Hace unos meses debatíamos sobre los límites a las restricciones de derechos generados por la pandemia, y hoy se ha anunciado que vuelven las restricciones y he recordado algunas reflexiones de ese momento. El primer confinamiento se había vuelto necesario por varios factores, entre ellos, por el desconocimiento sobre el virus, la gran cantidad de casos a los que se había llegado rápidamente y el riesgo de desborde del sistema sanitario. Ya apuntábamos también, como muchas han explicado, que este desborde tenía que ver en gran parte con las políticas de recortes de la última década.
Después de unas semanas y viendo la evolución local y mundial, algunas cosas se fueron definiendo:
1. La importancia de una salud pública y universal (para evitar brotes en colectivos que no tienen acceso) y con un acento especial en la atención primaria para la detección temprana de casos.
2. La necesidad de tener un buen sistema de rastreo que permita ampliar los testeos a todos los contactos de una persona infectada debido a la cantidad de personas asintomáticas que contagian sin tener conocimiento de esto, y así evitar el contagio comunitario.
3. Que las medidas de distanciamiento funcionan y en espacios interiores las mascarillas son un elemento extra de protección. Su efectividad al aire libre es más cuestionable.
La población, en general,ha ido cumpliendo todas las recomendaciones y exigencias en esta pandemia, a pesar de los impactos personales, sociales y económicos que tenían especialmente para autónomos, el sector de los servicios y la economía informal.
La obligación de la administración a cargo de esta nueva etapa, en este contexto la Generalitat de Catalunya, era entonces poner recursos y estructurar un sistema de respuesta que salvaguarde a la población con la menor cantidad de restricciones posibles.
Pero, ¿qué han hecho? Han ordenado restricciones, como la mascarilla obligatoria en todos los ámbitos. Una orden que rápidamente tuvieron que flexibilizar para algunos espacios de trabajo porque o no tenía sentido, o debido al esfuerzo físico no era recomendable llevarla. La efectividad en el espacio público si se mantiene la distancia no se ha justificado más que por una cuestión estética que haga recordar que estamos en pandemia y no debemos “relajarnos”.Asimismo han debilitado aún más el sistema de salud primaria, han contratado rastreadores insuficientes y tarde (un total de 150 cuando los especialistas recomiendan 2.000, que además han llegado tres semanas después de los primeros casos), a los cuales además han externalizados aislándolos del sistema de atención primaria que, también de acuerdo a los expertos, es un error gravísimo. Por último, han rechazado ayuda del Estado y del Ayuntamiento de Barcelona para la gestión de los brotes.
Consecuencia: aquí estamos otra vez pidiéndole a la gente que no salga de sus casas porque no se ha podido contener el virus. Hace dos meses señalábamos que las medidas que restringen derechos tienen que pasar unos filtros, el primero ser necesarias, legales, proporcionales y eficaces (adecuadas a los objetivos que se buscan). Estas medidas que nos explican ahora como necesarias para la prevención, se han convertido en indispensables como consecuencia de esta inacción. Si la Generalitat hubiera hecho su trabajo, estas medidas no serían necesarias. Si hubiera seguido las pautas que sabía que debía aplicar, muy probablemente no se hubiera incrementado el número de casos, y por tanto estas medidas no serían necesarias. O, al menos si hubieran subido igualmente los casos, entonces estas nuevas restricciones tendrían más legitimidad.
Llegados a este punto, después de meses de paciencia y comprensión es momento de exigir responsabilidades políticas, y si no saben gestionar que den un paso al lado. Pero los costos de su incompetencia sumada al modelo de gestión pública que han aplicado los últimos años, no pueden seguir recayendo sobre la ciudadanía que pagamos con nuestros impuestos, ingresos y libertad su falta de gestión.



1 comentari
Excelentes reflexiones! gracias