Este mes de julio comenzó con la manifestación de unas 20.000 personas por las calles de Ciutat Vella bajo el lema ¡Basta! Pongamos límites al turismo para denunciar los impactos negativos que provoca la industria turística sobre la población y el territorio y que acentúan la crisis medioambiental, las desigualdades sociales, el problema de acceso a la vivienda, la sobresaturación del espacio público… provocando la pérdida de calidad de vida de las personas que vivimos y trabajamos en Barcelona y, en especial, en Ciutat Vella. Estamos ante una amenaza que pone en riesgo la Barcelona donde vivimos y donde queremos vivir.

Los datos y la opinión de la ciudadanía son muy contundentes. Según el último barómetro del Ayuntamiento de Barcelona sobre la percepción del turismo en el año 2023, un 61,5% de los barceloneses creen que la ciudad ha llegado a su máximo de capacidad turística; un 59,5% de los trabajadores del sector turístico cambiaría de sector; un 55,6% de los vecinos y vecinas cree que el turismo no beneficia al comercio de barrio; un 81,6% cree que el turismo hace subir los precios.

Es necesario, entonces, actuar para revertir las externalidades negativas que la turistificación provoca en la ciudad y en la ciudadanía y apostar por otro modelo de ciudad que sea sostenible y de futuro. Así lo hemos demostrado desde Barcelona en Comú los ocho años que hemos gobernado. Con aciertos y errores, sí, pero con un modelo claro que sitúa a las personas en el centro de las políticas públicas. En este sentido, tenemos el firme compromiso de cuidar a los vecinos y vecinas de nuestros barrios, garantizar que puedan hacer uso del espacio público, defender el derecho a la vivienda y diversificar la economía para que la ciudad sea más habitable y la gente pueda continuar viviendo en su barrio y tejer vínculos con la comunidad. ¡Poco se habla de los beneficios que el vecindario aporta a nuestra salud personal y comunitaria!

Con iniciativa y liderazgo, con valentía y con un amplio apoyo social, Barcelona ha sido una ciudad pionera y referente en el control del desorden turístico que nos dejó el gobierno Trias, mediante regulaciones como el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT) o la lucha contra los Viviendas de Uso Turístico (HUTs) ilegales. Pero es necesario persistir y seguir trabajando por un modelo donde el turismo se adapte a la ciudad y no al revés. Necesitamos equilibrar el turismo con la vida cotidiana del vecindario. Es necesario gestionar y controlar la actividad turística.

Por eso, las iniciativas que Barcelona en Comú llevamos al Plenario de Ciutat Vella se enmarcan en la limitación de la actividad turística en Barcelona, y sobre todo, en nuestro distrito, con la voluntad de caminar hacia el decrecimiento turístico. El abordaje que hacemos es transversal en diferentes ámbitos: economía, infraestructuras, vivienda y turismo, principalmente.

En el ámbito económico, apostamos por la diversificación económica, la mejora de las condiciones laborales del sector turístico y la formación de las personas trabajadoras en otros ámbitos de trabajo. En el ámbito de las infraestructuras, nuestro espacio político defiende que no se amplíen ni el aeropuerto ni el puerto. En el ámbito de la vivienda y los alojamientos turísticos, defendemos la eliminación de los HUTs, la prohibición de la apertura de nuevos hoteles en Ciutat Vella; la inclusión de los alquileres de viviendas temporales en la regulación de alquileres de la Ley de vivienda, que habrá que modificar para que los incluya o hacerlo en el ámbito autonómico para regularlos; y la reducción de la oferta de las residencias de estudiantes. Y, finalmente, en el ámbito del turismo defendemos la limitación de la promoción turística con fondos públicos, que actualmente es muy alta, el incremento de la tasa turística y que la recaudación de este tributo se destine a mejorar la vida de los vecinos y vecinas en lugar de seguir promocionando el turismo en nuestra ciudad, la regulación del número de turistas y la reducción del número de cruceristas y del tráfico de cruceros.

De forma más específica, en cuanto a la economía, presentamos una proposición para que el nuevo Plan de Desarrollo Económico (PDE) de Ciutat Vella establezca un conjunto de acciones, políticas y estrategias para promover la actividad económica orientada a solucionar las necesidades de las vecinas y actividades económicas arraigadas en el territorio; que se incrementen los recursos para impulsar el empleo en sectores estratégicos en el distrito para combatir el monocultivo turístico; que continúen proyectos como el de ‘Bajos de Protección Oficial’ o ‘Impulsem el que fas’, entre otros.

En cuanto a las infraestructuras, presentamos un ruego para instar al gobierno a reducir el número de cruceristas fijando un máximo de 3 cruceros al día; un máximo de 10.000 cruceristas al día, la mitad en temporada alta y ningún día rojo; la elaboración de un nuevo convenio con el Puerto de Barcelona, que contemple que la séptima terminal no entre en servicio. Actualizando, de esta manera, el acuerdo histórico que el Ayuntamiento de Barcelona, liderado por Colau, firmó en 2018, y que supuso la reducción de dos terminales y el desplazamiento de las terminales de cruceros lejos de la ciudad, liberando el espacio para los vecinos y vecinas; y, finalmente, que se comprometa a reanudar la Mesa sobre la situación de los cruceros para explicar las medidas puestas en marcha para regular la entrada de cruceros al puerto y revertir la llegada de los más de 3 millones de cruceristas del 2023.

En cuanto a la vivienda y los alojamientos turísticos, pedimos la definición del plan para llevar a cabo la eliminación de los HUTs en Ciutat Vella en este mandato; la inspección y la suspensión de las licencias de los pisos turísticos que conviven en edificios con vecinos y vecinas; duplicar la Inspección del Distrito y la creación de un equipo específico para el control de HUTs ilegales y acelerar la regulación de los alquileres de temporada para que no sea una rendija para sacar pisos de alquiler residencial pasándolos al temporal, esquivando así la regulación de precios.

En conclusión, debemos seguir trabajando para que el gobierno municipal no mire hacia otro lado y aplique políticas valientes para revertir esta situación de colapso y de saturación turística que sufrimos. Unas políticas que nos deben permitir transformar Barcelona y nuestros barrios para que sean lugares donde vivir con una buena calidad de vida. No queremos una ciudad en venta dirigida al capital y los lobbies.

Y, para hacerlo posible, nos necesitamos todas, lo tenemos que hacer juntas, con la fuerza de nuestros vecinos y vecinas, las asociaciones y las entidades que nos muestran el camino a seguir y que tienen muy claro el horizonte que quieren y nos marcan el rumbo. Por eso, el gobierno del alcalde Collboni se equivoca si sigue menospreciando la fuerza de la gente.

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