Tras una dura resaca electoral, los analistas políticos debaten sobre cuál ha sido el relato ganador, el que se ha llevado los votos. Pero, incluso tras el súbito pacto entre PSOE y Unidas Podemos, la única realidad que se mantiene inamovible es la perdida de bienestar de las familias, convertidas en víctimas de la incompetencia política y de un sistema que no funciona.

El problema viene de lejos, de muy lejos, pero nos basta con hacer retrospectiva solo hasta 2008, con el estallido de la crisis económica, para ver los catastróficos efectos que han generado todos los que han gobernado desde entonces, sin excepción. Ya no estamos en manos de un Gobierno capitalista con claras tendencias a la derecha más rancia: estamos en una época de desgobierno, como demuestran los últimos cuatro llamamientos a las urnas en tan solo cuatro años.

Vivimos un auténtico despropósito político y una incapacidad total para gobernar, sobre todo de gobernar afrontando la realidad de un país devastado por una falsa democracia. Más que nunca son necesarias reformas legislativas que nos protejan, pero en su lugar, lo único que vemos avanzar son los recortes a nuestras necesidades más básicas y de nuestros derechos. Recortes convertidos en una violencia institucional que deja totalmente desprotegidas a las familias y aumenta la represión hacia las que ponemos nuestros cuerpos en defensa de los derechos de todas, ya sea en una manifestación o parando un desahucio.

Los desahucios son 60.000 muestras anuales para verificar que vivimos en un estado de alerta propiciado por la inacción política, por unas leyes pensadas para proteger a las élites y fomentar la especulación. Los desahucios ponen 60.000 rostros a la peor de las consecuencias propiciadas por un Estado convertido en un absoluto error democrático.

Desde que estalló la estafa hipotecaria vivimos en una situación crónica de emergencia habitacional que, lejos de solucionarse, crece y muta. Si hace pocos años la destrucción de empleo y consecuente falta de recursos provocó que miles de familias fueran víctimas de las ejecuciones hipotecarias, de un tiempo a esta parte la situación ha cambiado. Tener trabajo no te asegura nada. Cualquier persona, aun teniendo unos ingresos dignos, está en riesgo de ser desahuciada, ya sea por impago o por una subida abusiva del alquiler.

Ante la violación diaria del derecho a la vivienda, la primera línea de defensa que tenemos es la organización ciudadana. Porque nos han quitado tanto, que nos han quitado hasta el miedo. Desde la PAH, al 15-M o a la última asamblea de barrio, cada día vemos nacer un nuevo colectivo dispuesto a organizarse y a desobedecer leyes injustas para defender aquello que es nuestro por derecho, nuestras casas. Somos las vecinas y vecinos las que creamos una red de resistencia que, usando la vivienda como eje, va ampliando sus movilizaciones coordinándose con el movimiento feminista, la lucha por el clima, los pensionistas y tantas otras causas, porque si algo nos sobra son los motivos.

Pero mientras no se apliquen las leyes existentes, mientras no se creen nuevas leyes, mientras los bancos sigan inmunes a sus delitos, mientras los fondos de inversión nos sigan colonizando y expulsando de nuestras ciudades, mientras el poder judicial esté al servicio de la especulación, no basta con ser un muro de contención. No basta con parar desahucios o frenar la emergencia más inmediata, hay que dar un paso al frente para cambiar las reglas del juego. Ya no hablamos solo de perdida de vivienda, también de la incapacidad de acceder a ella para una generación que ve anuladas sus opciones para crear nuevos proyectos de vida.

Hoy más que nunca es necesario volver a cambiar el imaginario social, generar nuevas herramientas y estrategias, que nos aglutinen como un solo músculo, estructurado y bien organizado. Por qué solo el clamor social y la lucha ciudadanía puede revertir la situación.

Con esta premisa nace el primer Congrés d’Habitatge de Catalunya, que el 16 y 17 de noviembre reunirá a más de 500 activistas de todo el territorio catalán. Este fin de semana el recinto de Can Fabra se convertirá en un espacio de puesta en común de los debates internos, entre los más de 100 colectivos participantes.

El problema de la vivienda pasa por un cambio social y político muy profundo para el que tenemos que estar preparadas. Para ello es crucial poder crear colectivamente una hoja de ruta compartida que sirva para reforzar el movimiento por la vivienda, sin perder la esencia transversal que siempre lo ha caracterizado. Una ruta para pasar de la resistencia a la ofensiva. Un Congreso para ganar un futuro que sin vivienda no es posible.

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Soci fundador de L’Enxarxada, cooperativa de comunicació ètica i transformadora. Activista pel Dret a l’habitatge des de la PAH y activista social des de la XES.

2 comentaris

  1. Enhorabona per la profunditat de l’anàlisi. Mirada precisa a la realitat… Aquestes persones, aquesta lluita, han obert ja el camí impahrable pel dret a l’habitatge. Gràcies i ànim!!