Doctor en Antropología Social, investigador y profesor universitario, José Mansilla estudia con lupa las ciudades, su morfología, sus habitantes y las dinámicas propias urbanísticas: exclusión, expulsión, desplazamiento, la composición de los territorios y sus clases sociales. Miembro del Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano (OACU) y autor del libro “La pandemia de la desigualdad. Una antropología desde el confinamiento (Bellaterra, 2020)”, Mansilla habla sobre gentrificación, sus procesos, causas e impactos.
¿A qué nos referimos exactamente cuando hablamos de gentrificación?
Es una dinámica. Una acción que ocurre en determinado barrio, ciudad o incluso calle donde hay una sustitución de gente, digamos, de clases populares por gente de clase media-alta. Tradicionalmente, esto sucedía porque había una desinversión por parte de las administraciones, en lo cual el valor potencial de la vivienda bajaba por desatención y desinversión en la zona. Eso hacía que fuera mucho más barato de comprar por parte de la gente que tuviera posibilidades, como fondos de inversión y capitales potentes, y que con una reforma de unas pequeñas características esto permitiera volver a poner esa misma vivienda en el mercado a un precio superior. Eso es lo que lleva a la sustitución poblacional.
Sucedía por desinversión, sin embargo, vemos conceptos como “gentrificación verde”, lo cual da a entender que hay diversas tipologías…
Cuando tú añades adjetivos al concepto, lo que estás añadiendo es el motivo por el cual sucede. El concepto de gentrificación, así en principio, sin ningún tipo de adjetivo, pues induce a pensar que está abierta a las posibilidades de cambio, ¿no? O sea, que son esos cambios que se introducen los que desatan la dinámica. Cuando estamos hablando de gentrificación verde ya no hay un proceso de desinversión en el cual primero hay una bajada en el precio de la vivienda que facilita la compra por parte de gente con intereses inmobiliarios para después hacer venta a precios superiores, sino que lo que hay es una mejora.
Cuando tú añades adjetivos al concepto, lo que estás añadiendo es el motivo por el cual sucede
Esa mejora, en el caso de la gentrificación verde, está debida a la situación del entorno, normalmente con equipamientos vinculados a los parques o a los jardines o a cualquier otro tipo de elementos, de espacios típicos de la ciudad que, bueno, se pueden acoger a la etiqueta de verde. Con lo cual no hay una bajada previa, sino una mejora. Pero eso ocurre en muchos aspectos. Es decir, se puede hablar de gentrificación verde, pero, por ejemplo, si aparece un puerto deportivo o alguna otra cuestión vinculada al mundo del mar, se suele hablar de gentrificación azul. Otras veces se suele hablar a lo mejor de gentrificación marrón incluso, pero esto en ambientes más anglos, cuando están vinculados a que antiguas fábricas que están en ese mismo vecindario son recuperadas y transformadas en otra cosa.
Entonces, bueno, digamos que sufre definiciones diversas en función del adjetivo. En el caso de la gentrificación verde, sería una forma especial de dinámica de gentrificación en la cual el incremento del precio y, por tanto, la sustitución del grupo o del colectivo poblacional no se debe tanto a una bajada de las características del territorio, sino a unas mejoras. Y esas mejoras normalmente se suelen llamar inversiones que generan rentas monopólicas.
¿Qué impactos genera esta dinámica?
Genera toda una serie de dinámicas que están vinculadas al tipo de tejido social que se crea ahí, el cual pasa de ser uno más vinculado a las clases populares y a sus propios requerimientos materiales y funcionamientos ―y también a sus propuestas ideológicas―, a ser otro vinculado con las clases medias altas. Estas tienen unos objetivos o intereses diferentes. Todo el panorama genera un cambio general. Es decir, un barrio gentrificado nunca tendrá una tienda de ultramarinos típica de toda la vida, a no ser que esta se transforme en algo más. Tampoco tendrá una cafetería de trabajadores que van a tomar el café y el bocadillo, porque la gente del territorio no tendrá demanda de este tipo de servicios.
Diferentes espacios, servicios, dinámicas… planteas una especie de mutación de la morfología del barrio a diversos niveles, también comentabas sobre la ideología
Al final, el cambio que genera la transformación en cuanto al tejido social que habita acaba por impactar en la totalidad del espacio en mil y una formas. Tanto que al final acaba por ser básicamente como algo muy desconocido. Uno de esos efectos es el cambio en el tono político. Por ejemplo, Barcelona, el auge de Trias, digamos que ha podido pasar algo por el estilo. Él se dirige a un público muy determinado de zonas que no están gentrificadas, sino que básicamente “nacieron así”, que es la zona alta. Pero si de cara al futuro continúa esa misma inercia en otros barrios y hay una sustitución de un tipo de población por otro tipo de población concreta… no digo que Trias, porque tiene un toque más conservador y tal, pero sí partidos políticos tipo PSC que juegan a la izquierda, pero en el fondo no lo son ―hacen políticas económicas muy de derechas― podrían cambiar tendencias, o bien cualquier partido que acabe siendo capaz de vehicular ese tipo de voto.
Partidos políticos tipo PSC que juegan a la izquierda, pero en el fondo no lo son ―hacen políticas económicas muy de derechas― podrían cambiar tendencias
Nuevas “zonas altas”… Precisamente ese tipo de territorios están vinculados a unas características, como más zonas verdes, que atribuyen mayor bienestar y condiciones de vida para los habitantes. ¿Un barrio gentrificado podría, por ejemplo, ver cambios en la media de esperanza de vida? ¿Qué dinámicas puede generar este fenómeno a nivel de salud?
Esa esperanza de vida no sucede únicamente porque las condiciones físicas del barrio son mejores, que también, por ejemplo, cuando se introducen elementos verdes. Vivir al lado de un parque o de una zona más natural tiene unas condiciones beneficiosas para nuestro estado físico y mental. Pero también está el hecho que la gente que llega allí tiene acceso a un tipo de consumo que es mucho más saludable en todos los sentidos que las casas previas. No solo por cómo se alimentan, sino también porque suelen ser gente que tiene hábitos de salud “mejores”. Por ejemplo, son gente que practica deportes o son gente que accede a un sistema sanitario paralelo y privado, con lo cual tienen un concepto de la sanidad como consumo que les lleva también un poco a tener una visión sobre su salud individual diferente a las de las clases populares.
La gente que llega allí tiene acceso a un tipo de consumo que es mucho más saludable en todos los sentidos que las casas previas
Si pensamos en el Raval en comparación, por ejemplo, con la gente que vive en las zonas altas, incluso a nivel de equipamientos públicos la gente de esas áreas, Sarrià o incluso para no marcar una tendencia tan clara, la gente del Eixample, los barrios populares tienen un menor acceso a elementos vinculados a cuestiones como la salud, por ejemplo, equipamientos deportivos, zonas verdes, parques, jardines… o incluso un menor acceso al transporte público. Estas son cosas que normalmente están muy vinculadas precisamente a un fomento de la calidad de vida, y por tanto una posible mejora de la salud pasa por tener mejores equipamientos, en general, tantos factores… la gente que vive en estas condiciones vive más. ¿Por qué? Porque sus condiciones materiales son mejores. Las suyas, es decir: ya de por sí tienen mayores sueldos, el acceso a su sanidad, el concepto mismo de la vida.
Ese tipo de cuestiones hacen que sea gente que al final pueda prolongar su vida debido a sus condiciones materiales individuales, que no colectivas, que son las que dependen, por ejemplo, de un acceso común a espacios públicos, a zonas de parques, de jardines, y todo ese tipo de cuestiones.
Entonces es una cuestión individual que a la vez se convierte en un ecosistema colectivo concreto. Las “superilles” [espacios que buscan peatonalizar y reconceptualizar zonas que tenían presencia de vehículos] pretenden también reforzar tejido vecinal, poder hacer más vida colectiva, sin embargo, se está produciendo cierta gentrificación verde que llama a un tipo de habitante con más poder adquisitivo al que apuntas como de estilo de vida más individualizado. ¿Dónde está el fallo para que esta dinámica se reproduzca y siga expulsando a las clases populares?
Aquí el problema o “la gran cosa”, es cómo hacer, mediante políticas públicas, que una mejora en el espacio repercuta sobre los vecinos actuales y no los vecinos del futuro. Es así, ese es el gran elemento. Se puede hacer mediante intervención pública. Y otra cosa es que, para hacer intervención pública, las administraciones responsables tengan los instrumentos suficientes como para poder llevar a cabo una intervención que ahonde en este sentido. Hasta ahora era muy limitada, ahora ya con el tema la vivienda pues tienen algún que otro instrumento más.
“La gran cosa”, es cómo hacer, mediante políticas públicas, que una mejora en el espacio repercuta sobre los vecinos actuales y no los vecinos del futuro
Yo por ejemplo vivo en Poblenou. Cuando me vine a vivir aquí a Barcelona, desde Sevilla en el año 2009, todavía el barrio mantenía unas ciertas características pese a haber sido modificado por el tema de las Olimpiadas y después por todas las transformaciones que se producían en torno al 2004 con el fórum y luego el 22@. Era un barrio que mantenía carácter popular. Llevo viviendo aquí casi catorce años, y veo que es un barrio vinculado a ese tipo de transformaciones. ¿Por qué? Pues por desinterés o simplemente no se pensaba que la ciudad acabaría funcionando de ese modo. No ha habido ninguna acción para evitar que las mejoras sustanciales terminaran en manos de gente que no era del barrio. Quien se ha beneficiado de ello son clases medias de Barcelona y de fuera, es típico que vengan expatriados multinacionales y esos perfiles.
Precisamente Poblenou, el lugar en el que vives, es un gran paradigma de todo este fenómeno, especialmente con el Proyecto 22@…
A través del 22@ se ha incentivado bastante el tema de las startups tecnológicas. Se sienten atraídos por la mejora del espacio. El 22@ supone la atracción de un tipo de gente que no son los trabajadores previos de la zona industrial, es gente de alta cualificación. Lo que se le hace llamar “capital creativo” o “clases creativas”. Otro incentivo es que Barcelona es una ciudad muy consolidada en la que no necesitas coger coches para transportarte, y en este caso, la gente que viene a 22@ muchas veces tiene el deseo y la posibilidad de asentarse en el área cercana. Además, Poblenou es un sitio que mantiene todavía una especie de calidez de barrio de pueblo antiguo. Está al lado de la playa, está muy bien conectado, tiene todos los elementos como para que este tipo de gente lo considere atractivo. Entonces se desatan estas dinámicas de gentrificación que hablábamos al principio.
¿Por qué Barcelona en concreto tiene tantos números en el bingo de la gentrificación?
Barcelona es que cumple todos los requisitos para ser gentrificada. La ciudad ha vivido todo, desde el proceso que comentábamos antes de la transformación por desinversión, que sería Poblenou y otras zonas, hasta la que está vinculada al capital cultural. Ejemplo es Gràcia, donde se empiezan a asentar determinados públicos como consumidores de un barrio con unas características especiales vinculadas al mundo del arte, y a cierta bohemia, etc.
Barcelona es que cumple todos los requisitos para ser gentrificada
También tendríamos el capital simbólico de vivir en un barrio como el Raval, donde lo que hay es ese ambiente medio cosmopolita, de mucha gente de fuera, también un cierto rollo más oscuro, que es un ambiente que en cierta medida es seguro, pero a la vez tiene ese tono de peligrosidad, prostitución en las calles, menudeo de droga… y eso a determinados colectivos les pone. Es todo un abanico completo.
Pese a ello, yo no me fijaría tanto en los elementos que desencadenan la dinámica, sino que al final el proceso es el mismo, que es el hecho de que la población actual es sustituida por una población de mayor capacidad adquisitiva, básicamente o por una dejación de funciones o bien por una transformación positiva que sucede en el barrio. Eso cambia el paisaje.
¿Será “mantenerse feos” un mecanismo de supervivencia para los barrios?
Las zonas de clases populares son las primeras que se deben mejorar. Todos tenemos derecho a que nuestro barrio no sea “feo”. Si como político tienes cierta inclinación por la justicia social, pues toca actuar así. Los recursos son limitados, pues la lógica es empezar por lo que está más precario. Además de eso, si en algún momento hay que llegar a invertir también en las zonas bien de la ciudad, pues entonces todo el mundo tiene el derecho de vivir en esas zonas. La idea es que las transformaciones que se produzcan no repercutan negativamente sobre los vecinos actuales. Si tu manera de protegerte ante la expulsión es decir que prefieres que no hagan nada en tu barrio… eso no puede ser, porque además es contraproducente.
La idea es que las transformaciones que se produzcan no repercutan negativamente sobre los vecinos actuales
Piensa en un barrio de polígono, de ladrillo y asfalto quemando. La vivienda es más barata, por ejemplo, 100000 euros un piso de 70 metros, y un poco más allá hay un barrio que está mucho mejor y que comprar el piso cuesta 300.000 euros. ¿Vale? Es que si tú, en el barrio de los 100.000 euros, haces una mejora, la que sea, y tú arreglas esos apartamentos por una inversión, la que sea, y en vez de venderlo por 100, lo puedes pasar a vender a 200, estás doblando el dinero de la ganancia. Mientras que, en el otro sitio, en el de 300.000 euros, para doblar la ganancia, tienes que hacer una inversión mucho mayor.
Con lo cual, esos sitios que son más pobres, por decirlo así, de partida, son mucho más atractivos para las inversiones del capital. Entonces, ¿Qué tienes que hacer? Pues tienes que hacer que esos barrios mejoren. Mejoren sin expulsar. Porque sino, será más atractivo para el capital y el palo será más gordo. Y generará un mayor beneficio en la gente que quiere invertir, claro.