La candidatura de Jordi Ballart al frente de Tot per Terrassa (Txt) el 2019 demostró una voluntad decidida de intervención política, osadía incluso si se consideran fríamente las circunstancias: él y su gente se marchan del PSC y, encima, se enfrentan; compitiendo, además, con los otros partidos también nacionales y establecidos (ERC, Junts, Comuns, Ciutadans).
Claro que de la ruptura con el partido, Jordi Ballart no salía con una mano delante y la otra detrás. Máximo dirigente de la JSC y del PSC locales durante años, se llevaba en la mochila una herencia notable en términos humanos, organizativos, relacionales, prestigio personal y un buen equipo; como ha patentado nítidamente el éxito de TxT.
La apuesta ha funcionado. El partido local no sólo sale más fuerte de la segunda contienda electoral, sino que lo hace mientras que la formación de origen (PSC) solo resiste; ERC y Junts salvan los muebles y Comuns dilapida casi toda la herencia de los PSUC, PCC, ICV…, abocándose a la marginalidad.
Ahora mismo, el invento de Ballart y los suyos es la organización más importante, con más implantación y capacidad de movilización de Terrassa, la tercera ciudad en número de población en el país.
Pero ¿puede sobrevivir un partido local en una democracia y sistema de partidos como los que tenemos? ¿Hasta dónde se puede continuar votando un partido en las municipales y a otros en las autonómicas y en las generales? ¿Puede estar ausente de las grandes contiendas del país? ¿Podría TxT respirar sin Jordi Ballart?
Un partido-persona
La página web de Tot per Terrassa (TxT) parece la página de Jordi Ballart. Así es la imagen que se ofrece: el partido o agrupación política de Ballart. “Un alcalde junto a las personas. Nuestra máxima prioridad es estar junto a las personas, a pie de calle y haciendo que vivamos bien en Terrassa”, escriben en la portada de la página. Y a pie de ésta: “Una candidatura valiente, honesta y sin deudas ni órdenes desde Barcelona o Madrid”.
Se matiza y resalta todavía, al pasar página, que “Tot per Terrassa sólo piensa en Terrassa y en lo que creemos mejor para las terrassenques y los terrassencs”. Y en una cita sin comillas afirma el reelegido alcalde de la cocapital del Vallès occidental: “Mi prioridad es pensar solo en aquello que conviene a Terrassa, y así lo hago. Trabajando, día a día, en el que creo que es mejor para las terrassensas y los terrassenses”.
Hasta aquí, la propuesta motora de esta entidad obvia cualquier definición ideológica, pero no tiene nada de nuevo, sería posible imaginar que todas las candidatas, candidaturas, partidos y organizaciones de la ciudad la firmaran, por más que se pueda parecer mucho a aquella fórmula, clásica ya, del ‘ni de izquierdas ni de derechas’.
Sólo un discreto “progresista” se cuela en la definición del “candidato a la alcaldía de Terrassa” junto a su formación como politólogo y la condición de padre y “enamorado de Terrassa, amante de la música y de la cocina”. Ninguna referencia a su pasado como alcalde del PSC (2012-17), partido que ha dirigido en la ciudad, después de dirigir la JSC.
Aun así, una mirada al pasado descubre que en 2003 entró como regidor por primera vez. En el mandato siguiente, 2007-2011, ocupó varios cargos institucionales: concejal de Presidencia, de Relaciones Institucionales, de Imagen y Comunicación, de Participación Ciudadana, de Solidaridad y Cooperación y de Juventud. Entre junio de 2011 y hasta diciembre de 2012 fue teniente de alcalde de Planificación Urbanística y Territorio, además de responsable de Urbanismo, Obras Públicas, Movilidad, Vía Pública y Seguridad Ciudadana.
El abril de 2012, el alcalde Pere Navarro, actual presidente del Comité Ejecutivo del Consorcio de la Zona franca de Barcelona, abandonó la responsabilidad y dejó a Ballart como máximo responsable del ayuntamiento y del partido. Una secuencia similar a la protagonizada años antes por el primer alcalde democráticamente elegido después de la Dictadura, Manel Royes, y el mismo Navarro: primero, alcalde por designación o sustitución, después alcalde reelecto.
En las elecciones de 2015, Ballart fue elegido alcalde y, dos años después, renunció a la vara de primer regidor, así como a las responsabilidades y al carné del partido. La razón inmediata de esta ruptura fue el apoyo del PSC a la aplicación del artículo 155 de la Constitución española para intervenir el gobierno autónomo de Cataluña.
Crítico con el PSC
El alcalde ha declarado en varias ocasiones que este artículo 155 no era el único motivo de la ruptura con el PSC. Señala también las diferencias en relación a la municipalización de los servicios y de gestión del abastecimiento del agua en la ciudad, a la cual él apoyó mientras miembros destacados del partido en Catalunya se oponían y, más todavía, lucían excelentes relaciones con la empresa privada Agbar.
De su posicionamiento actual en el espectro ideológico, él mismo se situaría a la izquierda de PSC y PSOE, como afirmaba recientemente preguntado por Gemma Nierga: “Soy de izquierdas y catalanista, no me gusta Sánchez, me ha decepcionado mucho; yo estuve a su lado en los momentos difíciles, pero él no nos ayudó en nada, no concretó nada de la ayuda a Catalunya, es un político camaleónico”. Sobre Yolanda Díaz y el movimiento Sumar, hay que recordar que se dejó fotografiar con Iñigo Errejón en una visita al Ayuntamiento, sin consecuencias aparentes, y hoy afirma que “habrá que ver como lo hace”. Respecto a ERC y su frente común, algunos republicanos aseguran que el máximo edil está cerca de los postulados de este partido.
En Terrassa, más allá de las diferencias políticas, todo parece hablar de relaciones personales complicadas entre los antiguos compañeros y compañeras, hasta el punto de hacer difícil un diálogo mínimamente fructífero y que pudiera construir consensos más amplios en torno a los temas más importantes, a pesar de las coincidencias. Por motivos personales o políticos, el PSC parece apostar por una oposición de desgaste, a pesar del fracaso de esta fórmula durante los cuatro años del mandato anterior, después del cual este partido no habría rentabilizado el aire favorable que sí ha impulsado a las candidaturas socialistas en las ciudades vecinas, mientras que TxT todavía se ha fortalecido.
¿Sólo Terrassenquismo?
De la fuerza y fórmula que construyen el éxito de la candidatura del terrassenquismo como bandera principal, nadie sabe las claves aparentes, aquellas que, al menos de momento, permiten hablar de la consolidación de un proyecto que nadie imaginaba con capacidad para convertirse en protagonista principal de la política local. El mismo alcalde aseguraba, cuatro años atrás, que nadie contaba con ganar diez concejales y elegir así el alcalde.
“El secreto de TxT”, declaraba en el citado programa de Gemma Nierga, “no lo sabemos aún”. Pero insistía en proponer como motivos principales el ser “100% terrassenquista, municipalista y no depender de las estructuras de Madrid ni de Barcelona, muy arraigado a la ciudadanía, muy auténtico, muy próximo”. No habla, aun así, de la importancia de su propia figura. Como sí que lo hace todo el mundo en la ciudad, amigos y enemigos.

Se afirma que es un “crack” en comunicación, que es el amo de Twitter y Facebook. Ballart declaraba, además, que las cuentas las lleva él mismo. Seguramente, no él solo, pero sí que está. Pero no se acaba aquí su poder comunicador. Además, se pasea por toda la ciudad y marca presencia en la calle. Se hace fotos con todo el mundo que puede, las publica con comentarios y agradecimientos. Un colaborador muy próximo aseguraba hace algún tiempo: “como alcalde no es demasiado bueno, pero es el mejor candidato”, explicando cómo se relacionaba con la gente, en estos paseos por la calle, y el dominio de su presencia en las redes.
Este arraigo y proximidad con la ciudadanía que él citaba como claves del éxito están presentes, principalmente con la gente y, más importante, con muchas entidades sociales y culturales (más de 600 registradas). Y viene de lejos. Un antiguo compañero de partido señala a su padre, Josep Ballart, como responsable en parte de esta red de relaciones, cosida desde hace años, desde el aparato de organización del PSC y del gobierno. “Red clientelista”, denuncia un ex compañero, coincidiendo con esta afirmación con un ex concejal y no pocas voces de activistas de aquel mundo asociativo. Clientelista o no, bien es verdad que hay una estrecha relación. La candidatura de TxtT ganadora de estas elecciones es una imagen bastante nítida de este trabajo.
El papel de ERC
Todo esto, por otro lado, a pesar de no haber desplegado una gran labor de gobierno, en la línea con lo que decía el colaborador antes citado. De hecho, es sabido que la máquina de la administración funciona a pesar de los gobiernos. Así mismo, la excepcionalidad pandémica, para mal o para bien, han permitido que pasara el tiempo haciendo una gestión de emergencia que podía disculpar otros problemas. Pero, además, en Terrassa, de acuerdo con un análisis muy compartido entre periodistas y políticos locales, ERC ha sido un pilar fundamental del gobierno.
Consideran que el equipo de concejalas y concejales elegido en 2019 parecía pensado más en el atractivo personal de las candidatas y candidatos que no en su competencia gestora, una eventualidad con la cual ni contaban, tal como reconoce el mismo Ballart.
El papel jugado por el socio de gobierno durante estos cuatro años, ERC, habría compesado buena parte de este grave déficit. Fueron responsables de parcelas estratégicas, como Servicios Económicos, Organización y Recursos Humanos, Gestión Tributaria y Recaudación, Servicios Jurídicos, Contratación, Patrimonio, Atención Ciudadana; Servicios Funerarios y Cementerio; urbanismo y medio ambiente, Educación, entre otras. Estos días, la regidora de ERC Ona Martínez, comentando la gran pérdida de votos de su partido, que ha pasado de 14.000 a 7.000, además de la parte que pueda corresponder a un efecto de la caída de votos general en toda Catalunya, lamentaba la falta de reconocimiento por parte de la ciudadanía local, que expresaría este pobre resultado.
En el actual gobierno, TxT juega casi en solitario. Sólo cuenta con el apoyo de dos regidores de ERC y dos más de Junts. Los cuatro próximos años permitirán descubrir si este terrassenquismo es un concepto político y social o, contrariamente, sólo una jugada publicitaria sin contenidos, incapaz de generar ninguna identidad local o cultural positiva.