Más solos que nunca

Nunca como actualmente el mundo había estado tan conectado y de forma tan rápida. Vídeos, audios y textos hacen omnipresentes las vivencias humanas. La falta de contacto físico, de abrazos, de caricias, mirarse a los ojos sin ninguna pantalla de por medio, la relación-no relación, virtual y a distancia, que con la irrupción del virus de Covid nos tuvimos que imponer durante muchos meses, ha quedado activada como la principal forma de relacionarnos entre muchos de nosotros.

La comodidad y la velocidad que facilita el conectarse telemáticamente está borrando de nuestras vidas la dimensión más física, y según revelan datos de una encuesta a 46.000 personas en 23 países de Europa, esto se traduce también en un aumento de la sensación de soledad . El 52% de los europeos encuestados afirman sentirse solos siempre, a menudo o ocasionalmente. Pero si la lectura de los resultados del estudio la centramos en la franja de edad de 18 a 35 años, el porcentaje de soledad aumenta hasta el 63% y, en Cataluña llega hasta el 66%, mientras que la media del Estado de ese mismo dato queda tan sólo en un 48%.

Son resultados extraídos de la STADA Report 2024, el estudio europeo que la farmacéutica alemana STADA realiza desde hace diez años para dar voz a la población europea sobre su salud y su vínculo con el sistema sanitario de su país. Este año, la décima edición de este informe fue presentada recientemente en Roma con la asistencia de noventa periodistas de toda Europa.

De las respuestas del estudio, sorprende que no sea la población mayor la que acuse una mayor soledad. Dicen sentirse solas el 41% de las personas mayores de 55 años. Los jóvenes entre los que destaca la soledad, ésta se identifica como más severa en el caso de aquellos que admiten pasar más horas interactuando con dispositivos electrónicos, como el teléfono móvil, y prestando atención a las redes sociales o juegos. Pero cuando a estos jóvenes se les interroga sobre las razones de su sensación de soledad, la atribuyen al tiempo que dedican a trabajar como respuesta mayoritaria, seguida del teletrabajo como principales causantes de sentirse solos.

Tal y como recuerdan los artífices del estudio, en 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la soledad un problema de salud pública, equiparando sus posibles implicaciones en la salud de quien la sufre al impacto de la adicción al tabaco, y destacando que el aislamiento social no entiende de edad ni fronteras. De hecho, el pasado noviembre, la OMS anunció la creación de una Comisión destinada a fomentar la Conexión Social, con la intención de hacer frente a la soledad como una amenaza urgente para la salud, promover las relaciones sociales de forma prioritaria y acelerar la ampliación de soluciones en la materia en cada país.

Según STADA Report la soledad de la población es mayor en Polonia (61%), seguida de Finlandia y Suecia (59%), Eslovaquia (58%) e Italia y Kazajistán (57%). Y en el ámbito global de Europa, también el trabajo y todas las horas que se dedican a ello y, por tanto, la falta de tiempo para establecer relaciones personales fuera del ámbito laboral, aparecen como la principal causa atribuida a la soledad; sin embargo, en la mayoría de los casos, no se identifica como severa.

En términos generales, la soledad más fuerte y mantenida en el tiempo se vincula a la depresión y la angustia, y también se relaciona con un mayor riesgo de ictus, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, adicciones y demencia.

En el mismo estudio de STADA se pide la opinión sobre cómo remediar esta epidemia de soledad y casi uno de cada dos europeos (46%) responden que lo que haría falta, en primer lugar, serían trabajos que permitan equilibrar más la ocupación laboral y la vida personal. Una mejor situación económica y una mayor accesibilidad a actividades de ocio son otras sugerencias de los encuestados para combatir la soledad. Sólo un 30% de los consultados piensa que para reducir su soledad iría bien pasar menos tiempo conectados a las pantallas online.

Satisfacción con el sistema sanitario

Otra de las opiniones de la población europea recogidas en el informe de STADA muestra que la satisfacción de los europeos con el sistema sanitario de los respectivos países ha caído respecto a años anteriores. Concretamente, se sitúa en un 56% de media, dieciocho puntos porcentuales menos respecto a las respuestas obtenidas en 2020.

Por el contrario, entre los españoles, la satisfacción con la atención sanitaria se mantiene con un 71% de ciudadanos que dicen sentirse satisfechos con el sistema. Esto sitúa al Estado español en el sexto lugar donde es mejor valorada la atención sanitaria. En Cataluña, son el 60% de los encuestados quienes consideran que el sistema funciona bastante bien.

Otra cuestión investigada por STADA es la que hace referencia a la preocupación de los ciudadanos por su propia salud. Cada vez más europeos toman medidas para cuidarse. El 89% de los encuestados dicen realizar al menos una acción para mejorar su bienestar general. En Finlandia, lo dicen el 66% de los consultados, en España, el 62%, y en Italia, el 60%. La media europea de personas que se muestran físicamente más activas es del 50%. Además, un tercio de los europeos explica que realiza chequeos médicos preventivos de salud, cifra siete puntos superior en España (41%) respecto a la media europea. Además, el 31% de los europeos y un 39% de los españoles considera el tiempo pasado con sus amigos y seres queridos como una inversión en su bienestar general.

Confianza en la medicina

Aunque la insatisfacción con la atención sanitaria es tangible, la confianza en la medicina ha aumentado significativamente a nivel europeo. Casi 7 de cada 10 europeos (69%) afirman confiar en la medicina convencional “en gran medida” o “totalmente”, un aumento de 7 puntos porcentuales en comparación con los resultados obtenidos en la misma encuesta en 2022. Finlandia (84 %) y España (82%) son sus defensores más férreos. Los varones europeos (73%) son más propensos a confiar en la medicina convencional que las mujeres (65%). Los principales motivos de confianza son los consejos de los profesionales de la salud, como médicos y farmacéuticos, muy valorados por el 48% de los europeos y el 52% de los españoles, así como la evidencia científica que avala la medicina, valorada por el 50% de los españoles , y el control y la regulación de las administraciones que asegura la calidad (49%).