El próximo año se cumplirán 30 años desde que el alcalde, Pasqual Maragall, decidió poner fin a la impunidad de los coches aparcados en las aceras de la ciudad. Desde entonces, esta decisión, sumada a la implantación de las zonas de aparcamiento de pago para coches (zona azul, verde y blanca), ha disuadido y reducido el uso del coche en la ciudad. De esta manera, se ha avanzado hacia una ciudad más saludable. Tener aparcamiento gratuito y cercano al origen o destino es el gran incentivo para el uso de un vehículo en la ciudad.

Lamentablemente, de forma paralela, esta ocupación indiscriminada de las aceras ha sido asumida por las motos, bajo el argumento de que había que tolerarlo para fomentar su uso. Se presentaban como una solución para la movilidad urbana, decían, por su menor tamaño y peso en comparación con un coche, lo que, en teoría, nos ahorraba atascos y contaminación (aunque la realidad es otra). Es innegable que una moto ocupa menos espacio que un coche, así como la comodidad individual que representa ir ‘de puerta a puerta’, pero también son evidentes los efectos negativos que este vehículo genera. A su contribución a la contaminación atmosférica, hay que añadir dos campos donde lidera de forma siniestra: el ruido y la siniestralidad, lo que pone en duda que deba ser promovida, mucho menos con el uso de la acera como espacio para aparcar. Un estudio de Catalunya Camina determinaba que el 85% de las motos de Barcelona, unas 90.000, aparcaban de forma ilegal.

En cuanto a la contaminación acústica, la moto de combustión (la gran mayoría en Barcelona) es la campeona. Un problema que afecta a la salud de muchísimas personas en la ciudad. Según la Agencia de Salud Pública de Barcelona, el 20% de la población de la ciudad tiene problemas graves o muy graves a causa del ruido. Las campañas informativas y de concienciación de la Guardia Urbana de Barcelona, un cuerpo para el cual es necesario tener carnet de moto, parecen no tener ningún efecto. De hecho, las sanciones por exceso de ruido son casi inexistentes, a pesar de los evidentes incumplimientos en algunos casos debido a las modificaciones ilegales de los tubos de escape.

En cuanto a la siniestralidad, el 50% de la siniestralidad grave tiene como protagonista a la moto. Aunque esto no significa que la responsabilidad sea siempre de la moto, es obvio que las características del vehículo, la falta de estructura protectora y su velocidad, hacen que los impactos se traduzcan con más frecuencia en lesiones graves o muertes, con los dramas personales y familiares que conllevan estas situaciones. Las campañas de sensibilización tampoco han tenido ningún efecto y la siniestralidad sigue aumentando.

Quizá deberíamos devolver las aceras a los peatones, simplemente porque es para quienes fueron concebidas. Los vehículos deben circular por vías seguras a velocidades razonables en un entorno urbano. Y si debemos promover algún modo de transporte, sin duda no debe ser el de un vehículo que deteriora la salud de la ciudadanía con su humo y ruido y pone en grave riesgo la salud y la vida de sus usuarios.

En realidad, por el bien de la salud pública, lo razonable sería aplicar a la moto la misma lógica disuasoria que se aplica al coche: que deje de aparcar en las aceras y lo haga en la calzada, pagando por el espacio que ocupa y dando preferencia al vecindario, o en aparcamientos subterráneos.

En las dos últimas campañas electorales, todas las fuerzas políticas se comprometieron a sacar las motos de las aceras, pero a la hora de la verdad, salvo el intento realizado en el distrito de Gracia en 2019, no se han observado intenciones reales de hacer cumplir este compromiso.

En 1995, Pasqual Maragall decidió sacar los coches de las aceras. Ahora, gracias a aquel coraje político, es inimaginable aquella ciudad con aceras ocupadas por los coches. Casi treinta años después, como piden un centenar de entidades, ya va siendo hora de sacar las motos de las aceras.

Share.

1 comentari

  1. No puedo identificarme como “sobreviviente del VIH” porque no estoy sobreviviendo. He conquistado la batalla del VIH con alternativas naturales. He derribado los muros del estigma, he luchado contra la discriminación, he superado los rechazos y las críticas. Han sido 12 años de Victoria, bajo la supervisión del Doctor Muna Remedies. Si puedo encontrar cura, consuelo y curación con los productos herbales naturales del Doctor Muna, cualquier persona con enfermedades crónicas o infecciones virales también podrá curarse. marvelspelltemple@gmail.com merece difusión para el público en general, Whatsapp +2347035449257