Aprovechando la presencia de Doménico Cosenza, psicoanalista de la Scuola Lacaniana di Psicoanalisi y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis de Milán, en la ciudad de Valencia con motivo del Seminario del Campo Freudiano, pudimos realizar esta entrevista. Aunque el Seminario XVII de J. Lacan, “El reverso del psicoanálisis”, nos pone a trabajar sobre los cuatro discursos que elucida Lacan (el discurso del amo, el discurso universitario, el discurso de la histérica y el discurso del psicoanálisis), quisiera hacerle una pregunta sobre otro reverso, el que hace referencia al título de las XXII Jornadas de la ELP que celebramos el 2 y 3 de diciembre en Madrid.

El título de las Jornadas es simple: “Lo que hablar quiere decir”. Al mismo tiempo, nos plantea una primera pregunta: ¿Cuál sería el matiz que usted podría aportar entre esas dos palabras: de un lado, hablar; de otro, decir?

Yo diría que el hablar es la condición esencial para que se pueda producir un trabajo analítico que opera con el ser hablante, pero lo que tiene como orientación el psicoanálisis es apuntar en el hablar hacia el decir del sujeto, o sea hacia su enunciación. Entonces, esta es la orientación que nos permite extraer del hablar de un sujeto algo que no se destituye de la dimensión singular que está en juego en su palabra.

O sea, que ¿el decir sería la singularidad del sujeto que habla? 

Sí, es un punto de enunciación. Un decir es algo fundamentalmente inconsciente y que puede encontrar la manera de decirse, en la sesión analítica. Encontrando el límite de la palabra podemos decir, es el punto más singular que está en juego en la palabra de un sujeto. Hay muchos casos donde se puede presentar como una palabra vacía, ¿no? Lo que introduce en la palabra algo que no se presenta como vacío es, de manera más radical, el punto de enunciación del sujeto. 

Me recuerda un poco a algo que leí en Miller; él decía que el decir es una palabra que provoca un acontecimiento. 

Exactamente, hace de la palabra un acontecimiento, efectivamente. Me parece un punto clave.

Pasemos a la siguiente pregunta, ¿qué opinión le merece el descrédito de la palabra en la sociedad actual? Esa especie de palabrerío que parece casi un ruido.

Sí, es algo que encontramos desde hace tiempo. Lacan lo preconizó ya claramente cuando introdujo la degradación de la palabra y de lo simbólico en la sociedad contemporánea, en el capitalismo contemporáneo. Poniendo en la ascensión del zénit social la dimensión del objeto de goce. En este sentido, el psicoanálisis contemporáneo tiene que ser más radical, no se trata solamente de escuchar la palabra, si no hay una orientación de este escuchar que apunta precisamente, como hemos dicho antes, al punto de enunciación interno a la palabra. Es esto lo que puede producir la palabra como acontecimiento, como dice Miller. Y en lo contemporáneo esto es más complicado, efectivamente, por varias razones que acompañan el proceso de degradación de la palabra, que caracteriza el lazo contemporáneo.

Entonces, podríamos pensar: ¿Qué lazo, cuándo el simbólico o la palabra no sirven, o sirven muy poco? Creo que se puede observar en la política, en los runrunes de lo que la sociedad dice: “los políticos son todos iguales, los políticos mienten”, etc. Ahí creo que se puede ver bien, se ve en la televisión todo el rato.

Absolutamente, es la palabra como dimensión vacía, que no tiene ninguna capacidad de nombrar algo de lo real en juego. El corte se introduce cuando se introduce una palabra que puede nombrar algo de lo real. Ahí se introduce un corte respecto a este uso vacío de la palabra. Y cuando se introduce este corte, se entiende. 

Para finalizar, ya que nos vamos a reunir en Madrid muchos psicoanalistas y mucha otra gente que no es psicoanalista pero vendrá a escucharnos hablar sobre lo que el psicoanálisis dice que ocurre en la sociedad. Le querría preguntar: Como analista, ¿cómo aborda los nuevos síntomas que emergen en la clínica contemporánea?

Ahí, precisamente, se ve muy bien cómo hay una cara de la palabra que no se puede utilizar de manera útil en este campo, es más la cara semántica de la palabra lo que se juega entre lo imaginario y lo simbólico. Con estos síntomas, esta palabra no toca nada del sujeto, precisamente porque se presenta como desconectado del inconsciente. Lo que puede tener un efecto en la otra cara de la palabra, la que se juega en particular en la vertiente entre lo simbólico y lo real, en este litoral, cuando se introduce como nominación. Ahí, este nivel de funcionamiento de la palabra incide también en el síntoma contemporáneo. Puede ser una llave que permita tratar algo de la relación de estos sujetos con el goce.

Así, podríamos decir que esa posición de analista casi que viene muy a la par para poder, efectivamente, hacer algo con esos nuevos síntomas. De algún modo, cuando el simbólico ya es difícil. Me da la sensación de que el legado que Lacan nos dejó en su última enseñanza es justamente prepararnos para lo que estamos viendo, de algún modo, en lo social. 

No tengo ninguna duda: la última enseñanza de Lacan es la única que nos prepara para tratar no sólo con cualquier ser hablante que se analice sino, de manera particular, nos permite tratar también estos síntomas contemporáneos que se presentan intratables según la modalidad del psicoanálisis como hermenéutica del sentido inconsciente. Si tomamos esta vía, no podemos tratar estos casos. Sí podemos tratarlos si tomamos la otra vía, que es la que Lacan nos indica en su última enseñanza. Es decir, la intervención de la palabra como corte, como equívoco, que nos permite tocar el nivel de letra que está en juego en la posición del sujeto.

Muy bien, Doménico, muchas gracias por su tiempo, porque sé que se ha pasado trabajando todo el día aquí, en Valencia. Se lo agradezco mucho y ¡hasta pronto!

Gracias a vosotros y ¡buenas Jornadas!

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