Mi madre, mi más fiel lectora, aun soporta mi inevitable querencia por preguntar cualquier porqué. Es algo muy sano porque la curiosidad nos mantiene jóvenes, aunque en mi caso los interrogantes me conducen a no cesar en mi empeño, hasta eliminarlos.

Vaya por delante que aquí no lo he logrado y sólo puedo enarbolar suposiciones, bastante fundamentadas, sólo con el defecto no poder rematar la labor mediante la certeza. Como soy consciente de explicaros una obsesión intentaré ser muy didáctico.

Si ahora descendemos por el carrer de Sant Quintí en su tramo comprendido entre Indústria y Còrsega apenas notaremos anomalías. Al final de ese trecho la calle forma un extraño, visible en el taller mecánico de la esquina y en la casa meandro de Xifré, junto a la plaza de las tortugas de este límite fronterizo. Cómo manejo mapas de la zona sé del desajuste de esas piezas. El inmueble de desvío nos remite a nuestro gran amigo, el mapa canónico de los años treinta.

Mapa de los años 30 donde se aprecia la derrama formada por el pasaje B y Sant Quintí.

En él, lo volvemos a publicar por si eres pionero en estas lides, el pasaje B, actual Lluïsa Vidal, y Sant Quintí formaban una especie de gran derrame para propiciar, al menos, la salida del curso del torrent de Bogatell hacia su continuación en Rogent, donde seguía su impecable avance. Mi gran cuestionamiento se nutre de varios dilemas, y para resolverlos debemos recurrir al origen.

Antes de este apreciemos una maravillosa fotografía coloreada de 1900. En ella se observa este linde medio vacío. La imagen es muy interesante por una de esas imprescindibles minucias significantes. A la derecha vemos Can Miralletes, magnífico indicio para dibujar las calles ausentes al localizar esta masía a la altura de Industria, entonces rodeada del verde de campos. A la izquierda, justo donde Còrsega, confluyen dos sendas, y eso me condujo a inquirir más aún sobre si una era un ramal del Bogatell.

Imagen de 1900 de la frontera entre Camp de l’Arpa y el Guinardó

¿Dónde nacía este? Enric H. March, a quien los estudiosos de Barcelona no podemos agradecer suficientemente su maestría, dedicó un pequeño ensayo a la reconstrucción de su itinerario. En un planisferio de 1891 doy con algunas pistas, ampliadas cotejando otros más recientes, hasta caminar el entorno. El Bogatell del Guinardó se bifurcaba en dos en Verge de Montserrat y, vertiginoso, proseguía su marcha a la vera de Sant Quintí. Hoy en día es casi intangible, pero la casualidad me brindó un bellísimo recuerdo de una chica abriendo una puertecita de Renaixença, hasta correr por un interior curvilíneo y muy sinuoso, donde aún no pude acceder pese a mirarlo deseoso día tras día.

Esa entrada dirige hacia un milagro, pues entre todos los bloques de piso de Sant Quintí y Telègraf, por desgracia presente en la prensa de estas últimas semanas por el asesinato de un ciudadano chino muy querido en el barrio, destaca un espacio abierto, sin duda determinado por el Bogatell, radiante hacia Freser hasta alimentar los aledaños de Can Miralletes. Por cierto, pegado al gimnasio del Martinenc existe un passatge de Gènova, ignorado y remarcar porque justo desde esa escarpadísima calle, sin comparación con su homóloga pepera de la capital de España, el torrente debía irrumpir hacia el Guinardó desde las montañas.

No me he olvidado del otro ramal, el torrent d’en Melis o de les Bruixes. En mi infancia era el nombre de una escuela justo delante de la mía. Ahora es un paseíllo hacia la ronda de Guinardó. Circulaba al lado de la masía de Can Planas y el mas Ravetllat, hasta desaparecer donde estaba un depósito de Aguas de Barcelona y el Hospital de Sant Pau, donde lo perdemos por la inmensidad del conjunto urdido por Lluís Domènech i Montaner, pero si jugamos a imaginar su ruta podría derivar hasta el pasaje B.

Mapa de 1891. En rojo el curso del torrente del Bogatell, en verde el de Melis

Melis y Bogatell parten del mismo punto y luego cobran identidad propia para juntarse, según mis cavilaciones, en esa maravillosa derrama alambicada desde B y Sant Quintí. Mientras escribo esto os juro tener la sensación de redactar física cuántica. Va, no exageremos. Por lo demás los documentos nos prestan un incalculable servicio; a ellos nos remitiremos.

Hará cosa de un mes conseguí leer el expediente relativo a la desaparición de los pasajes A, B y C. El urbanismo franquista de la inmediata posguerra fue muy agresivo en toda la ciudad condal, como si de repente tuvieran mucha prisa por lucrarse con la especulación inmobiliaria, sangrante pese al Instituto Nacional de la Vivienda y la obra de algunas cajas de ahorros, empecinada en rellenar cualquier hueco y eliminar aquellos inútiles para apuntalar sus manzanas. Por eso mismo el entorno de los pueblos del llano, sin excluir a las demás, fue idóneo para la operación. Con mi amigo José Luis, nacido en 1943 en Rosselló con Marina, comentábamos cómo sus territorios infantiles eran páramos preciosos, mientras si iba hacia el Eixample el passeig de Sant Joan daba sensación de completo.

El torrente de Melis visto desde Verge de Montserrat

Ese informe de los tres pasajes, así como otros, sin ir más lejos concernientes al de Catalunya o al de ese mundo en miniatura de los de León y Pau Hernández, no se ejecutó. Aun así, la Compañía de Aguas presentó un recurso, y gracias al mismo, debido a las tuberías propiedad de la empresa en nuestra trilogía, pude consultar un mapa donde especificaba todas y cada una de las parcelas. Las sucesivas al pasaje B, cerrado desde, como mínimo, los años cincuenta apuntan a muchos huertos, y estos sin agua son un sinsentido. Permanecieron décadas. En 1975 se inauguró el casal Calassanç, cuadratura del círculo de esta parroquia. Uno de sus ingresos es al final del pasaje, una puerta verde. Una tarde, desesperado, les mandé un e-mail, y como la ignorancia es muy atrevida me mandaron un abrazo y mucha suerte al no saber nada del pasado, algo a lo que sin duda también contribuye el Ayuntamiento, amante de las postalitas y reacio a cualquier dignidad pedagógica en pos de propiciar un mayor conocimiento de esa antigüedad sin mayúsculas.

Termino esta, creo, penúltima entrega. Hay otros meandros de los torrentes. En Industria con Sant Quintín un inmueble tiene una particular curvatura. En Córcega con la calle batallera redundamos en lo mismo. La finca del 20 de Xifré, rebelde en su estrechez para independizarse del imperialista Eixample, es la última muesca del revólver. Nunca omitan la duda si las formas violan la rectitud.

Casa meandro del torrente de Bogatell con Indústria con Sant Quintí
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