La última encuesta de Ipsos para La Vanguardia ha caído como una losa en el mapa político catalán. Si hoy se celebrasen elecciones, Aliança Catalana —hasta ahora una fuerza marginal con solo dos diputados— saltaría hasta los diecinueve escaños, convirtiéndose en la cuarta fuerza en el Parlament y rozando los resultados de Junts y ERC. Un dato que, más allá del impacto numérico, obliga a leer en profundidad qué está pasando en la sociedad catalana, qué discursos arraigan y qué relatos se agotan.
El desplazamiento de bloques
La encuesta sitúa al PSC como primera fuerza, pero con una pérdida clara de apoyo: pasaría de los 42 diputados conseguidos en mayo de 2024 a los 36 actuales. Junts, que entonces obtuvo 35 escaños, caería hasta los 21, convirtiéndose en el gran derrotado de la proyección. ERC, en cambio, resistiría el golpe e incluso subiría ligeramente, de 20 a 21 diputados. Los Comuns se mantendrían con 6 y la CUP bajaría a 3–4. En la derecha, la encuesta refleja un doble movimiento. Por un lado, Vox subiría de 11 a 16 diputados, superando al Partido Popular, que caería de 15 a 13. Por otro, Aliança Catalana daría el gran salto, multiplicando casi por diez su representación. El Parlament quedaría, así, más fragmentado que nunca y con una correlación de fuerzas que hace casi imposible cualquier gobierno estable.
Dónde gana y dónde pierde
El detalle territorial es clave. La encuesta señala que Aliança Catalana sería la fuerza ganadora en Girona y Lleida, las dos circunscripciones donde el voto independentista tiene más peso y donde el sistema electoral (con pocos escaños en juego) permite que una fuerza con apoyo compacto obtenga grandes rendimientos. En Barcelona y Tarragona, el PSC mantendría la primera posición, pero con pérdidas significativas respecto a hace un año. La caída de Junts se explica, sobre todo, por la pérdida de una parte muy notable de sus votantes hacia Aliança. Según el estudio, cerca de un 20% de los electores que eligieron Junts en 2024 ahora se decantarían por Orriols. Es un trasvase directo que evidencia la crisis de liderazgo del partido y la pérdida de hegemonía dentro del campo independentista.
La hiperventilación independentista y el vacío del Procés
Para entender el ascenso de Aliança hay que mirar atrás. Durante años, el independentismo movilizó a una gran parte de la sociedad catalana bajo la promesa de una ruptura inminente, de un país nuevo que debía nacer. Aquella épica sirvió de velo: excitaba las emociones, proyectaba esperanzas y mantenía unido un espacio político muy diverso. Mientras duraba el relato del Procés, la ultraderecha no tenía espacio para crecer; quedaba absorbida dentro de la intensidad independentista.
Pero el velo ha caído. Las promesas no se han cumplido, la tensión se ha ido disolviendo y el relato del “ahora sí” ha perdido credibilidad. En ese vacío, el aire hiperventilado no desaparece, sino que cambia de manos. Los mismos votantes que buscaban más confrontación, más radicalidad y más contundencia, ahora encuentran en Aliança Catalana una opción que ofrece respuestas claras: frontera, orden, expulsión. Un independentismo que ya no habla de emancipación, sino de cierre.
Y dicho esto, no hay que olvidar que el ascenso de la extrema derecha es una tendencia global. En toda Europa, la desafección con los partidos tradicionales y la percepción de inseguridad han alimentado el auge de la extrema derecha. Pero aquí hay un acento propio: el agotamiento del Procés ha dejado un vacío emocional y político que ahora se llena con un independentismo de frontera, identitario y excluyente.
La pregunta es hasta qué punto este crecimiento es estructural o coyuntural. Los márgenes de error de la encuesta (±2,19 puntos) recomiendan prudencia: las tendencias deben confirmarse en series sucesivas. Pero lo que ya sabemos es que dos encuestas diferentes (Sigma Dos e Ipsos) apuntan en la misma dirección: crecimiento de Aliança y caída de Junts. Parece que hay más que un ruido estadístico.
Junts, el epicentro del terremoto
Ningún partido sale tan mal parado de esta fotografía como Junts per Catalunya. Había intentado capitalizar la frustración independentista con un discurso que combinaba retórica de ruptura y gestión institucional. Pero la pérdida de impulso y de credibilidad le ha abierto un flanco enorme. El electorado que pedía más dureza ya no se conforma con gestos ni con equilibrios; busca respuestas contundentes e inmediatas. Y las encuentra en Aliança Catalana.
El riesgo para Junts es quedarse atrapado en un espacio incómodo: demasiado institucional para los hiperventilados, demasiado radical para quien quiere estabilidad y gestión. El resultado es una sangría de votantes y una pérdida de hegemonía dentro del campo soberanista.
Vox y Aliança: la pinza de la derecha dura
La nueva configuración dibuja un Parlament con una doble ultraderecha. Vox, de discurso españolista, y Aliança, con un independentismo etnicista y excluyente. Ambas fuerzas comparten el énfasis en la inmigración y la seguridad, pero compiten por bases distintas. Vox se convierte, sorprendentemente, en el partido más votado entre los jóvenes menores de 34 años, mientras que Aliança mantiene un apoyo transversal, especialmente fuerte en las comarcas del interior.
Esta doble pinza hará que, ocurra lo que ocurra en el resto de bloques, la agenda política se desplace inevitablemente hacia sus marcos: hablar de inmigración, de orden, de seguridad. Es un desplazamiento del debate público que ya estamos viendo en otros países europeos y que ahora llega con fuerza a Cataluña.
El PSC: primero, pero impotente
El Partit dels Socialistes sigue siendo la fuerza más votada, pero su victoria es cada vez más estéril. Con 36 diputados, queda muy lejos de la mayoría absoluta y no puede articular una coalición estable con ERC y los Comuns, que suman 62 escaños, ni siquiera con la CUP, que los dejaría en 66. Al otro lado, el bloque independentista (Junts+ERC+CUP+Aliança) llegaría a 65. La mayoría absoluta se sitúa en 68.
La única suma posible aritméticamente sería un tripartito inverosímil: PSC, Junts y ERC, con 78 diputados. Pero políticamente es una opción inviable. El PSC, por tanto, queda atrapado: gana, pero no gobierna. Y, si no da respuestas palpables en materia de vivienda y seguridad, su base juvenil seguirá drenándose hacia las opciones de mano dura.
El tablero político catalán es hoy más inestable que nunca. El país que durante años lo confió todo a las grandes promesas del Procés, ahora tendrá que afrontar una realidad mucho más incómoda: cuando los relatos colapsan, quienes ganan son aquellos que saben conectar con el miedo y el malestar. Y hoy, ese papel lo está jugando Aliança Catalana.


Catalunya Plural, 2024 
3 comentaris
Esto es información. No opinión. Periodismo
Muy buen trabajo.
supongo que si estas opciones progresan será porque el discurso de la izquuerda se agota y no aporta ninguna solucion .No debrriamos suponer que los votantes son tontos