Viva 24 y el mito del “coco” socialista

En medio de la polémica sobre la alusión del presidente Milei a la esposa del presidente Sánchez, y que está llevando a opinadores de todo signo a discurrir sobre si se debe o no escalar el conflicto diplomático, tal vez nos estemos perdiendo algunos elementos a tener en cuenta de este encuentro internacional de dirigentes y líderes de una nada homogénea ultraderecha (quiero decir, de los “patriotas”).

En la susodicha convención hubo intervenciones, presenciales o telemáticas, de Carolina Meloni, Marine Le Pen o Viktor Orbán, entre otras personalidades. Sin embargo, se destacó la participación del Presidente de la República de Argentina, Javier Milei. Su preponderante aparición se debió a que este sí que estuvo presencialmente en el encuentro y, sobre todo, a su marcado carácter histriónico, que nunca decepciona: no deja indiferentes ni a propios ni a extraños. Más allá de las alusiones personales, Milei aprovechó el atril para recordar los 150 millones de muertos causados por el socialismo. Y esta apenas sería una razón más entre muchas para repudiar no solo las ideas socialistas, sino todo lo que pueda tener una remota relación con el socialismo. ¿Educación pública? Eso suena socialista. ¿Sanidad pública? Malditos rojos. ¿El concepto lo público? ¿Acaso nos creemos Lenin?

A decir verdad, llegados a este punto podríamos tomar varias direcciones en este artículo. Podríamos cuestionar si las cifras de muertes socialistas ofrecidas son ajustadas a la realidad o no (aunque, para comenzar, no estaría mal que los críticos se pusieran de acuerdo con las cifras atribuidas), así como determinar cuándo una muerte puede ser  responsabilidad directa de un sistema político-económico. No obstante, este trabajo no solo lo veo arduo, sino, en general, bastante infructuoso. Tal vez sería un tema sugerente para una monografía, para una tesis doctoral o para un trabajo estadístico, pero sería complicado poder arrojar mucha luz en un breve artículo periodístico.

No obstante, hay otros caminos posibles. Podríamos plantearnos: ¿qué se está entendiendo por socialismo? Son, especialmente, los más críticos los que habitualmente hablan con soltura del socialismo, asumiendo que se tiene claro a qué se hace alusión, tanto por su parte como por quién les escucha. Sin embargo, discrepo de que esto sea así. El espectro político a nivel internacional ha estado virando tanto a la derecha en los últimos años, que a día de hoy pareciera que cualquier sistema impositivo que no sea un paraíso fiscal es socialista, por ejemplo. Por socialistas pasan socialdemocracias, e incluso los más tibios de los regímenes liberales o conservadores. Pero se debería reconocer que, haciendo esto, se está haciendo trampa. Aquí, ‘socialista’, ‘comunista’, ‘socialcomunista’ o ‘zurdo’  hacen un collage; un trampantojo en el que se mete cualquier cosa que suene disonante con la ola neoliberal (que, por cierto, tampoco rehuye el autoritarismo cuando lo considera necesario). El anarcocuñadismo juega al trilerismo con mucha frecuencia y habilidad.

A pesar de todos los matices, una definición de ‘socialismo’ pasaría por observar qué sucede con los medios de producción y con el mercado. A grandes rasgos: una sociedad en la que los medios de producción son privados y hay libre mercado (aún con ciertas intervenciones) no sería propia de un régimen socialista. 

En todo caso, quizás podamos hacerlo más fácil, dando una determinación histórica. Vayamos atrás en el tiempo. 1989, Caída del Muro de Berlín. 1991, colapso y disolución de la URSS. En términos históricos, estos dos momentos marcan el fin del telón de acero, de la división en dos bloques (socialista/comunista y capitalista) del mundo. Desde entonces, ninguna gran potencia mundial ha seguido a rajatabla y netamente ningún modelo político-económico socialista. Sí, es cierto, China está gobernada por el Partido Comunista pero, a pesar de la gran intervención estatal, hay capitalismo de Estado y hay una cierta economía de mercado (no están precisamente aislados económicamente). Pero si queremos asumir que en cierto sentido China es socialista… desde luego no lo es en los términos en los que lo fue. Aunque quizás la estética mande, tal vez el socialismo es solo un hombre de paja sobre el que poder anular toda oposición a la doctrina neoliberal imperante.

Hace un tiempo, Iñaki Gabilondo decía, muy sabiamente, que mientras la derecha internacional no para de meter miedo con las supuestas calamidades del socialcomunismo, todos los grandes desastres políticos recientes han venido precisamente por el creador del monstruo, más que por el monstruo mismo. Esto es: la crisis financiera del 2008, el Brexit o el asalto al Capitolio en los EEUU, por poner solo algunos ejemplos, no fueron precisamente actos propiciados por malévolos socialistas.

En este sentido, las riendas del mundo están claramente dirigidas desde hace  por lo menos treinta años, si no más, por aquellos que están todo el día metiéndote el miedo de que los socialistas te roben, te maten o te prohíban cualquier cosa. Mientras tanto, Gaza está siendo reducida a cenizas, los millennials y los centennials de buena parte de Occidente apenas pueden soñar con independizarse de sus padres y/o de sus compañeros de piso y los refugiados climáticos no paran de crecer alrededor del mundo. Algunos son problemas atroces, otros apenas angustiantes, aunque muy determinantes, pero ¿saben qué tienen en común todos estos problemas? Que no ha habido ningún ogro socialista detrás. O quizás sí, o quizás el socialismo se da cuando el capitalismo no funciona. Porque tal vez nuestro sistema vigente no solo es muy bueno,  sino  que si no es perfecto… es porque existen los malditos socialistas, que tienen la culpa de todo.

1. https://www.voxespana.es/noticias/europa-viva-24-la-gran-convencion-de-patriotas-europeos-organizada-por-vox-20240320