Carles Riera afronta su tercera legislatura como diputado de la CUP en el Parlament de Catalunya. Psicólogo de profesión, y licenciado en sociología, Riera es una figura clave para entender la historia política reciente de Catalunya: desde la posición de la formación anticapitalista en el referéndum del 1-O, pasando por las – a veces – complicadas decisiones de su formación, como por ejemplo la de facilitar la investidura de un Govern que, en sus palabras, “no está dispuesto a incrementar los impuestos a los más ricos en aquellos tramos donde el Govern tiene capacidades”. Hablamos con él sobre la actual situación de la CUP en el Parlament, sobre el estado actual del procés de independencia, sobre la candidatura de los juegos de invierno, y otras muchas cosas.
Al inicio de esta legislatura la CUP estableció un doble objetivo: girar a la izquierda y avanzar hacia la independencia. Empezando por el primero. ¿Se está girando hacia la izquierda? ¿La CUP está satisfecha con los pasos que está dando el gobierno?
Evidentemente que no. A nosotros los resultados del 14 de febrero lo que nos dicen es que hay un giro a la izquierda y una consolidación de la mayoría independentista, por lo que consideramos que se da la oportunidad de realizar estos dos giros en la acción del Parlamento y del Govern. Por eso llegamos a un acuerdo de investidura con ERC que debería representar este giro a la izquierda a escala de mínimos.
Discriminación positiva en favor de la escuela pública, iniciar procesos de desprivatización y desconcertación y fomento de la atención primaria, apuesta por una empresa pública eléctrica, detener la represión contra el movimiento de la vivienda. Esto representaría parte del acuerdo de mínimos que, un año después, no se ha cumplido.
Muchos de estos puntos que ha comentado dependen en gran medida de un aspecto previo, que es la capacidad fiscal. A veces se habla de incrementar la atención primaria, pero no se habla, por ejemplo, del impuesto de sucesiones…
Correcto.

¿Qué aspectos concretos deberían reformularse para hacer este tipo de políticas públicas que la CUP querría que se hicieran y que no se están haciendo?
Un fomento de las políticas públicas pasa por una política fiscal diferente y una política de distribución de la riqueza, en un contexto en el que las desigualdades se han agudizado debido a la crisis pandémica y la redistribución de la riqueza ha empeorado y ha aumentado la precarización laboral – especialmente entre mujeres, jóvenes, y personas migradas -. Obviamente, sería necesaria una política firme en este sentido, y aquí es donde encontramos un techo en el actual gobierno. En este sentido: ¿qué medidas se necesitarían? Hemos hablado de una importante medida de redistribución de la riqueza que sería la renta básica universal…
Esto ya se está haciendo…
Se ha abierto una oficina. Ya veremos.
Pero el Plan Piloto pactado con ERC ya contemplaba ese escenario.
Efectivamente, sí. En este sentido, se ha dado el primer paso, pasando del punto cero al punto uno, que es crear la oficina y realizar los estudios correspondientes. En la energética pública también se ha creado el punto uno, la creación de la oficina que debe estudiarlo. Aún así, por ejemplo, no se ha cumplido la moratoria sobre las grandes instalaciones fomentadas por el IBEX35. También es necesario avanzar hacia un cambio en el modelo redistributivo: que los ricos paguen más y que los pobres paguen menos, así como aumentar los impuestos que tradicionalmente la derecha no quiere aumentar: patrimonio, sucesiones, etc. Y aquí es donde encontramos un techo y una línea roja por parte del gobierno.
es necesario avanzar hacia un cambio en el modelo redistributivo: que los ricos paguen más y que los pobres paguen menos, así como aumentar los impuestos que tradicionalmente la derecha no quiere aumentar: patrimonio, sucesiones, etc.
¿Del govern en bloque? Es decir, ¿de ERC y de Junts per Catalunya?
Sí. El govern nos dice que no está dispuesto a incrementar los impuestos a los más ricos en aquellos tramos donde el gobierno tiene capacidades.
Sin embargo, sí que se dice desde el govern que se quiere reducir las desigualdades.
Sí, lo que es una contradicción, porque reducir las desigualdades significa políticas redistributivas y fiscales distintas de las actuales. Se pueden intentar maquillar las desigualdades, pero éste no es nuestro objetivo. Nuestro modelo es ir a la raíz e intentar revertir las desigualdades, mientras que el gobierno actual tiene un modelo que prioriza las políticas de la sociovergencia.
Le pregunto ahora sobre los pasos que se están dando, o no, hacia la independencia. ¿Cuál es la valoración general de la CUP?
Cero, absolutamente cero. ERC plantea una oportunidad de avanzar en la resolución democrática del conflicto mediante una mesa de diálogo con el gobierno español. Esto desde un punto de vista muy escéptico y desapasionado, podríamos decir que es el punto cero de un proceso de resolución de un conflicto. Sin embargo, en el caso concreto tiene unas debilidades fundamentales que se ha mostrado muy evidentes.
¿Cuáles?
Lo primero es que una de las partes – el gobierno del Estado -, no reconoce ni la autodeterminación, ni el referéndum, ni la amnistía como elementos resolutivos del conflicto. El segundo, que afecta a la parte institucional catalana, es que éste ha rebajado el conflicto, lo ha desactivado. A cambio de ello, sin embargo, el Estado no ha detenido el conflicto, aunque es cierto que ha habido los indultos y que la abogacía del Estado se ha retirado de las causas al Tribunal de Cuentas. Sin embargo, la represión sigue en ausencia de conflicto. Para ir a un escenario realmente resolutivo del conflicto, en primer lugar, es necesario que el independentismo reactive el conflicto, y, después, es necesario crear las condiciones para hacer insoslayable que la autodeterminación, el referéndum, y la amnistía, estén sobre la agenda. Y esto no se hará si no hay conflicto.
Entonces entiendo que la propuesta de la CUP es incentivar las movilizaciones.
Volver a un escenario de movilización social y de desobediencia civil, incentivar el conflicto institucional de soberanías. Aquí nosotros lo tenemos muy claro. Cuando se trata de defender derechos que cuentan con un amplio apoyo social, cómo podrían ser el de la ley de vivienda o de la inmersión lingüística: qué debe pesar más, la soberanía del Parlamento, el Tribunal Constitucional, ¿o las limitaciones que imponga el gobierno del Estado? Nosotros creemos que debemos defender estos derechos y, por tanto, desobedecer, con todas las consecuencias.
Una de las propuestas que hizo la CUP fue la de poner una nueva fecha por un referéndum, propuesta que fue rechazada por el Parlament: ¿hacer otro referéndum implica que los resultados del referéndum del 1-O no tienen suficiente legitimidad para ser aplicados?
Para nosotros, el referéndum del 1-O fue un referéndum absolutamente legítimo y que fue realizado y ganado en unas condiciones de represión inéditas en Europa. Ahora bien, el proceso de autodeterminación, independencia y de construcción de la república debe entenderse como un proceso histórico de lucha, de disputa y confrontación democrática con el Estado que necesariamente debe pasar por diferentes fases de lucha. El 1-O es una de ellas, y los hechos nos han demostrado que no ha sido suficiente. Es un paso que en sí mismo tiene plena legitimidad, pero no es suficiente, y los hechos lo demuestran, para convertirse en independientes a raíz del resultado.
Pero el mensaje que se vendió entonces fue que la autodeterminación sí era posible.
Esto obedece a una cultura política y un pensamiento que se generó en la anterior fase del ciclo político y que nosotros no estábamos de acuerdo, afirmando que la república era posible en lógica de la democracia liberal española y catalana; lo que se llamó el paradigma “de la ley a la ley”, concibiendo que era posible realizar una transición democrática.
¿Ustedes concebían que era posible?
Sí, ese era el discurso, ese era el relato.
Pero le pregunto a usted…
No, nosotros siempre fuimos críticos con este planteamiento porque de lo que estamos hablando es que aquí hay una monarquía, el régimen del 78′, y un complejo político y empresarial que no está dispuesto a un cambio democrático en este sentido, y por eso es necesario un proceso de lucha y ruptura para conseguirlo. Lo queremos tan rápido y corto en el tiempo posible, pero sabemos que no se dirime en una sola confrontación.
Para entenderlo bien: en octubre del 2017 no existían las condiciones de posibilidad para hacer la independencia, ni tampoco están ahora.
Desde mi punto de vista, entre el 1-O y el 3-O estaban las mejores condiciones posibles para hacer una rotura con el Estado español, para efectivamente, declarar la independencia y proclamar la república e iniciar una nueva fase del conflicto y confrontación con el Estado. Esto no quiere decir que a consecuencia de esto seríamos independientes, sino que entrábamos en una nueva fase del conflicto, que podía ser larga.

Los tres partidos independentistas con representación en el Parlament tienen, como es lógico, concepciones distintas sobre qué significa Catalunya y la relación que deben tener con los demás pueblos.
Evidentemente.
Le pregunto: ¿Catalunya es un solo pueblo?
¿Catalunya es un solo pueblo? Yo creo que sí. En este sentido, nos hacemos herederos y herederas de la cultura política del PSUC. Es un pueblo con diversas opciones ideológicas y con varias opciones políticas. Cuando hablamos de un solo pueblo no excluye la diversidad y disputa ideológica y política que debe dirimirse democráticamente.
Le hablo más en términos culturales: si la definición de un solo pueblo, que es uno de los lemas de ERC, tiene la capacidad de incorporar perspectivas múltiples sobre lo que significa Catalunya como pueblo.
Por supuesto, pero es que si no las incorpora no será un solo pueblo. Nuestro país es plural y diverso desde el punto de vista de referencialidades identitarias y culturales y es una sociedad de naturaleza multicultural y multilingüe, esto es evidente. Por tanto, la noción de pueblo hace más referencia a un sentido de pertenencia mayoritariamente compartido y la capacidad de compartir unos determinados proyectos sociales y políticos. Sin embargo, forma de la disputa social y política. En este sentido, sí que pensamos que lingüísticamente el catalán puede ser la lengua común y compartida, aunque en estos momentos no es así, es el castellano. Sin embargo, debemos tener claro que no hay una sola identidad nacional compartida como pueblo; hay identidades de clase, por ejemplo. Debemos tener en cuenta esta interseccionalidad. Nuestra idea es construir un proyecto de clase, feminista y nacional, que debe permitirnos construir un bloque que se convierta en hegemónico para garantizar la construcción de una república.
Nuestra idea es construir un proyecto de clase, feminista y nacional, que debe permitirnos construir un bloque que se convierta en hegemónico para garantizar la construcción de una república
Le comentaba la concepción del solo pueblo porque a menudo se ataca la concepción unitaria del nacionalismo español y se reivindica una idea plural de España en cuanto a “nación de naciones” y, en este sentido, me preguntaba si el concepto de “solo pueblo” no actúa según la pulsión unitaria que niega esta multiplicidad identitaria – como por ejemplo podría ser La Vall de Aran – en un mismo bloque nacional.
Yo creo que parte de la voluntad de construir un proyecto compartido con una referencial lingüística compartida, pero a partir de ahí, cuál y cómo será este pueblo común será una cuestión que se construirá histórica y dialécticamente a través de la conflictividad social y política. Hay un solo pueblo con distintos proyectos nacionales, de clase, y populares. Nosotros tomamos la opción por un proyecto de clase, feminista, ecologista y nacional que consideramos que tiene el máximo de posibilidades en clave emancipatoria.
Otro de los conceptos repetidos durante todos estos años es el de la “unidad del independentismo”
No existe una manera independentista de concebir la república. Nosotros con Junts y con ERC en muchos aspectos tenemos visiones y modelos de país totalmente diferenciados, y por eso gestionaríamos la autonomía y la república de formas totalmente diferentes. Cuando hablamos de unidad de independentista debemos referirnos a aquella unidad táctica que podemos construir en cada momento para enfrentarnos con el Estado. El concepto de país que tenemos es muy distinto. Hay que combatir la idea de que primero va la independencia y después ya hablaremos del modelo país. Esto es una falacia dialéctica y discursiva porque sólo se le pide a la izquierda. Tampoco existe, en parte, porque este proyecto de república debe ser un proyecto basado en derechos, por lo que difícilmente sumará si es un proyecto que intenta reproducir el statu quo en torno al concepto nacionalista conservador y pujolista.
Hay que combatir la idea de que primero va la independencia y después ya hablaremos del modelo país. Esto es una falacia dialéctica y discursiva porque sólo se le pide a la izquierda
Antes del 2017, este era el relato en Catalunya.
Hay que tener en cuenta que durante el período previa al año 2017 se crea una cultura ingenua, que considera que esto será rápido, fácil e indoloro que pensaba que el Estado español estaría y la UE estarían dispuestos a negociar. Una cierta idealización del marco democrático liberal español y con una indiscutible idealización de lo que es la UE; e, incluso, con cierta autorreferencialidad en el sentido de que el mensaje era “nuestro proyecto es tan excelente que nos están esperando con las manos abiertas para que seamos independientes”.
Si se observa la distribución de votos de la CUP en las elecciones autonómicas, un dato a resaltar es la falta de apoyo en los territorios de tradición obrera industrial como podría el Baix Llobregat, y por lo general los municipios del cinturón industrial, siendo la CUP un partido con un discurso explícito de defensa de los intereses de la clase trabajadora. ¿Cuánto les preocupa este dato y qué factores hay detrás?
Evidentemente que nos preocupa, y es una debilidad y una limitación que debemos asumir. Nos preocupa mucho que en el área metropolitana y en las zonas industriales tradicionalmente de clase obrera VOX esté creciendo. Ambas cosas nos preocupan. No hay duda de que, así como nosotros no queremos jugar la carta identitaria en nuestro proyecto independentista, – porque queremos articular la dimensión de clase con la dimensión nacional -, el Estado español y la derecha sí que lo hacen. Nosotros lo que debemos hacer es desarrollar políticas de clase, de izquierdas, y hacerlo no sólo desde el parlamento sino también desde la calle y el territorio, construyendo alianzas sociales y sindicales.

Si lo he entendido bien, ¿está diciendo que el voto en estos territorios viene más condicionado por el eje identitario Catalunya/España que por el voto de clase y que ésta es la razón por la que no obtienen buenos resultados?
Se cruzan los dos yo creo, pero desgraciadamente está subiendo mucho el voto identitario, por eso sube tanto VOX.
Por esta razón también ha subido durante los últimos años el voto independentista, ¿en el sentido de que este debate ha dejado en un segundo plano las cuestiones de clase?
Ésta es nuestra misión y nuestra función: superar esta dificultad.
Para acabar, le pregunto por los juegos de invierno: votaron contrariamente a la propuesta del gobierno, conjuntamente con ECP. Últimamente, parece que el debate se está ubicando más en este supuesto conflicto con Aragón para ver quién tiene más protagonismo que en el debate sobre los juegos en sí.
Como decía antes, el giro a la izquierda que echamos de menos en el gobierno es en parte por el modelo de desarrollo y de territorio. Nosotros pensamos que debemos ir hacia un modelo de economía verde, feminista, arraigado en el territorio y que genere empleo no precario, etc. Esto está absolutamente alejado del modelo económico de los macro proyectos, y el proyecto de los Juegos Olímpicos de invierno entra en esa lógica extractiva del territorio.