. Investigación, formación, comunicación. No hacemos asistencia en situaciones de vulneración, para eso ya existen otras entidades. Ponemos el foco en incidir en las administraciones, formando al funcionariado, por ejemplo, con convenios con ayuntamientos, con las sindicaturas de agravios, y con la policía, tenemos un convenio con Mossos d’Esquadra. Asimismo, en la formación convocamos entidades y personas de otros ámbitos, como periodistas.
En estos 40 años, ¿qué destacarías?
Un paso importante fue institucionalizar el premio Solidaridad, para proyectar y hacer publicidad en el trabajo en pro de los DDHH de personas y entidades. Si mira la lista, podemos ver qué filosofía tiene el IDHC. El premio se amplió a medios de comunicación. En conjunto, se considera que la defensa de los DDHH no se hace sólo cuando llevas la bandera de éstos, sino que se hace en el día a día y en todos los ámbitos, cuando pones en evidencia situaciones de vulneración de estos derechos, como hacen las entidades que trabajan para proteger a la gente con dificultades cada día, que es como una forma indirecta de denunciar, de decir que lo estamos haciendo porque algo está fallando.
¿Trabaja mucha gente en el Instituto?
Somos un equipo pequeño. La junta directiva está formada por 13 personas, voluntarias; y el equipo técnico, por 6 profesionales.
¿Todas son abogadas?
La mayoría sí, pero no todas. Hay periodistas, politólogas y especialistas en administraciones públicas. Esto en la junta. En el equipo técnico, únicamente hay un abogado.
Esta entrevista se ha publicado en el diario Malarrassa y en Catalunya Metropolitana