El 18 de marzo de 2009, hace 10 años, se desalojaba el rectorado de la Universidad de Barcelona. Una ocupación de estudiantes que había comenzado el 20 de noviembre y duró cuatro meses, durante los cuales se darían movilizaciones contra lo que se popularizó como “Plan Bolonia” y en defensa de la universidad pública y de calidad. Los Mossos d’Esquadra entraron de madrugada a la Universitat de Barcelona y durante todo el día no se detuvo su actuación con una violencia que estremeció a gente que ni sabía qué estaba pasando.

En ese momento no había móviles que permitieran registrar y difundir las imágenes rápidamente. No hizo falta, los informativos matinales lo pudieron emitir en directo. Lo que no tenemos tan documentado es lo que pasó dentro del rectorado o durante la manifestación de aquella noche en Barcelona. Pero está marcado muy adentro de las personas que lo vivimos y sufrimos. Principalmente, personas jóvenes. Personas jóvenes, muy jóvenes, que se movilizaban por lo que consideraban justo: una universidad pública y de calidad, accesible a todos, que se preocupara por los retos del mundo que vivimos y no pusiera en el centro al mercado y las empresas …

Este texto podría ser muchas cosas. Podría servir para hablar del proyecto de reforma universitaria que se identifica con el nombre de la hermosa ciudad italiana, en junio hará 20 años de la “Declaración de Bolonia”. Tendremos que hablar de ello. Los cambios vividos en las universidad catalanas en los últimos 10 años han hecho que incluso rectores que se enfrentaron abiertamente a la movilización, que llegaron a contribuir a su criminalización, en los últimos tiempos hayan incluso afirmado que tenían razón aquellas y aquellos jóvenes.

Podríamos hablar de qué pasó en la Conselleria de Interior para que un consejero de ICV-EUiA estuviera al frente de una represión que iba contra estudiantes, donde había personas de sus juventudes o afines. Podríamos hablar de qué pasó en la Conselleria responsable de Universidades para que un consejero de ERC dijera a las personas jóvenes movilizadas que eran franquistas, también a muchas que podían ser de sus juventudes o afines… Podríamos hablar de las formas de movilización, de la falta de diálogo en una institución que debería fundamentarse en el diálogo … Podríamos hablar de tantas cosas, y deberíamos hacerlo. Lo tenemos que hacer.

Hoy, sin embargo, en recuerdo de la violencia y la represión vivida ese día me parece que lo más oportuno es recuperar algunas de las voces de estudiantes que quisieron explicar lo vivido y sufrido. Lo que pasó un 18 de marzo y que les hacía tanto daño; lo que no podían entender; lo que seguramente les educó más que mucho de lo vivido en las aulas y explicado por el profesorado que, mayoritariamente, les dio la espalda, lo que, seamos conscientes o no, seguramente les ha cambiado y ha cambiado nuestra sociedad …

Los recientes sucesos ocurridos en Barcelona han conmovido a la opinión pública. Yo estaba allí, como tantos otros y ya es hora de que aprovechamos esta experiencia. ¿Cómo? Explicándola. El arma de los estudiantes es la palabra. El 18 de marzo a las ocho de la tarde, una gran multitud se juntó en Plaça Universitat, ante el rectorado de la UB. Queríamos protestar contra el abuso de poder y la violencia de los que habían hecho gala la policía ese mismo día. Había muchos jóvenes universitarios, pero también una gran presencia de profesores. El ambiente era distendido y nadie hubiera podido imaginar lo que pronto pasaría … Era una locura, una terrible locura. Nunca hubiera creído que se pudiera llegar a estos extremos. Estabas solo, no podías hacer nada, pero te seguían pegando igual. Os aseguro que si no caí al suelo debido al dolor fue por saber que me seguirían pegando allí abajo. No consigo imaginar sus caras bajo los cascos …

Ignacio

Tengo diecinueve años y apenas estoy saliendo de una adolescencia que, lejos de lo que actualmente se suele decir de los jóvenes de hoy en día, ha sido poco o nada marcada por el conformismo. Durante los últimos años he participado en diferentes movimientos sociales y reivindicativos, como las protestas y encierros en los institutos contra la guerra de Irak o las asambleas y manifestaciones por una vivienda digna. He sido educado en la libertad y la tolerancia, unos parámetros que sólo he encontrado en las posturas de izquierdas y en ellas he encontrado mi posicionamiento ideológico. Mis padres me han narrado en varias ocasiones sus vivencias durante la represión franquista, y en gran medida a partir de sus relatos he aprendido a valorar la libertad de expresión.

Que alguien me diga ¿qué podía pasar por la cabeza de un joven como yo, que el día 18 se había sumado a una manifestación pacífica a partir de ver el desalojo de aquella mañana en Youtube, al ser perseguido a porrazos por los callejones del Born? ¿No era inevitable que aquella maratón de gente aterrorizada ante los Mossos me acercara de alguna manera a las experiencias del franquismo que con tanta rabia y dolor había escuchado? Hay gente que critica que se cite el franquismo como referencia de los hechos del 18 de marzo. Yo digo: si tanta gente tuvo esa sensación de deja vu, sería por algo. Ya no somos sólo jóvenes desorientados y radicales los que hemos tachado así la actuación: personas mayores y con la carga de la experiencia sobre los hombros dijo exactamente lo mismo. Esa noche, el ambiente en el Born fue de auténtica guerrilla de calle. Te cruzabas tanto con grupos de estudiantes que huían sin saber muy bien de qué como con turistas y personas mayores también contagiadas por el horror, que se preguntaban a qué se debía todo aquello. Miedo, pánico, horror … Terror. Terrorismo policial.

David

Me cuesta describir la sensación de estar sentada y rodeada de Mossos que me miran como si fuera delincuente. ¿Me tenía que sentir mal? Cuando se acabó y me fui a casa, la calle daba pena, sillas por el suelo, papeleras reventadas, furgones de policía, sirenas de ambulancias … No conocía esa realidad que estaba tan cerca de mí, no me podía creer lo que veían mis ojos. Llegué a casa y pensaba que me esperaría una cara de palmo de mi madre pero no fue así, mis padres me apoyaron, sí que les había hecho sufrir un poco pero entendían cómo me sentía, ellos también estaban impresionados. Incluso, después de leer algo y ver los vídeos me dijeron que si hubieran sabido cómo habían ido las cosas, hubieran venido. Estos hechos, ya van más allá de Bolonia, es por este motivo que pienso que sí me tocaba ir, sí me afecta a mí, ¿qué quiere decir esto que me dice cierta gente que no me meta donde no me llaman? Por supuesto que me llaman, formo parte de la sociedad y ésta, ha tocado fondo. Seguí lo que me decía el corazón, decidí luchar por unos ideales y ahora no me arrepiento.

Mariona

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No hi ha comentaris

  1. Bon dia,

    Sóc estudiant universitària, i estic fent un treball sobre repressió policial. M’interessaria molt saber si és possible contactar amb alguna de les persones que van participar en aquestes mobilitzacions en concret i que entrevisteu a l’article, la seva experiència em seria de gran utilitat.

    Moltes gràcies,i visca la lluita estudiantil.

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