Candidaturas europeas, entre el uniformismo y la plurinacionalidad

Guti y Raimon Obiols

En 1987 Cataluña y el Estado español celebraron, por primera vez, elecciones para elegir representantes en el Parlamento Europeo. Desde entonces, muchos eurodiputados y eurodiputadas han representado a nuestro país. Toda una generación nos formamos en el europeísmo con Antoni Gutiérrez Díaz, que había sido secretario general del PSUC y que, en nombre de ICV, fue eurodiputado entre 1987 y 1999 y vicepresidente del Parlamento europeo, o con Raimon Obiols, ex primer secretario del PSC, eurodiputado entre 1999 y 2014, que también fue vicepresidente de la eurocámara. Guti sigue siendo, aún después de su muerte, una institución en Bruselas, tal como se pudo comprobar, hace dos años, en el homenaje que se le rindió en la sede del Parlamento europeo y organizado por el entonces eurodiputado Ernest Urtasun, con motivo de la presentación de la biografía escrita por Txema Castiella (El Guti. L’optimisme de la voluntat, Edicions 62, 2020). Como no podía ser de otra manera, Raimon Obiols estuvo presente.

Ahora, el 9 de junio, volvemos a estar llamados a las urnas en unas elecciones que presentan claros motivos para la preocupación. La extrema derecha, ya presente en Cataluña, intenta ganar fuerza para desvirtuar la idea de Europa e imponer limitaciones a nuestros derechos individuales y colectivos, sociales y políticos.

Un sistema electoral diferente

En ninguna ocasión como en ésta las papeletas han simbolizado tantas cosas. En España, los eurodiputados y eurodiputadas se eligen en una única circunscripción; este hecho las convierte en las más proporcionales de todas las contiendas electorales, puesto que en el resto de elecciones la circunscripción provincial distorsiona los resultados. Además, a diferencia de lo establecido para las convocatorias generales, autonómicas y locales, no existe un porcentaje mínimo exigido para conseguir representación. Esta circunstancia se da por última vez, ya que el Parlamento europeo ha aprobado que, en las próximas elecciones, cada Estado deberá fijar un mínimo de entre el 2% y el 5%. Sin embargo, el sistema actual esconde la plurinacionalidad del Estado, e incluso la existencia de comunidades autónomas. Por este motivo, la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) ofrece a los partidos la posibilidad de presentar, dentro de la misma candidatura estatal, listas “segregadas” en las comunidades autónomas, con una denominación específica y con papeletas que indiquen en cada territorio los nombres de sus candidatos y candidatas. Los votos se computan conjuntamente en todo el Estado. La forma en que los distintos partidos utilizan o no la facultad que la ley prevé se convierte en un mensaje sobre su concepción, centralista o plurinacional, del Estado. La publicación en el BOE del pasado 14 de mayo de las 33 candidaturas oficialmente proclamadas nos permite analizar qué opción han escogido los principales partidos políticos.

Las papeletas son el mensaje

Los partidos españoles de derecha y extrema derecha, PP, Vox y Ciutadans, claramente centralistas, se han limitado a presentar la misma papeleta en todo el Estado, con una única denominación. Curiosamente, sus tres cabezas de lista (Dolors Montserrat, Jorge Buxadé y Jordi Cañas) son catalanes. Vete a saber si para hacerse perdonar su origen geográfico, los tres, que ya han sido eurodiputados esta legislatura, se han mostrado extremadamente beligerantes con la amnistía, con la oficialidad del catalán en el Parlamento europeo y con la inmersión lingüística en nuestras escuelas.

Al otro lado del espectro ideológico, sorprende que también Podemos opte por la uniformidad, pese a las frecuentes apelaciones de Pablo Iglesias a la plurinacionalidad: la lista de Podemos, encabezada por la exministra Irene Montero, es única para todo el Estado, no utiliza listas segregadas ni denominación específica alguna y los candidatos y candidatas no llevan ninguna indicación que explique de qué territorio son. La primera candidata catalana no aparece hasta el número 12 y junto a su nombre figura tan solo la marca Podemos.

El PSOE presenta una candidatura para toda España, que en Cataluña adopta la denominación de Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), pero con una papeleta en la que aparecerá la lista estatal entera. Está encabezada por la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, y el primer candidato del PSC es el actual eurodiputado, Javi López, en el número 3.

Sumar se presenta en coalición con los Comuns, Compromís, Chunta Aragonesista, Izquierda Unida, Verdes-Equo, Más Madrid, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Nueva Canarias. Ha logrado incorporar buena parte de la candidatura de izquierdas “periféricas” que en 2019 se presentó como Compromiso por Europa. Fiel a su opción plurinacional, la candidatura que encabeza Estrella Galán, secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, adopta denominaciones específicas en la Comunidad Valenciana (Compromís-Sumar) —donde el ex conseller de la Generalitat, Vicent Marzà, figura en un lugar destacado (el número 3) de la lista estatal—, Andalucía, Aragón, Canarias y Galicia. En Cataluña presenta una lista de Comuns-Sumar que incluye exclusivamente a los candidatos y candidatas catalanes: la encabeza el abogado y exdiputado en el Congreso Jaume Asens, que será eurodiputado al ser el segundo de la lista estatal; le sigue la doctora en Ciencia Política Júlia Miralles.

La coalición Por una Europa Solidaria (CEUS) está integrada por el PNV, que la encabeza con Oihane Agirregoitia, y por Coalición Canaria, que tiene a Carlos E. Alonso como número 2, y presenta listas propias en Euskadi, Navarra (Geroa Bai) y Canarias, y denominaciones específicas en Cataluña (donde, con la presencia del expresidente del PDeCAT David Bonvehí, no renuncia a conseguir algún voto de Junts), la Comunidad Valenciana y Galicia. También forma parte de la candidatura el partido El PI-Proposta per les Illes Balears, que dispone de papeleta propia encabezada por Jordi Prunes, que ocupa el número 4 de la lista estatal.

Ahora Repúblicas está formada por ERC, que encabeza la lista estatal con la actual eurodiputada Diana Riba; EH Bildu, que ocupa el número 2, con Pernando Barrera; el BNG, en el número 3, con Ana Miranda y Ara Més, de las Islas Baleares, aunque su candidata (Alice Weber), de forma inexplicable, no aparece hasta el puesto número 15 de la lista estatal, sin posibilidad alguna de ser elegida. Tendrá listas propias en Cataluña y la Comunidad Valenciana —presentando la misma papeleta en ambos territorios—, en Euskadi, Navarra y Galicia. En las Islas Baleares, en cambio, tendrá denominación específica pero la candidatura será la estatal entera. El fichaje mediático ha sido el meteorólogo de TV3, Tomàs Molina, que en el puesto número 4 tiene muy pocas posibilidades de salir elegido; algunas encuestas indican más bien que el BNG, que ocupa el tercer lugar, podría pagar los platos rotos de la crisis de ERC y quedarse, de entrada, sin eurodiputada.

La candidatura postconvergente de Junts i Lliures per Europa, una coalición entre Junts, Demòcrates de Catalunya y MES, está encabezada por el actual eurodiputado Toni Comín. Es una lista estrictamente catalana pero, lógicamente, dispondrá de papeletas en todos los colegios electorales del Estado.

La CUP no se presenta a las elecciones europeas. No deja de ser paradójico que un partido que se define como antifascista no participe en unos comicios en los que las fuerzas progresistas tienen, como uno de sus principales objetivos, frenar a la extrema derecha. Si las personas que votan a la CUP no quieren quedar al margen de esta batalla tendrán que optar por otras papeletas.

Cinco años después

En política, en cinco años pueden pasar muchas cosas. En 2019, las anteriores elecciones estuvieron marcadas por el Procés. Si repasamos dónde están ahora los principales candidatos veremos que el cabeza de lista del PSOE y el PSC, Josep Borrell, es hoy alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad; que el de Junts, Carles Puigdemont, ha encabezado la candidatura de su partido al Parlament de Catalunya y ha vinculado su continuidad en política a una imposible investidura como President de la Generalitat; que el de ERC, Oriol Junqueras, ha pasado buena parte de esta etapa en prisión y acaba de presentar su dimisión como presidente de los republicanos tras los malos resultados en las elecciones catalanas y que el de los Comuns, Ernest Urtasun, dejó el Parlamento europeo el pasado mes de noviembre, al ser nombrado ministro de Cultura.

Es de esperar que el cansancio de la ciudadanía después de las elecciones al Parlament de Catalunya no sea un obstáculo para la participación en unos comicios que marcarán el futuro de la Unión Europea. Nos jugamos una Europa en manos de Le Pen, Orbán y Meloni, con el aval de Milei y con la complicidad del PP, o aquella por la que lucharon Antoni Gutiérrez Díaz y Raimon Obiols.