Laure Vega (33) habla rápido, pero a diferencia de la inmensa mayoría de la política, lo hace de manera clara y directa. No rehúye la pregunta, ni ahora la autocrítica. A través de sus palabras se manifiesta un fuerte deseo de transformación de la realidad, pero sus análisis se mantienen arraigados al momento presente y al estudio de la correlación de fuerzas. Vinculada a la CUP desde el año 2010, Vega forma parte del actual Secretariado Nacional de la organización. Hablamos con ella en la sede del partido en la Calle Casp, en Barcelona.
En las elecciones generales pasadas, la CUP perdió la representación en el Congreso de los Diputados y poco después inició un proceso de reflexión, el llamado proceso Garbí. ¿Qué aprendizajes o cambios en las líneas generales de la organización han resultado de este proceso?
El proceso aún no ha terminado, pero sí creo que es interesante que se han puesto sobre la mesa cosas que tienen mucho que ver con cómo se ha leído éticamente la CUP a sí misma. Por ejemplo, en lo que respecta a la renovación de los mandatos —y sin querer caer en la lógica de la profesionalización de la política—, sí se valora que quizás se debe poder hacer en momentos. También debatimos sobre cómo entendemos las instituciones, el desfase que hay entre el municipio y la Generalitat, etc. Creo que es un proceso potente en el cual, exceptuando los pilares fundamentales, se pueda discutir de todo, y hacerlo sin tener que pedir carnés. Creo que es una respuesta honesta a una bajada electoral, pero no solo eso. Pienso que resultará en un cambio interesante para la CUP, que se adaptará al momento histórico en que estamos.
La posibilidad de extender más allá de un segundo mandato, ¿surge por una debilidad a la hora de generar cuadros notables dentro de la CUP?. ¿A qué se debe este cambio de opinión, si la decisión inicial venía justificada por la necesidad de mantener un flujo de regeneración constante?
Creo que se mantiene la idea que decía C.R. L James, de que “todos los cocineros pueden gobernar”. Es decir, yo creo que la gracia de la CUP, en cómo entendió desde un inicio la política, es que cualquier persona puede gobernar. Hay una maduración de la idea “entre todos, todo”, y eso no significa que todo el mundo tenga que hacer todas las cosas en todo momento. Entonces, no es un tema de no tener cuadros, porque la CUP ha tenido la suerte de que cuando creció desde lo local, muchas personas que se inscribieron eran personas que de alguna manera funcionaban en torno a comunidades organizadas, ya sea del PSUC, de las comunidades de vecinos o del colectivo de Scouts. Creo que va más en esa línea y para realmente aprovechar el espacio que tienes cuando estás en una institución.
La CUP siempre habla de se que debe mantener las dos patas — la institución y el movimiento —. ¿Cómo se resuelve el hecho de que el movimiento precisamente es el que debe empujar la institución? ¿Cómo se puede estar al mismo tiempo en los dos lugares sin que el partido instrumentalice el movimiento?
Seguramente aceptando también que siempre deberá haber una tensión. Hay una fragilidad en esta relación entre el movimiento y la institución. Creo que lo que debe poderse aceptar es que debe ser así precisamente para que funcione. Si la parte institucional disciplina el movimiento, lo que se encuentra es que luego no tiene suficiente fuerza cuando necesita tensar más allá de los límites establecidos legalmente. Y viceversa, si tampoco se entiende desde el movimiento hasta dónde puede llegar en un momento determinado la institución y qué correlaciones de fuerzas necesitas, la política puede simplemente volverse decepcionante. Creo que lo que haría falta es poder mantener esta tensión de una manera viva y más o menos consciente.

Si se analizan los resultados de la CUP por barrio en las últimas elecciones al Parlament, se observa un desfase con relación a un discurso de clase con la correlación de sus votos. Por ejemplo, la CUP obtuvo un 3,9% del total de los votos en Barcelona, pero en barrios populares como Marina del Prat Vermell, Baró de Viver, Trinitat Vella, los resultados de la CUP no llegan al 1%. ¿Qué falla? ¿Qué análisis se hace al respecto?
Es un problema de la CUP y creo que es un problema de la izquierda, pero cada uno se hace cargo de lo que es suyo. El gran problema de estos barrios muchas veces es también la abstención; y si hay algún partido de izquierda (o que se auto-sitúe en el eje izquierda) que lo capitalice es el PSC, que es quien tiene más voto popular. Creo que aquí la CUP tiene un trabajo muy grande que no tiene tanto que ver con querer capitalizarlo en un momento determinado, sino de trabajo específico en estos barrios. En saber cómo una organización que muchas veces estéticamente puede parecer muy diferenciada de todo esto, sabe formar parte, sabe organizarse, y sabe hacer apuestas específicas que vayan más allá del hecho de acercarse cuando hay votos. Creo que debemos ser muy autocríticos en esto.
¿Y la variable lingüística? ¿Cree que es un factor explicativo que puede determinar el voto por un lado u otro, y explicar en parte esta dificultad de penetrar en barrios populares?
En el área metropolitana sí la determina. No tanto la lengua, porque en algún momento había visto encuestas de cómo los castellanohablantes con bajos ingresos veían con malos ojos que los políticos cambiasen de lengua de forma interesada, sino también por el proyecto. Es decir, no son zonas que sean intrínsecamente independentistas. Han podido formar parte del proceso en momentos determinados, pero no hay este arraigo. Igualmente, pienso que sí que hay una cuestión de clase, porque por ejemplo en Figueres, exceptuando alguna elección, la CUP no pudo entrar mucho.
Pero no tengo las grandes soluciones. Creo que pasan por muchos cambios y no por una política de la revelación que diga “nosotros somos los únicos que estamos defendiendo vuestros intereses”, sino por una construcción comunitaria.
La CUP ha sido un actor clave a la hora de facilitar los diversos gobiernos de Junts y ERC En el año 2016, 8 de los 10 votaron a favor haciendo presidente a Puigdemont; en el año 2018 los cuatro diputados de la CUP se abstuvieron habilitando la presidencia de Quim Torra, y tres cuartos de lo mismo ha pasado con los votos afirmativos a Pere Aragonès, en el último de los gobiernos. Viendo esta secuencia, ¿hay alguna razón para pensar que si se repiten unos resultados similares, la CUP no actuará de la misma manera?
Yo creo que el programa actual de Junts per Catalunya no nos deja ningún margen para considerar la opción de investirlos, porque no se parece ni mínimamente al partido que aprobó una regulación de los alquileres, aunque fuera debido a la presión popular. Con ERC, en cambio, sí que hay ciertas coincidencias, aunque debería haber algunos cambios. Por ejemplo, con la idea de tener una distribuidora pública y con la renta básica universal hemos coincidido en el Parlamento.
También hay que decir que estamos entendiendo las elecciones de una manera muy presidencialista y que los votos cuentan. Con esto quiero decir que no es tan fácil como que gane uno o gane el otro, porque si al final hay coincidencias problemáticas, los votos también deben poder computar.

Hay dos posibilidades más o menos plausibles según las encuestas. Una es Junts-ERC-CUP, la otra es PSC-ERC-Comuns y CUP. ¿Por cuál de las dos se decanta?
Es que la segunda creo que es poco viable. Me extrañaría ahora mismo que ERC se tomara en serio entrar en un gobierno liderado por el PSC, que tendría una posición de mucha fuerza.
…
Creo que aquí también deberíamos ver, porque no pueden jugar en otros lugares. ERC podría estar con el apoyo desde fuera de Junts, ¿o a los Comuns les parecería inaceptable? Y ¿por qué debería ser así, cuando el PSC tiene un programa bastante coincidente con Junts, exceptuando ámbitos tributarios como el impuesto de sucesiones? Porque la CUP tiene dos ejes, el nacional y el social, y no los encara Junts pero tampoco el PSC. También se puede dar un escenario donde, si nadie quiere discutir de qué irá la legislatura, la CUP decida que se inhibe de hacer unas presidencias que saben que en último término no acabarán yendo a ningún lado. No sé porque eso se acaba decidiendo más tarde, pero es una opinión personal.
Se habla siempre de mantener ese equilibrio de los dos ejes de la CUP — el social y el nacional —, pero como mínimo si nos referimos al apoyo parlamentario que se ha ido efectuando en la última década, parece que ha primado más el nacional. ¿Hipotéticamente, se plantearían entrar al gobierno esta vez?
Si las propuestas son en clave de desarrollo social y se asumieran algunas de ellas, la CUP podría entrar en el gobierno, porque hay una necesidad urgente en este sentido. Y respondiendo a la reflexión que hacía, estas necesidades son de carácter marcadamente social. La CUP no renuncia al eje nacional, pero se está priorizando las condiciones materiales.
¿Cómo se puede garantizar, desde Catalunya y dentro del actual marco jurídico, el derecho constitucional a la vivienda? ¿Cuál es la propuesta de la CUP?
La propuesta de la CUP es contabilizar el stock de pisos, que no solo están vacíos, muchos tienen poco uso, y empezar a tomar partes de este stock, a través de diferentes herramientas legales. Primero, sí que planteamos que en el caso de los pisos vacíos de los fondos buitre se debe expropiar sin compensación, y que, por tanto, se debe insistir para que legalmente sea así, porque consideramos que ya se han pagado a través del rescate de la banca. Ahora, medidas que ya hemos planteado en la anterior legislatura en torno a los desahucios pienso que también es importante y se podría hacer mañana mismo. Tres de cada cuatro catalanes están en contra de los desahucios en familias.
Nosotros creemos que se debería legislar en Cataluña diciendo que no se quieren ejecutar desahucios, con una serie de requisitos que van más allá de la pobreza extrema que te deben acreditar los servicios sociales, y desplazar la “doctrina Trapero”. Los mossos no deben efectuar estos desahucios. Igualmente, hay herramientas para ir recuperando estos pisos a través de derechos de compra y tanteo retracto. También debemos intentar que los hogares se mantengan como hogares. El decreto que el sindicato de inquilinos logró impulsar, y que está pendiente de ser aprobado por PSC o Junts — tiene mala pinta —, sería una vía clara. Debemos lograr detener la fuga de viviendas hacia viviendas temporales y turísticas, y empezar a recuperar stock. Esto sería un paso.
No ha mencionado la construcción por parte de la Generalitat de un parque público de vivienda. ¿Entiendo que esto también formaría parte de unas políticas públicas necesarias en el campo de la vivienda…?
Sí, en medida. Lo que pensamos es que debe ser complementario, porque, como decía, ir construyendo vivienda pública que luego a la vivienda privada… Es decir, que planteamos la construcción, pero pensamos que se ha mirado bien qué stock hay. Necesitamos una constructora pública, que no necesariamente tiene que ser de propiedad pública al 100%, pero como mínimo que tenga una dirección pública que pueda rehabilitar y construir, pero no en las cantidades que estaba planteando el BCE. Creemos que la construcción por la construcción después hará que haya un exceso de oferta que dará la excusa perfecta para volver a la rueda de la especulación.

¿Cuál es la principal causa del decrecimiento del catalán? Hay dos grandes hipótesis sobre la mesa: ERC habla de los impactos de la globalización y de las plataformas digitales. Junts per Catalunya, por su parte, le da un papel más importante a la cuestión del estado y a la opresión de la lengua en los centros educativos. ¿Cuál es su análisis?
Hay dos, y sumaremos una tercera. Creo que evidentemente hay un estado que, en general, ha entendido toda diferencia como un problema a la hora de constituirse como estado nación. Y entonces ha desarrollado no solo políticas en contra de esto, sino que también ha habido un desprestigio muy grande a través de la burla, que, por cierto, no nos pasa solo nos pasa a nosotros sino a todas las naciones históricas, incluso a Andalucía. La globalización es obviamente un factor, porque si le pasa a Francia con el francés, cómo le debe pasar a Cataluña. Pero creo que también ha habido un cierto desprestigio del catalán. Es decir, que el catalán había sido una lengua antifranquista y que se entendía dentro del espacio progresista… o como yo lo había vivido así en el Baix Llobregat.
Esto es algo que se ha perdido, como también se ha perdido en gran parte la adhesión al proyecto independentista. Es decir, cuando la lengua o los proyectos políticos dejan de encarnar una serie de valores a los que te puedes adherir, no tienen tanto sentido. Y si eliges hablar catalán por una razón política, como puede ser mi caso — o el de mucha otra gente —, si estas razones se van perdiendo, esto tiene un impacto.
Pero entonces la causante de esta falta de seducción y este viraje en la percepción de la razón de utilidad del catalán, ¿se fundamenta en el incremento de este proceso de nacionalización excluyente del estado hacia el catalán?
No, creo que también más tiene que ver con el hecho de que los de lo que se llamaba catalanismo se ha ido vaciando. El PSC ha dejado de tener un vertiente catalanista como había tenido históricamente, y una parte de la izquierda soberanista también se ha apartado un poco de este marco. Entonces ha quedado mucho en manos del independentismo o de alguna pequeña parte que aún mantiene el derecho a la determinación. No planteo solo la seducción, pero creo que si entendemos el catalán como un derecho se debe disponer de una legalidad clara. Los profesores no pueden no dar las clases en catalán porque lo que están es faltando a un derecho del estudiante. Y no del catalanoparlante que le hablen en su lengua, sino del castellanoparlante, de aprenderlo. Un derecho no se puede garantizar si no hay las condiciones materiales.
Le planteo un escenario… hipotético. Estamos el día 13 de mayo y la CUP ha obtenido mayoría absoluta. ¿Cuáles son las dos o tres medidas que se deben hacer mañana?
La distribuidora pública, la vivienda — comenzando por la legalidad vigente pero trascendiéndola —, y la renta básica universal.
Para terminar: ERC está proponiendo la vía legal del referéndum a través de la aplicación del artículo 92 de la Constitución Española? ¿Cuál es la propuesta de la CUP? ¿Opera el relato — en relación con el 1 de octubre — que “Ya hemos votado” y que, por tanto, no hay necesidad de realizar otro referéndum?
Sin cuestionar la legitimidad del 1-O en el sentido de un hecho que ocurrió gracias a la conjunción entre la institución y el movimiento… no, la CUP no está con “ya hemos votado, hemos ganado” y por eso lo que hace falta es la DUI desde hace bastante tiempo. Por otro lado, no creemos que sea tan fácil como que tú pidas un referéndum y te lo den, pero tampoco lo pensaríamos tampoco de cualquier otra cosa. No es un fetiche.
Lo que pensamos es que se deben hacer apuestas por políticas de izquierdas que den respuesta a la situación de emergencia porque es la manera en que el independentismo ha crecido. Mirando los números, el independentismo no responde al 30% que es catalán-parlante en su casa y que, por tanto, se puede sentir seducido por una perspectiva emocional exclusivamente, sino que tiene que ver en un proceso de agregación que va más allá como podría ser el 15M que, pienso, tienen vasos comunicantes. Creemos que debemos volver a hacer de la propuesta independentista una buena propuesta para el conjunto de la ciudadanía y para el conjunto de la izquierda. Y que si lo que se pretende es desobedecer en algún momento, debe ser por la banda social, a través de la vivienda y de la redistribución. Debe haber una pulsión social fuerte que lo batallé. Entonces, puede ser que haya un referéndum acordado con el estado español.
Puedes ver aquí el test ideológico de la candidata Laure Vega.



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