Si alguien se anima a pasear por Barcelona, una buena recomendación es que lo haga acompañado de Jordi Corominas. Este escritor y periodista acaba de publicar Paràgrafs de Barcelona (Àtic dels llibres), un libro en el que, en 255 páginas desvela todo tipo de detalles y secretos de los rincones de la ciudad y su historia. Rezuma curiosidad y sinceridad, como las crónicas que publica cada semana en Catalunya Plural. Se podrá estar de acuerdo o no con sus apreciaciones pero para los barceloneses y barcelonesas, gente que según Corominas suele ser perezosa, leerlas sería pedagógico, instructivo y divertido.

Cuesta calificar el libro dentro de un género determinado. Es una mezcla de estilos: descripción de rincones, informaciones históricas y sociales, autobiográfico…¿Como lo definiría?

Si hubiera ido solo al típico libro de anécdotas sobre Barcelona quizás me habría enmarcado en una categoría tipo ‘Permanyer’. La voluntad del libro, sin embargo, viene de mis paseos. Es inevitable que yo salga y, al mismo tiempo, como muestro también historias de otros, acaba cogiendo un aire de novela. Es híbrido porque escapa de una idea homogénea. A veces se intenta definir la ciudad mediante tópicos que son falsos. Huyo de esta línea recta e intento buscar otras salidas.

Son 255 páginas de texto sin capítulos que los separen. ¿Se debe leer sin descansar?

No hay prisa en el libro. Es como la ciudad. Se puede parcelar. Fue un experimento. Quería hacer un libro que no tuviera clasificaciones por apartados. No es que no me guste. Hay un libro brutal que se llama ‘Barcelona Tuvo cines de barrio’ que me encanta pero tiene el problema que está por orden alfabético. Que mi libro no sea lineal confunde un poco pero incita a seguir. Hago un poco de titiritero del lector.

¿Cómo fue tomando cuerpo el libro?

Me gusta pasear solo. Es una manera de encontrarme a mí mismo, observando y descubriendo. Tengo una conciencia muy fuerte de todo lo que veo pero la ciudad es imposible cogerla por completo. Es inabordable. Por mucho que pasees y creas que la dominas es como una criatura que se te escapa. Esto me gusta mucho porque da un punto de sorpresa. Un sábado por la noche estaba en la calle Aragón con Marina, muy cerca de la Sagrada Familia, donde Aragón se bifurca de una manera muy particular. Pensé que aquel lugar era muy feo y recordé que allí cerca me había dado un beso con una chica. Al llegar a casa pensé que quería escribir sobre todo esto, sin saber cómo continuaría pero con una personalidad muy propia, que se escapara de la norma de los libros barceloneses. Fui escribiendo párrafos cortitos que se iban enlazando entre ellos.

En un momento dado dejó el libro y el reanudó dos años después

La primera fase fue en 2016. En 2018 volví y esto hace que se le vean las costuras. Hablo de un sitio y lo vuelvo a hacer un año y medio después. Era como un juego. Un día abrí el documento y vi que ya tenía 150 páginas. Y el editor se arriesgó.

Organiza salidas con estudiantes para enseñarles la ciudad. ¿Qué les dice?

Que anden lento y miren hacia arriba. Me lo agradecen mucho porque con este acto tan sencillo descubren cosas que antes se les escapaban. Pasear es aprender a mirar.

Jordi Corominas y Siscu Baiges, durante la entrevista | Pol Rius

Tiene fobias y filias en la ciudad. Barrios que visita a menudo y otros que desconoce. ¿Qué le lleva a unos sí ya otros no?

Existe la cuestión política de todo este entramado. Imagino Barcelona como una ciudad federal. Excepto la parte antigua y el Eixample, Barcelona está formada por barrios que antes eran pueblos. Tiene muchas identidades. Nací en el Guinardó y obviamente me he esforzado en conocerlo mejor. Desde adolescente, como que lo tenía más cerca, empecé a conocer mucho Gracia. Para Gracia y el Guinardó practico una especie de ‘nacionalismo de barrio’, que es el único nacionalismo que tolero. Te sientes imantado por donde te has criado. Es muy natural. No hay lugares que me gusten menos. Es que quizás los transito menos.

Reparte bastantes críticas duras. La plaza Urquinaona no le gusta nada

Es la anti-plaza. La concibieron antes de la cuadrícula del Eixample, es como una especie de huevo frito allí en medio. Es alargada. Está al lado de lo que era la muralla. Corta el Eixample. Es muy turbia. La gente no se comunica. Es un espacio donde todo el mundo está callado y pasea mirándose pero sin decirse nada.

También critica Josep Maria Subirachs o Francesc Cambó

Hay una relación muy curiosa entre Barcelona y Cambó. Presumimos de ser una ciudad muy visitada y cosmopolita pero la explicamos fatal a los barceloneses y los turistas. Costaría poco, como ocurre en París, Londres o Roma, poner un letrero explicando quién era Cambó. Quizá no interesa mucho. No le puedo tener ninguna simpatía. Sugirió la ‘Ley de Fugas’, financió el golpe de Estado de Franco, era un corrupto sensacional.

También me quejo de los olvidos deliberados. Es alucinante que esta ciudad, que tiene una tradición obrera y libertaria salvaje y una grandísima tradición de movilización vecinal, no lo tenga presente en sus calles. Lo han sedado, aniquilado o hecho desaparecer deliberadamente. La gente ya no tiene memoria de este pasado. Hay muchas Barcelonas pero en el plano político hay la Barcelona burguesa y el obrerista y libertaria. Ahora el Ayuntamiento quizás hace alguna cosita pero muy poco. El anarquismo, que fue tan importante el siglo XX, no existe.

¿No hay calle Durruti?

En la periferia, para que no tenga ningún potencial de peligro. Barcelona ha tenido mayoritariamente gobiernos de izquierdas. En cambio, la mayoría de símbolos no lo son. La estatua de la República está en Nou Barris. En el Carmel ha puesto las Brigadas Internacionales y Allende. Parece que todo lo que sea de izquierdas tiene que ir a la periferia y el centro lo hacemos aséptico, un parque temático para que nadie se enfade mucho.

Leyendo ‘Paràgrafs de Barcelona’ descubrimos muchas cosas que desconocíamos de la ciudad. Dice que los barceloneses somos perezosos

El barcelonés es muy perezoso. Vive cómodo a partir de la marca BCN y ha interiorizado, desgraciadamente, determinados aspectos que son más bien de consumo de los turistas. Esta falta de curiosidad existe. Le dices a un vecino del Guinardó que tiene que ir a Sants y piensa que es muy lejos cuando sólo son siete paradas de metro y veinte minutos de viaje. Lo sé por experiencia propia. La gente en mi casa, en el Guinardó, no iba a Sants. De hecho, usábamos una expresión grotesca que es mentira: El Guinardbronx.

Todavía hay gente que habla de ‘bajar a Barcelona’

Yo lo digo. Y no se dice sólo a un barrio. Lo dicen en Gràcia, Sarrià, Sant Andreu, … Los barrios que eran pueblos es como si tuvieran una muralla invisible. El caso de Gracia es el más explícito, con un trazado urbano único y cuando llegas a Barcelona, ​​en el 5 de oros ‘o en la calle Bonavista, es un cambio, entras en otro espacio. Las fronteras invisibles existen y cuando las cruzas eres muy consciente de que ‘bajas’ en Barcelona o que entras en un lugar que no tiene nada que ver con la anterior.

Durante un cierto tiempo, poco, odió Barcelona. ¿Qué le pasó?

Ocurrió que era muy joven. Con veinte años, fui de Erasmus a Roma y estuve una buena temporada. Me deslumbró mucho. Fue un choque cultural. Está a una hora y veinte minutos de avión pero es Roma, tres mil años de historia. Este deslumbramiento me provocó rechazo aquí. Estas cosas que pasan cuando eres muy joven. Has viajado y muchos no lo han hecho, notas que tú has cambiado y los otros, no. La ciudad me parecía estática y supongo que quería volver a Roma.

Jordi Corominas y Siscu Baiges, durante la entrevista | Pol Rius

Roma tiene muchas estatuas, ruinas históricas, iglesias para ver. Barcelona, ​​no.

Sí que las tiene. He constatado con mis alumnos y más gente que el barcelonés no entra nunca en sus iglesias. Tenemos una relación muy conflictiva. Los abuelos de los que venimos de los barrios humildes seguramente las quemaban. Y nosotros no tenemos fe. Los interiores de las iglesias sólo nos pueden interesar por motivos estéticos. Es una pequeña lección de vida. ¿Nos tenemos que conformar viendo sólo la fachada? La iglesia de San Just i Pastor, en el barrio gótico, fue catedral durante la época visigótica y muchos alumnos y amigos de Barcelona me confiesan que no ha entrado nunca.

Hay una especie de pesar, de miedo, que hace que no apreciamos lo que tenemos. No somos Roma, no somos París, pero cada ciudad tiene su talante.

¿Existe el barcelonés auténtico en tiempos de globalización, de tanto movimiento de personas?

En Roma dicen que son ‘romanos di Roma’, como una señal de orgullo. Ser barcelonés de Barcelona es una realidad bastante artificial. En Madrid también pasa. Maragall hablaba de la idea de barcelonismo, de pertenecer a una realidad concreta. Cuando me preguntan qué soy, digo que me siento más barcelonés y europeo. Con la ciudad me siento implicado e identificado a partir de la pluralidad de matices que me ofrece. Y europeo porque juego en este continente. Catalán y español me parecen identidades tan marcadas que me parecen falsas y, en cambio, el barcelonismo es muy auténtico. Barcelona, ​​como ciudad, es una realidad independiente.

Algunas diferencias sí que hay entre las ciudades. En Madrid no hay fuentes en la calle para beber agua. Aquí todavía quedan unas cuantas

El agua de Madrid es mejor que la de aquí. Las fuentes son muy mediterráneas, unen Barcelona y Roma. En Roma los llaman ‘Nasoni’ porque tienen forma de nariz. Tiene un punto muy católico. En las ciudades del norte de Europa tampoco hay fuentes. Antes no había agua corriente en las casas y el Ayuntamiento se preocupó para que la gente tuviera más facilidad para coger para cocinar, hacer la colada …

La primera fuente de Poble Sec la pusieron alrededor de 1880 y fue todo un acontecimiento. Las fuentes tienen detalles estéticos alucinantes. El Ayuntamiento hizo concursos de fuentes. En Bruc-Diagonal está la fuente del negrito, que resume todo esto que hablamos. Muestra la hija del escultor y su hijo adoptivo negro. Estamos hablando de 1910. La hija le lava la cara al chico negro porque quería ser blanco. Cuando retiraron la estatua del marqués de Comillas …

Usted se queja

Es absurdo. Se debe hacer pedagogía en lugar de sacar los símbolos. Hay que saber que era esclavista pero sacarlo no ayuda a nada. Es diferente que con el franquismo, que era una dictadura. Pasó a Italia y, sobre todo, en Alemania. Yo pondría un panel explicativo. La CUP quiere retirar el monumento a Colón. Yo pondría explicaciones: entender el espacio es entender la ciudad. La gente ve las estatuas como mobiliario urbano. Es una lástima porque significa que no los tienen la más mínima consideración.

El Ayuntamiento de Barcelona en Comú en un lugar precioso donde la gente no pasea, que es PereIV, ha puesto paneles explicativos pero ya están llenos de pintadas.

Lamenta que Barcelona sea arisco con sus hijos más prodigiosos. Cita, por ejemplo, Ildefons Cerdà. ¿De qué depende que un barcelonés sea reconocido y estimado con el paso de los años?

Supongo que debe ser conservador, dar palmaditas en la espalda a determinados grupos de poder económico, empresarial y cultural. Si va por libre lo penalizan. El milagro de Cerdà es que Madrid acabó concediéndole la reforma del Eixample y ganó a Antoni Rovira, que la quiero mucho y hablo cuando me siento al lado de su estatua en la plaza que lleva el su nombre en Gracia, pero que quería hacer una ciudad radial, con una jerarquía desde el centro a la periferia.

Los que no son de Barcelona se pierden con la cuadrícula de Cerdà, porque es idéntica, democrática. Josep Pla tenía miedo de que la cuadrícula de Cerdà acabara invadiendo toda Cataluña. Es democrática, ecológica, con los interiores de manzana, con canalizaciones de torrentes con el agua fluyendo al aire libre, pensada para las clases trabajadoras. Esto es lo menos establishment ‘de Barcelona que podamos imaginar.

Jordi Corominas y Siscu Baiges, durante la entrevista | Pol Rius

Hay una rotonda tocando en L’Hospitalet que lleva su nombre

Una plaza que antes tenía un monumento horrible, hecha durante el franquismo. Algo parecido ocurre con Francisco Ferrer Guardia. Sí que tiene una placa donde estaba la Escuela Moderna y Pasqual Maragall le hizo un monumento funerario de homenaje a Montjuïc, pero en un lugar escondido. Fue un gran catalán más que barcelonés pero yo la identifico a nivel europeo, donde fue un pionero absoluto: escuela mixta, laica, sin exámenes, con el profesor como un guía no como una figura de autoridad. En nuestro no nos gusta. Somos una sociedad contradictoria, como todas. Tenemos un punto muy conservador pero luego queremos ir de progreso.

La plaza Catalunya no le convence

No, no. No me convence mucho. Si vas viendo las fotos de cómo era, hay algunos instantes que tenía una forma rectangular y de aspa que me gustaba mucho. La hicieron circular en 1929. Tuvo locales alrededor que le daban vida. Ahora su edificio más emblemático es ‘El Corte Inglés’.

Que usted prevé que algún día desaparecerá

Sí. La ciudad se puede explicar por los almacenes y su desaparición. La paradoja de la plaza Cataluña es que no hace función de plaza. La gente de paso y no se queda. Sólo las palomas y el 15M. Es una conexión entre la ciudad vieja y la nueva, entre la Rambla y el Eixample. Es una zona de tránsito, como cuando vas a un aeropuerto en un país que no es de la Unión Europea y te piden el pasaporte.

También se imagina el campo del Barça abandonado

Con hierba a la grada. Barcelona sería Roma. El campo del Barça es un gran símbolo de la ciudad. Si vas fuera y preguntas por Barcelona te hablaran de Messi y Gaudí. El museo más visitado de Barcelona es el del Barça. Luego la Sagrada Familia. Así como desaparecieron los gladiadores quizás algún día desaparecerá el Camp Nou y la pasión por el fútbol. Todo es muy fugaz. Al fin y al cabo el fútbol sólo hace cien años que tiene éxito. En un momento del libro explico que estaba paseando por la Maternidad el día que presentaban Neymar y parecía Nuremberg a la época de los nazis. Estaba en un lugar solitario, silencioso, ya trescientos metros escuchaba la grada enloquecida.

La avenida Messi sí que existirá algún día

Dentro de lo que es el parque temático del Barça, las calles del entorno deberían decir Mesi, Gamper, Kubala …

Si fuera alcalde de Barcelona, ​​¿qué haría?

Apostaría por una gran área metropolitana, una gran ciudad-Estado que pudiera prescindir de Cataluña. París o Londres no dependen del país donde se encuentran. Insistiría mucho en la idea del barcelonismo e intentaría que la ciudad fuera aún más federal. A partir de una política de ultraproximidad se podría crear una red muy efectiva para valorar las cosas pequeñas. Ahora pasos de las asambleas de barrio en el distrito y del distrito en la ciudad. Lo profundizaría y fomentaría la estima del barcelonés por su ciudad dándole un orden pedagógico, que la gente entendiera que hay en la calle, que no son edificios sólo, donde nos vamos moviendo de una pantalla a otra, como en un videojuego. Y trabajaría para que hubiera una redistribución justa de la riqueza entre los barrios.

Dejaría terminar la Sagrada Familia

Sí, pero haría como decía Guy de Meaupassant que, cuando construyeron la torre Eiffel, explicaba que iba a comer el restaurante que había arriba para no verla: “Tengo la mejor vista de París porque no veo la torre Eiffel”. Yo pondría un restaurante arriba de la Sagrada Familia para no verla.

Habrá ‘Párrafos de Barcelona (segunda parte)’?

Tengo una idea que sería más política. Apostando por el municipalismo entendido como la única forma que en Cataluña y en toda Europa se pueden hacer políticas de izquierda, prescindiendo de las emociones y pensando la ciudad como un espacio donde se puede innovar desde políticas verdaderas de sostenibilidad, energía, movilidad, … mejorando las condiciones de vida de las personas. Con la idea de la ciudad como antídoto para luchar contra los fanatismos. La ciudad es algo que se piensa. Me fascina cuando dicen lo que los candidatos ‘tienen la ciudad en la cabeza’. Está muy bien pero, además, ¿la tienen pensada?

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