Isabel Muntané: “Es necesario introducir la perspectiva de género en la atención médica y sanitaria porque nos va la vida”

¿Titular el libro “Eres una exagerada” es porque es un comentario muy habitual que se hace a las mujeres que están enfermas?

Sí, es una frase que estoy convencida de que hemos escuchado todas las mujeres, aparte de “eres una histérica, lo que tienes no es nada, ese dolor en el pecho son nervios, ansiedad”. Son frases recurrentes. Pensábamos que “Eres una exagerada” reflejaba muy bien lo que nosotros queríamos denunciar: cómo se nos lee en el sector médico. Esto ocurre siempre, con el diagnóstico y el tratamiento. No se nos escucha. Es una actitud transversal en muchas áreas del conocimiento. No es sólo en el sector sanitario, sino que, en general, la palabra de las mujeres se escucha poco.

¿Por qué es necesario introducir la perspectiva de género en la atención médica y sanitaria?

De entrada, porque nos va la vida en ello. No es una tontería. Si a ti te dan una dosis de fármacos que no es la que te toca, puedes morir por una intoxicación farmacológica, por ejemplo. Es necesario introducir la perspectiva de género porque somos diferentes, el cuerpo de los hombres y las mujeres es diferente, la biología es diferente, los síntomas que tenemos por las enfermedades son diferentes, los diagnósticos pueden ser diferentes. Es de cajón. Como una persona trans, por ejemplo, necesita recibir un tratamiento específico e individualizado. Su cuerpo reaccionará diferente que el cuerpo de una persona cis, porque los tratamientos hormonales, por ejemplo, afectan al tejido glandular mamario y esto puede incidir en un riesgo de presentar cáncer. Es de pura lógica, ¿no? Y, sobre todo, que nos va la vida en ello.

En general, la palabra de las mujeres se escucha poco

Decís que las diferencias por sexo en la salud “tienen una base científica, desgraciadamente poco estudiada, poco conocida y poco valorada”. ¿Por qué existe esa discriminación?

Porque el sector sanitario está dentro de esta sociedad, que es una sociedad patriarcal y androcéntrica. Cuando la gente llega a las facultades de Medicina, el modelo que estudian es el del hombre. No estudian modelos diferentes. Incluso, en una de las entrevistas del libro, la chica que tiene TEA, que es doctora, dice que “lo que estudié del espectro autista no tiene nada que ver con el autismo que tengo”. Se enseña desde esta mirada androcéntrica. Después, las investigaciones también tienen esa mirada androcéntrica. La Unión Europea estableció como compromiso transversal la promoción de la igualdad de género en la investigación y la innovación, pero ¿cómo se incorpora la perspectiva de género? Se necesita más dinero para la investigación, para poder hacer grupos más grandes de personas, más mujeres y más hombres, para poder valorar, para poder equilibrar. ¿Y quién evalúa estas búsquedas? ¿Las personas que evalúan tienen perspectiva de género o es que hay mujeres en los equipos de investigación? Por eso, siempre digo que las doctoras y los doctores no es que lo hagan mal. Es una mala praxis, pero es una mala praxis que ellos y ellas han estudiado como buena. Entonces, pueden ir introduciendo cambios, depende de la sensibilidad que tengan, de las ganas de revisarse, pero esto no podemos dejarlo en manos de las personas individuales, sino que debe empezar ya desde la facultad, que haya una transversalidad de la perspectiva de género, no que exista una asignatura optativa sobre el género en Medicina.

¿En las facultades de Medicina no se enseña a hacer esta distinción?

No. En alguna facultad empieza a haber una asignatura, pero no existe esa transversalidad. En el libro lo explicamos. Cuando hay un paro cardíaco en la calle, la gente no se atreve a hacer reanimación a una mujer. Primero, porque lo estudiado es con un cuerpo de hombre. Toda la práctica que han hecho de reanimación es con cuerpos de hombre, pero los de las mujeres son diferentes. El miedo a romper una costilla, o el miedo a que te digan que has tocado las tetas de la mujer,… El muñeco con el que trabajan siempre es del cuerpo de un hombre…

Decía que en Europa algo se ha ido haciendo avances pero que es insuficiente

Sí, es insuficiente. La reforma para avanzar hacia el Espacio Europeo de Educación Superior incluyó el mandato de incorporar los estudios de género en la docencia y en la investigación universitarias. Pero deberíamos preguntarnos si esto se está haciendo. Al final, nos tomamos las leyes como recomendaciones y no son recomendaciones. Pero esto también ocurre en nuestro ámbito de comunicación. ¿Cómo puede todo el profesorado trabajar desde una perspectiva de género si antes no la han estudiado, si antes no se han formado, si antes no han visto que hacer perspectiva de género no es hablar de mujeres, sino que, por ejemplo, si haces una asignatura de opinión tienes que dar artículos escritos por mujeres? Con ese simple detalle, ya vas cambiando el imaginario. O cuando llevas una voz experta, que sea una voz de mujer, que no sean siempre hombres. No es necesario hacer maravillas para introducir la perspectiva de género. La igualdad de género no es sólo una cuestión de justicia social sino que influye en la calidad de la docencia y de la investigación.

El feminismo trabaja para todos, para hombres y para mujeres, aunque se quiera decir lo contrario

De las 13 enfermedades que estudia en el libro, ¿hay alguna donde sea especialmente evidente este sesgo de género?

Yo creo que en todas. La idea era no hablar de enfermedades de mujeres, sino hablar de cualquier enfermedad, desde el asma hasta un TCA, un trastorno alimenticio. Son 13 enfermedades y 15 testigos, de los cuales dos son hombres para que la población entienda que este sesgo de género afecta mayoritariamente a las mujeres pero también a los hombres. El feminismo trabaja para todos, hombres y mujeres, aunque se quiera decir lo contrario. Existe el testimonio de un hombre con cáncer de pecho. En las facultades se enseña que los hombres tienen pectorales, no que tienen pechos. Este sesgo también existe. Es cierto que la mayoría de personas con cáncer de pecho son mujeres, pero en el caso del hombre que citamos en el libro, no podía pasar la tarjeta sanitaria, ¿por qué a dónde debía ir? ¿A una ginecóloga? Y también en los trastornos alimenticios. Tenemos el imaginario de trastorno alimentario de una chica adolescente superdelgada. Los chicos la mayoría de veces lo que sufren es bulimia y lo que hacen es musculatura. Todos los protocolos están orientados a que las personas con problemas de trastornos alimentarios engorden. Pero con los chicos esto no funciona. Es el caso del chico que sale en el libro. Todos los casos tienen sus particularidades. Como el de la chica que estuvo diagnosticada de ansiedad durante cinco años -porque todo lo que nos pasa a nosotras son los nervios y la ansiedad, y que somos unas exageradas- y, en realidad, tenía una isquemia coronaria que cuando lo encontraron la ingresaron de urgencias porque podía haber muerto. Y le han quedado secuelas por vida, claro, porque estuvo cinco años forzando su cuerpo. O el caso de la chica con el espectro autista donde influye mucho la socialización de género. A las chicas nos enseñan a adaptarnos a la sociedad, a hacer lo que la sociedad quiere, no ser violentas, no quejarnos, ser amables. Entonces, esta chica se ha pasado toda la vida esforzándose por ser lo que la sociedad le pedía que debía ser, sin que la sociedad supiera que aquello para ella era un sobreesfuerzo. Ella lo dice: “cuando llego a casa, llego agotada”. ¿Cómo se le descubrió lo que sufría? Porque acabó teniendo un trastorno alimenticio. El imaginario que tenemos del espectro autista es el de un niño que apenas habla, que no socializa, que no juega con otros, que no se comunica, y, en cambio, en las chicas no ocurre esto y de ahí que sea más difícil de diagnosticar. Las chicas, lo explicamos en el libro, disimulan mejor porque se socializan más y la mayor parte de veces tienen altas capacidades. Esto hace que tengan más herramientas para esconder lo que les pasa. Es que todas las enfermedades… La intoxicación farmacológica, por ejemplo. Hasta que a la mujer que nos explicó su caso, Anna Maria Bayona, no se le descubrió que el problema era que le estaban dando una dosis de medicación no adecuada porque el modelo es el hombre. El resultado fue que se intoxicó. Ella necesitaba menos medicación. Tampoco se ha estudiado cómo las violencias machistas afectan a la salud de las mujeres, cómo agravan diferentes enfermedades y pueden generar otras. Empieza a estudiarse ahora. El caso  que nosotros explicamos del asma es una mujer que había sufrido durante muchos años violencia machista. La violencia machista hace que tu autoestima baje, no te cuidas tanto, estás más pendiente de los demás, que no haya problemas en casa con tu pareja. Por tanto, tú “no provocas ningún problema” pero sufres y tu cuerpo responde. O el caso de mujer diagnosticada de psicosis que sufrió abusos sexuales en la infancia. Todas estas cosas empiezan a estudiarse ahora. Influyen, claro que influyen. ¿Cuántas mujeres sufren violencia machista? Muchísimas. ¿Cuántas debido a esto tienen problemas de salud física? ¿Y de salud mental? No lo sabemos ahora mismo.

¿Cómo ha conseguido los testigos?

A través de los hospitales.

Algunos testimonios prefieren mantener el anonimato

La mayoría de testimonios que quieren ser anónimos son las que sufren un problema de salud mental, porque todavía existe un estigma social aunque sabemos que son muchas las personas con problemas de salud mental. También han preferido el anonimato las mujeres que han sufrido violencias machistas, porque es muy difícil decir públicamente que has sufrido violencia machista o que has sufrido abusos sexuales. Aún hay un gran silencio, miedo a ser juzgadas, censuradas, culpabilizadas… Ellas prefirieron quedar en el anonimato, y sin embargo valoramos mucho que hubieran querido contar su experiencia. A ellas y a todas las testimonios se lo agradecemos muchísimo, porque realmente no es fácil contar todo lo que les ha pasado, que ha sido horroroso para muchas de ellas. A la hora de contarlo han sufrido mucho, la verdad. Pero aún así, han querido participar en el libro, para poder explicar su caso para que a otras mujeres no les ocurra lo mismo.

¿Y a  las doctoras y los doctores que intervienen en el libro cómo los ha contactado?

También a través de los hospitales y de Blanca Coll-Vinent. Este libro es muy colaborativo. Todas las doctoras y los doctores que escriben quisieron participar enseguida. Hay muchas personas del sector sanitario que están trabajando con esa perspectiva desde hace tiempo y que tienen ganas de que esto se difunda, de que las cosas cambien. Hay que agradecérselo porque están luchando contra un sistema que tampoco les acompaña.

Para eliminar del todo el sesgo de género se necesita mucha conciencia, mucha educación, más presupuesto, una administración pública decidida y consciente

¿Se ha ido corrigiendo este sesgo de género en los últimos años?

Creo que sí, que desde hace unos años se ha mejorado. En el libro aparece algún ejemplo de mejora. En el caso de violencia obstétrica, la chica afectada presentó una queja en Sant Pau y el hospital cambió los protocolos. Esto significa que escuchan, que tienen ganas de cambio, pero tampoco es fácil. El sistema sanitario no es una isla en medio del océano, forma parte del sistema machista. Hacen lo que pueden, como nosotros.

La cuestión trans no se trata en el libro

No, no sale. Si no hay estudios con mujeres, imagínate con personas trans. Es cierto que es una parte de la población mucho más pequeña. Si hacer estudios con mujeres significa mucha inversión económica para realizar la investigación, con personas trans aún más. Hablar de las personas trans en el libro era una idea, pero no pudo ser.

La consejera de Sanidad es Olga Pané, una mujer. ¿Debería leer este libro

Supongo que los hospitales se lo han hecho llegar o la editorial, no lo sé. Espero que le haya interesado. Se lee, lo está leyendo mucha gente. Si no existe realmente una administración que introduzca el feminismo de forma transversal en la política pública y no sólo en la sanidad, no avanzaremos de forma decidida. Podemos ir haciendo pequeñas cosas, cada una desde nuestro ámbito, pero necesitamos el paraguas de una política pública porque, de lo contrario, es muy difícil. Más allá de las leyes que tenemos, y tenemos algunas buenas.

Es un problema de aplicación

Sí. Y de dotación presupuestaria. Hacer cumplir la ley, ampliarla, ir mejorando, porque la sociedad va avanzando y las leyes deben adaptarse a la realidad social.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que el sesgo de género se corrija de forma sustancial?

No tengo una bolita mágica, ya me gustaría. Falta tiempo. Vamos dando pasos y lo vemos en todas partes, en todos los ámbitos. Hace algún tiempo nadie hablaba de violencias sexuales. Ahora se habla, se denuncia, se señala a hombres públicos. Hemos mejorado mucho. Para conseguir eliminar del todo el sesgo de género se necesita mucha conciencia, mucha educación, más presupuesto, una administración pública decidida y consciente, sobre todo en la educación, porque si desde que las criaturas entran en la escuela, cuando tienen meses, hubiera una educación real sin sesgos de género, tendríamos mucho de ganado.

El 25 de noviembre es el Día Internacional por la Erradicación de la Violencia hacia las Mujeres. ¿Se avanza en ese combate? Las cifras de mujeres asesinadas son terribles

También se va avanzando poco a poco. Desgraciadamente, sigue habiendo muchos feminicidios, sigue habiendo muchas agresiones sexuales, muchas violencias machistas. Las mujeres somos más conscientes, nos sentimos más seguras para hablar y romper con el silencio, se han incrementado las denuncias, son muchos factores los que alimentan las cifras. Hay todo un movimiento feminista y de mujeres que están visibilizando que no estás sola cuando sufres una agresión, que no eres tú el problema, que es un problema social y político. El libro de Cristina Fallaràs y todo lo que está haciendo en Instagram es una buena muestra de ello. Las mujeres estamos perdiendo el miedo a alzar la voz. Todo eso está haciendo que salgan muchas mujeres explicando sus casos y esto hace un tiempo no pasaba. Esta visibilización es un paso importante. Que la sociedad entienda que esto está ocurriendo y que hay que remediarlo. Volvemos a la política pública y a la educación. Pagar impuestos también debe servir para estas cuestiones.

No se trata de que las mujeres debamos protegernos, son los hombres que no deben agredir

Trump y Musk, entre otros, dicen que el Estado cuanto más pequeño, mejor

No son mis referentes. Es necesaria una política pública que sea realmente feminista y que eduque en la igualdad. Sin embargo yo creo que avanzamos. A mí me gustaría que los feminicidios fueran cero, pero tenemos que pensar por qué existen estos feminicidios. Contar el número de mujeres asesinadas no debe ser el tema central, aunque las cifras son escandalosas. Pero tenemos que mirar por qué existen estos feminicidios, qué es lo que podemos hacer para que haya menos, qué podemos hacer para educar a los hombres para que dejen de maltratar, que dejen de ejercer violencia contra sus parejas y que dejen de asesinar. Al final, los feminicidios vienen después de muchas violencias. No es un ataque que de repente le da a un hombre y mata sino que antes ha habido mucha violencia. Si tú antes no trabajas estas violencias, si no trabajas con estos hombres,… Volvemos a la educación. No se trata de que las mujeres tengamos que protegernos, son los hombres quienes no deben agredir.

¿Cómo ve el movimiento feminista? Vive bastantes discusiones. Tiempo atrás parecía más uniforme

Yo creo que el feminismo nunca ha sido uniforme. En el seno del feminismo siempre ha habido muchos debates, muchas controversias y esto también forma parte del movimiento feminista, de los feminismos en plural. Es importante hacer autocrítica, ir repensándonos. La sociedad cambia, evoluciona y como feministas también debemos ir repensando estos cambios, cómo nos afectan en nuestras vidas, cómo afectan a la sociedad. Para mí es interesante que haya diálogo y que haya debates dentro de los feminismos, por qué si no, ¿qué? Si no, seríamos una dictadura.

Hay quien acusa al avance del feminismo de la reacción conservadora de parte del electorado. Algunos ven en ello la razón del éxito de Trump

Y la Covid también fue culpa de la manifestación del 8-M, ¿no?

¿Es mentira?

Yo no soy analista política pero creo que lo que debemos hacer es ver qué ocurre con todos estos discursos de odio, con estos discursos anti-derechos que no son sólo anti-feministas, son anti-derechos en general. Lo que está haciendo Milei en Argentina, no pasa sólo en Argentina. Lo hemos visto en Estados Unidos, está pasando en Europa, está pasando en España… Esto nos debe hacer reflexionar a todo el mundo, no sólo a las feministas, porque toda esta gente está recortando y eliminando derechos sociales, económicos, laborales y políticos de toda la población. Unos derechos que se han logrado después de muchas luchas, no sólo de la lucha feminista. ¿La culpa que haya salido Trump es de las feministas? ¡Es tan fácil! Además, como las feministas somos tan malas, todas somos feminazis, y todas vamos en contra de los hombres… Todo esto son unos imaginarios que interesa potenciar y deberíamos preguntarnos por qué. Pienso que tenemos que hacer algo para romper con estos discursos, porque el objetivo es eliminar todos los derechos que hemos logrado. Esa gente lo que hace son discursos y políticas contra los derechos humanos.

¿Cuál debería ser el objetivo del movimiento feminista? ¿Cómo debería avanzar?

Las feministas no tenemos solución a los problemas mundiales. Si el mundo fuese feminista viviríamos en un mundo mucho mejor. Estoy superconvencida. Porque cuando hablamos de feminismo no es trabajar por los derechos de las mujeres sólo, es trabajar por los derechos de todas las personas, por el derecho a un trabajo digno, por el derecho a la vivienda, por el derecho a poder vivir libres de violencias, por supuesto, por el derecho a una sanidad pública para todos, a una educación de calidad, a la libre circulación… Son derechos humanos. Para mí el feminismo es esto, trabajamos por todo esto. El feminismo en el que yo creo -ya sabemos que los feminismos son diversos- es un trabajo de lucha por una sociedad más justa, más justa con todos, para no perder todos los derechos que nos han costado tanto conseguir.

El feminismo en el que yo creo es un trabajo de lucha para una sociedad más justa, más justa con todo el mundo, por no perder todos los derechos que nos han costado tanto conseguir

¿Después escribir este libro cuando tenga que ir al médico, al hospital, lo vivirá de forma diferente? ¿Será más exigente con el trato que reciba? ¿No aceptará que le digan que es una exagerada?

Yo ya había presentado quejas en un hospital y en el CAP antes de escribir el libro, por un tema que entendí que era falta de empatía, que no se tuvo en cuenta mi ovoz. No que fuera una exagerada, pero sí que se despreció mi opinión. Seguramente algo ha cambiado, seguramente tengo ahora la mirada más trabajada.